Tres terribles acciones han sucedió sólo en los últimos dos meses:
11 de mayo en Chile: El senado chileno aprobó el convenio UPOV 91 (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales) que tiene como objetivo la protección de las obtenciones vegetales por un derecho de propiedad intelectual, una suerte de patente, el llamado “derecho de obtentor”, por la compra de semilla campesina registrada por las trasnacionales semilleras luego de ser manipulada genéticamente. Ante esto los movimientos populares indígenas y campesinos, entre ellos la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas ANAMURI dicen que: el UPOV 91 ha sido resistido por indígenas de todo el mundo, pues ellos también han advertido que es una nueva forma de robo legal de plantas que hemos intervenido, cruzado y modificado a través de técnicas ancestrales y protegido en caso de peligro, sequía o monocultivo. La papa chilota continúa viva gracias a nosotros, no gracias a las transnacionales”.
1 de Junio en Brasil: El instituto brasilero del medio ambiente IBAMA otorga la licencia ambiental para la construcción de la central hidroeléctrica Belo Monte, tercera más grande del mundo, en el Río Xingú al oeste del estado amazónico Pará, con un costo de 11.000 millones de dólares. Este proyecto inundará un área de 516 km2 en dos embalses, y provocará 16.000 desplazados que tendrán que dejar sus tierras. Esto ocurre a pesar de la larga lucha llevada por el colectivo desde hace mas de 20 años e impulsada por mas de 250 organizaciones y movimientos populares de indígenas, mujeres, trabajadores ambientalistas etc, que forman parte del Movimento Xingú Vivo para Sempre (MXVPS).
18 de Junio en Bolivia: El senado boliviano aprobó la Ley de Revolución Productiva Comunitaria que permite la entrada de transgénicos al país bajo el falso argumento de garantizar la soberanía alimentaria del país y que según el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu CONAMAQ la referida norma “le hace el juego a las multinacionales que se dedican a los organismos genéticamente modificados y abonos no orgánicos, que atentan contra la vida de la Madre Tierra y empeoran el calentamiento global”.
Actualmente en Venezuela: Todo este contexto de avanzada neoliberal sobre la naturaleza y el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria tiene sus pares con: el muy peligroso acercamiento entre Empresas Polar (monopolio agroindustrial transnacional) y el Instituto de Estudios Avanzados (ente público de investigación) para “estrechar vínculos de investigación biotecnológica”, la propuesta de PDVSA de instalar 12 plantas de etanol para agrocombustible y la avanzada del agronegocio soyero en los llanos venezolanos hacen necesaria y vital fijar postura contundente contra el flagelo de la agricultura corporativa contaminante que vulnera la soberanía alimentaria de los pueblos de Suramérica.
Ante todo esto hacemos un llamado para una Campaña grannacional contra la Privatización de la Vida y por la Soberanía Alimentaria de los pueblos Latinoamericanos.