Marco A. Gandásegui, h.
Alai
El presidente panameño, Ricardo Martinelli, entró por fin el 28 de abril a la Casa Blanca para reunirse con el mandatario norteamericano, Barack Obama. Juntos apararentemente anunciarán que el Ejecutivo de EEUU está enviando al Congreso el proyecto de Tratado de Libre Comercio (TLC/TPC). El expresidente Bush nunca lo había enviado porque un Congreso controlado por el Partido Demócrata lo rechazaría. Cuando Obama llegó a la Presidencia no envió el tratado con Panamá por las mismas razones. Ahora que el Congreso está en manos del Partido Republicano, el presidente demócrata le envía el proyecto con la seguridad de que será aprobado.

La fiesta organizada por Martinelli en Washington es única por parte de un presidente panameño. Para organizar fiestas la comitiva tiene fama bien merecida. El numeroso grupo – que viajó en varios aviones – incluye la mayor parte de su Consejo de Gabinete, una buena parte de la bancada oficial en la Asamblea y numerosas delegaciones empresariales. El Tratado le cede a EEUU derechos para introducir todas sus líneas de exportación sin pagar impuestos y, además, incluye cláusulas que someten a la supervisión de Washington el “centro financiero”. (Esta “última” conquista norteamericana beneficiará los bancos de dudosa reputación del sur de Florida). Panamá sólo se beneficiará, según se anunció, con el incremento en un 20 por ciento de su cuota de exportación de azúcar.

El Partido Demócrata norteamericano se oponía al Tratado por el creciente abuso de los gobiernos panameños frente a los derechos de los trabajadores organizados de Panamá. El presidente Obama puso todas las justas demandas laborales a un lado y se alió con la actual mayoría republicana para enviar el proyecto al Congreso.

Obama puede decir que por lo menos no le faltó el respeto al 1º de Mayo, día que los obreros del mundo conmemoran con motivo de la masacre protagonizada en 1886 por la policía de Chicago contra una multitud congregada en protesta por las violaciones de los derechos del pueblo. Después de la masacre los “notables” de la ciudad colgaron a los dirigentes sindicales acusados de supuestos “terroristas”. Cree que no le falta el respeto por que en EEUU – lugar donde se dieron los trágicos hechos – han borrado la fecha de su historia oficial.

El mundo del trabajo se detiene el próximo domingo 1º de mayo de 2011 para reflexionar sobre el futuro de la humanidad sin perder de vista las batallas del pasado y el sacrificio de sus mártires. En Panamá hace apenas meses dos obreros de las bananeras fueron cruelmente asesinados en Changuinola por fuerzas represivas del actual gobierno. Hace tres años, obreros de la construcción en la ciudad de Colón fueron baleados por la Policía del gobierno anterior al actual. La historia de las luchas obreras en Panamá siempre ha sido injusta y desigual.

Los trabajadores del Ferrocarril Interoceánico de mediados del siglo XIX, sin sindicatos y con organizaciones precarias, fueron perseguidos a sangre y fuego. Los obreros que construyeron el Canal de Panamá, a principios del siglo XX, organizaron sus sindicatos pero éstos no valieron para evitar la muerte y humillaciones del régimen de “apartheid” a manos de los administradores militares norteamericanos. A mediados del siglo XX los trabajadores de las nuevas industrias urbanas y rurales lucharon por alcanzar el respeto que se merecían pero igualmente eran perseguidos, encarcelados y muertos por una policía militarizada panameña.

La historia de la clase obrera panameña es de lucha y sacrificio. En la actualidad, la política oficial pretende crear una masa de trabajadores “precarios” sumidos en el empleo informal. Es el sistema que pretende desarticular y ahogar a los obreros y sus organizaciones. Los gobiernos de turno han convertido el empleo informal en la norma. El objetivo de los dirigentes gubernamentales es destruir los sindicatos para que los trabajadores queden a la merced de sus empleadores.

Según un comunicado del Partido Alternativa Popular (PAP), “en el caso particular de Panamá, la clase obrera observa como el gobierno incrementa el presupuesto nacional, producto de los ingresos de actividades especulativas. Sin embargo, el incremento de las riquezas sólo beneficia a los ricos y, al mismo tiempo, aumenta la pobreza entre los trabajadores. En la última década se han cerrado decenas de miles de plazas de trabajo y en su lugar aparecen los llamados empleos “informales”, mal pagados e indecentes”.

El PAP agrega que “la política especulativa de los propietarios panameños, que controlan todos los resortes del gobierno, han disparado los precios de los bienes de primera necesidad en un espiral cuyo fin no se conoce. El costo de la “canasta básica”, que debe satisfacer las necesidades de las familias de los trabajadores, se ha ubicado más allá del alcance de los panameños. El transporte público, el arroz, la carne, la vivienda, los medicamentos y los utensilios escolares suben de precio mientras que el salario de los trabajadores tiende a disminuir”.

La política de seguridad, tomada de los manuales de EEUU, equipara a los trabajadores y los narcotraficantes como si los obreros fueran enemigos y los identifican como elementos peligrosos para la seguridad del Estado. “La inversión de millones de dólares en la compra de nuevos armamentos, en el adiestramiento militar de los policías, en la construcción de bases aéreo navales en todo el país responde a una política de control de las organizaciones obreras, en alianza con y financiado por EEUU”.

La unidad de todos los trabajadores es la consigna que levanta el PAP. Hay que “construir los puentes organizativos entre todos los panameños oprimidos de la ciudad y del campo”. Además, hace especial referencia a la situación de la “juventud obrera que es víctima de la injusticia del sistema capitalista que le impide acceder a trabajos decentes. Esa misma juventud que no hace mucho tenía oportunidades de mejorar su condición social mediante la educación, hoy es reprimida, obligada a someterse al crimen organizado y enviada a centros de detención inhumanos donde se les viola todos los derechos humanos. Los jóvenes que deberían estar en las escuelas o en los centros de producción son enviados a la cárcel”.

Otra fuente cercana a los trabajadores panameños, el Frente Panamá Soberana (FPS), dice que “las noticias que emanan del gobierno del presidente Martinelli señalan que la situación se pondrá peor en los próximos tres años de gobierno, con el incremento sin control del precio de la canasta básica”. Apunta a la preocupante política del “gobierno que sólo invierte en actividades especulativas que no generan empleo ni desarrollo. En cambio, a los especuladores mas “ricos del país les hace realidad una “Estrategia de Inversiones” que les repartirá 13 mil millones de dólares entre 2011 y 2014”.

El Frente Panamá Soberana (FPS) hace un llamado a la clase trabajadora para promover la unidad entre los obreros y todos los panameños. “Los triunfos del futuro, según el FPS, dependerán de la unidad y del trabajo de todos”.

Panamá, 28 de abril de 2011.

– Marco A. Gandásegui, hijo, es profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA