Ocurre que en el planeta Tierra las diferentes formas de vida están desapareciendo irremediablemente por la conducta irresponsable del ser humano. Engañados por nuestra auto conciencia errática, nos auto proclamamos como la especie principal y superior al resto de los animales y plantas que cohabita en la Madre Tierra.
Así fue cómo sometimos y aniquilamos al resto de nuestros hermanos: bosques, animales, aguas, suelos, oxígeno, ecosistemas, etc.; siempre persiguiendo satisfacer nuestras necesidades y deseos insaciables activados por el mercado. A tal grado que este desequilibrio ecológico que hemos generado, ahora, acelera en contra de nuestra propia existencia.
Como consecuencia de la destrucción de los bosques, contaminación de ríos, mares y lagos, construcción de carreteras y crecimiento de las ciudades, la pesca y la agroindustria, la industria extractiva y los monocultivos, etc., la desaparición de la Biodiversidad es mil veces mayor que al proceso natural.
Cada día se despiden para siempre de la Madre Tierra entre 50 a 300 especies de vida. En el mundo, cada día se cortan y queman bosques del tamaño de 24 mil campos de futbol. 2 de cada 10 especie de árboles están amenazados de desaparecer definitivamente. El 40% de los anfibios se encuentra en proceso de extinción. ¿Cuántas especies de animales y plantas que nosotros conocimos ya no conocerán nuestros hijos?
Desde 1970, hemos reducido las poblaciones animales en un 30%, el área de manglares y vegetación marina en un 20% y la superficie de los corales vivientes en un 40%. En la selva Atlántica del Brasil, más del 90% del bosque ha sido deforestado, cultivado y/o urbanizado. ¡De la contaminación de los mares, ríos y lagos, ni hablar!
Frente a esta situación, la humanidad ha concertado diferentes acuerdos para preservar y remediar esta acelerada extinción de la biodiversidad, pero todos los intentos han fracasado. Nos dicen que el 13% de la superficie de la tierra, y el 10% de los mares, están protegidos. Pero, en los hechos, sobre las cenizas y los nostálgicos recuerdos de lo que fue la Biodiversidad, se galvaniza el imperio de las empresas multinacionales y las farmacéuticas. Éstas se adueñan de la vida que queda en el planeta, patentando propiedades medicinales y nutritivas de las especies que aún se resisten a morir.
Monstruos agroindustriales que desmontan continentes enteros de bosques para mono cultivos y productos transgénicos, ahora, se agazapan como aves de rapiña sobre las semillas nativas cultivadas por nuestros milenarios ancestros. Ahora que se globalizan los biocombustibles, la situación será peor.
Mientras los pulmones, las venas, la piel y todos los tejidos de nuestra Madre Tierra arden, por nuestra conducta inmoral y suicida, seguimos ilusionados con ser la especie superior (auto consciente) sobre el resto de los integrantes de la comunidad cósmica. Y así, mientras aniquilamos a las diferentes formas de vida que cohabitan en la Madre Tierra, aceleramos nuestra irremediable extinción, porque plantas, animales, suelos, aguas, piedras, humanos, ríos, mares, etc. dependemos unos de otros. Mientras no entendamos y asumamos esta realidad como una verdad, será difícil frenar la devastación de la Biodiversidad, y de nuestra propia especie.