Victor Ego Ducrot
Con la definición de las candidaturas para las elecciones porteñas y las internas abiertas y simultáneas santafesinas, la que aparece como gran ganadora es la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Estaban destapados, sin frazadas y con la cola al aire desde el viernes por la noche; pero el domingo, a última hora, Santa Fe les sentenció un resfrío insoportable y sin cura sobre el horizonte, a prueba de antibióticos y hasta de pases de brujería. Los comunicadores e intérpretes orgánicos del antikirchnerismo, porque eso es lo que finalmente expresa el conglomerado de fuerzas, facciones y dirigentes políticos que se dicen de oposición, no saben con qué dedo gordo tapar el sol. Una vez más, con la definición de las candidaturas para las elecciones porteñas y las internas abiertas y simultáneas santafecinas, la que aparece como gran ganadora es la presidenta Cristina Fernández, y con ella el proyecto de país que en octubre seguramente será refrendado con millones de votos.
La fiebre no cede. Pergeñan primeras planas como la de Clarín del sábado último –“La Cámpora gana espacio en todas las listas del oficialismo”–, con letras como si un dragón interplanetario hubiese tomado por asalto la cancha de Boca, sin reparar que a la hora del humor, mucho mejores son los títulos de Barcelona, tal cual el que sigue, de su reciente edición: “¡Buh! El siniestro plan de La Cámpora para aniquilar a todos… esos monstruosos militantes neo-montoneros de iphone tomar…un fantasma Sub-35 recorre la Argentina”. Al fin de cuentas tuvo que salir Mauricio Macri, bobaliconamente entre globos de pelotero, a reconocer el síntoma: hoy ganaría Cristina, y si el vidente es el alcalde en retirada, como dicen los pibes, che, intérpretes orgánicos de la derecha, parece que están en el horno.
Después de la confirmación del binomio Filmus–Tomada, dispuestos como ellos mismos dicen, a recuperar la ciudad para el proyecto nacional, fueron llamativas las notas aparecidas en Clarín y La Nación, la primera de Susana Viau y la otra del inefable Joaquín Morales Solá.
Obsesionado con los “monstruosos militantes neo-montoneros”, el diario de la señora que no quiere someterse a la justicia por crímenes de lesa humanidad pretende analizar los acontecimientos que derivaron en la conformación de la fórmula capitalina para disputar el gobierno porteño, y los califica como “un juego de espejos: lo que se presentaba como campaña para ganar el voto de la gente había sido, en realidad, un costosísimo casting”.
Por su parte, el centenario de Bartolo (empresa socia de la Noble en otro crimen contra la condición humana, ver Papel Prensa) intenta instalar, sin fuentes que lo avalen, supuestas sombras personales en el futuro de Cristina (“sólo un problema de salud que hoy no existe podría bajarla de la candidatura presidencial, dijo un influyente funcionario”). Luego, sin ruborizarse ante su despropósito conceptual y desmesura, espeta que “la escenografía de la noche del viernes, en la que tres hombres desorientados fueron a Olivos a inclinarse ante un destino que desconocían, fue propia de las monarquías previas a la Ilustración”.
Resulta evidente que los dos intérpretes orgánicos de la derecha, y de paso de los negocios de sus patrones empresarios, siguen con atención el libreto antikirchnerista en el que trabaja la crítica literaria Beatriz Sarlo.
Las emanaciones escritas de Clarín reconocen la línea de pensamiento que Sarlo expresa en el subtítulo “Casting” del primer capítulo de su reciente libro, La audacia y el cálculo. Kirchner 2003-2010; Sudamericana; 2011: “También hoy la política funciona como un amplio estudio de casting. Por las antesalas y las salas, oficinas, baños y sucuchos de la casa de gobierno y de otras dependencias desfilan los actores” (pág. 27). Las de La Nación se emparentan con el subtítulo Los cuerpos, del segundo capítulo: “Cristina Kirchner se viste tan en ese estilo como Mirtha Legrand. La Presidenta cultivó, hasta la muerte de su marido, la preferencia por lo vistoso, siempre en el borde de la exageración (…) El resultado es parecido al que ha buscado espontáneamente: en vez de una burguesa bien vestida parece una estrella en un almuerzo de Celebrityland” (pág. 45).
Algo le pasa a la Argentina bien pensante, académica y de diarios afamados por su proclamado prestigio. Esas son las categorías de análisis, una especie de episteme de la tilinguería más ramplona, del idiotismo convertido en reflexión teórica y discurso ensayístico y periodístico. Una pena; como dije que dicen los pibes, están en el horno, y para que el exceso de calor encerrado no afecte a los inocentes es que el Observatorio de Medios de cuatro universidades públicas (Lomas de Zamora, La Plata, Cuyo y Córdoba) ya comenzó a trabajar sobre lo que hace y no hace el dispositivo comunicacional hegemónico.
Y pensar que los datos de la vida política están allí visibles, transparentes, más allá de que a tal o cual le caigan bien o de que a tal por quien le resulten una desgracia. Escribí en el título de este texto que otra vez ganó Cristina, sin pretensión alguna de oráculo aritmético, ni de conteo de expectativas, ni mucho menos de arrevesadas especulaciones estadísticas; simplemente pretendo referirme a ciertas elocuencias enunciadas por los hechos tangibles que habitan en el universo elecciones presidenciales 2011.
Después de las internas abiertas de los comicios de Catamarca, Chubut (¡Ay, elecciones chubutenses!) y Salta, y de las internas abiertas de Santa Fe, las distintas facciones y diversos sujetos del entramado antikirchnerista dizque oposición lucen en un estado de confusión tal que sólo evidencia falta de proyecto, de propuestas concretas desde la cuales convocar a los votantes, para que los acompañen con su sufragio.
Cómo entender si no, y por ejemplo, que Ricardito dude si asociarse con Binner o con el colombiano pelirrojo; que los denominados peronistas de la ridícula y abortada compulsa federal sigan por allí pululando, a la espera de un acuerdo por algunas horas, que les garantice algún puestito salvador o el no ser demandados por la justicia o por sus antiguos socios de extramuros; que Graciela Ocaña, ex seguidora de la profetiza sin trabajo, después funcionaria del Néstor y casi vice de “Pino” en Buenos Aires, ahora se pasee de la mano con el ya citado colombiano pelirrojo. Un desaguisado, ¿verdad?
Del otro lago, una fuerza en el gobierno con resultados a la vista, una presidenta que ejerce la jefatura política de su espacio y concita adhesión creciente entre los más amplios sectores de la sociedad. Por supuesto que al interior del proyecto que fundó Néstor y encabeza Cristina hay diversidad de opiniones, e incluso de aspiraciones personales, y es lógico que así acontezca en el devenir de las prácticas democráticas; pero la diferencia con aquellos se expresa en una palabra que empieza con p: proyecto.
Los argentinos y las argentinas hace rato que comenzamos a percibirlo; sólo falta que, en octubre, el proyecto y su jefa se expresen en cada provincia, en cada territorio del país. Y seguramente, así será.