Guillermo Cieza.

La primera noticia preocupante sobre Sergio Schoclender me la dio hace alrededor de diez años el periodista Gabriel Fernández que dirigió durante un lustro el Diario de las Madres de Plaza de Mayo, y que junto a su mujer Vivian garantizaron la salida de un medio periodístico que fue un ejemplo de coherencia política. Cuando se decidió fundar la Universidad de Madres de Plaza de Mayo, surgieron algunas diferencias y los dos fueron despedidos. Tenían una relación laboral y les correspondía una indemnización. Le pagaron con cheques sin fondo. Los firmaba Sergio Schoclender.

Quien reemplazó a Gabriel Fernández en la edición de una publicación que representaba el sentir de las Madres, fue el escritor Vicente Zito Lema, que también dirigió la Universidad. Al renunciar años después dejó un mensaje inquietante. Hizo responsable a Sergio Schoclender si algo muy grave le sucedía.

Los dos ejemplos resumen dos prácticas: el ilícito económico y el apriete, que suelen caracterizar a los mafiosos. En la misma dirección se fueron acumulando versiones y comentarios provenientes de personas muy cercanas al círculo de las Madres de Plaza de Mayo, o cercanas a la construcción de los planes de viviendas.

Al producirse el asentamiento de Villa Soldatti en diciembre de 2010, la primera acusación que vincula a “extranjeros” ocupas con narcotráfico, proviene de Sergio Schoclender. Mauricio Macri, no hizo más que repetir sus argumentos.

Las disputas internas dentro de la Fundación de Madres de Plaza de Mayo, han abierto camino para que surgieran nuevas denuncias y hayan surgido pedidos de investigación.

Schoclender se ha defendido asumiéndose como parte de un engranaje mucho más amplio y que ya no controlaba “Hace años que no firmo cheques”.

Periodistas corruptos que defienden a empresas exportadoras que evaden miles de millones de pesos han puesto el grito en el cielo por el escándalo de corrupción.

Periodistas verticales acostumbrados a hacer la vista gorda ante los manejos turbios de intendentes corruptos y gobernadores feudales, repetirán que “aquí no pasó nada, son inventos de la derecha”

Unos utilizaran el caso Schoclender para atacar a las Madres y a todos los organismos de derechos humanos. Y pretenderán presentar al acusado como un ejemplo viviente de lo que fue la generación de los 30000 desaparecidos.

Otros reducirán la cuestión a: “Si estamos a favor o en contra de las Madres”.

Pero no se está discutiendo eso.

En defensa de los 30.000 desaparecidos hay que decir que el Sr. Schoclender ha ocupado un lugar que nunca mereció.

En defensa de Hebe Bonafini hay que decir que, que tal como le sucedió a Perón con el funesto López Rega, el hecho que este personaje haya conseguido sentarse a su derecha, más que una identidad, señala una debilidad.

La trayectoria de Hebe es mucho más que esta equivocación; o su dudosa percepción política actual que, entre otros dislates, le hace confundir al economista formado en el CEMA, Amado Budou, con sus propios hijos.

Las Madres de Plaza de Mayo, que son más que Hebe, pasaran a la historia, sin que estas dolorosas anécdotas puedan manchar el pañuelo blanco.