Página 12

La vicepresidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit, reveló en Argentina que las embarazadas secuestradas en la ESMA eran obligadas a formar en fila para que las futuras apropiadoras de sus bebés pudieran “elegir el tipo de criatura” que iban a adoptar de manera ilegal una vez que nacieran.

“Las esposas de los milicos iban a ver esas formaciones para ver a las madres y poder elegir el tipo de criatura que se iban a llevar, según el color de los ojos o de la piel de las madres”, contó Roisinblit al declarar en una nueva audiencia del juicio oral y público por el Plan Sistemático de Robo de Bebés durante la última dictadura.

A los 90 años, con un relato ordenado y vivaz, la vicepresidenta de Abuelas acusó al médico Jorge Luis Magnacco, por haber asistido al parto de su hija detenida-desaparecida Patricia, en noviembre del ‘78, cuando nació su nieto Guillermo, a quien pudo recuperar recién en el año 2000. “Todo lo que cuento acá lo sé porque hay sobrevivientes que lo vieron, como Sara Osatinsky, que estaba en la cabecera del parto, y Ana María Larralde, que le aplicó el goteo para acelerar el trabajo previo”, abundó Roisinblit, quien dijo el sótano de la ESMA era conocida como “la pequeña Sardá”.

Patricia Roisinblit y su marido Rodolfo Pérez Rojo fueron secuestrados el 6 de octubre de 1978 y llevados presuntamente a la Mansión Seré, el centro de detención ilegal que manejaba la Fuerza Aérea en Castelar, pero la mujer fue trasladada a la ESMA pocos días antes del parto, contó su madre ante el Tribunal Oral Federal 6, que preside María del Carmen Roqueta, y que juzga, entre otros, a los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone; al jefe operativo de la ESMA, Jorge “el Tigreö Acosta, y al mencionado Magnacco, quien asistió los partos y firmó los certificados de nacimiento falsos. Tras el parto de Patricia, el pequeño fue entregado al matrimonio integrado por Francisco Gómez, personal civil de la Fuerza Aérea, y su mujer, Teodora Yofre, entonces empleada doméstica de un alto oficial de esa fuerza, hecho por el que fueron juzgados y sentenciados.

En casi dos horas de exposición, la vicepresidente las Abuelas contó los orígenes de la querella por la apropiación sistemática de hijos de desaparecidos, los respaldos que recibió la organización de diferentes países, en especial de Canadá y Alemania, y los viajes que realizó denunciando lo ocurrido en la ESMA. “Al Papa Juan Pablo II nosotras le entregamos en mano la tercera carpeta acerca de nuestras denuncias. La primera se la habia entregado el Premio Nobel, Adolfo Pérez Esquivel, y él sabía de qué se trataba porque nos dijo ‘oramos por ellos’”.