No se trata de una lucha de dos sistemas políticos ni de confrontación al estilo de los desarrollados por los dos Polos de Poder mundial durante el período de la Guerra Fría de la segunda mitad del siglo XX, sino una crisis global y total del modelo civilizatorio, su sistema Capitalista, el Imperialismo como instrumento de hegemonía y control del planeta, en un escenario en donde existe ausencia de una fuerza equilibrante o confrontante al Poder Constituido Mundial, que les impida reconquistar el mundo, mediante el uso del terror militar, el cerco económico-financiero, para poner nuestro planeta Tierra y a la Humanidad, al Servicio de las reducidas elites financieras que controlan los organismo internacionales y los instrumentos fundamentales de la economía mundial.
El Capital esta desesperado y no tiene tiempo ni espacio para esperar una solución pacífica y civilizada de su crisis sistémica. Poe ello, se han apropiado del sistema financiero y monetario mundial y, por su intermedio, del control de las principales recursos planetarios, controlando el centro mundial de la legalización de las guerras de agresión – el Consejo de Seguridad de la ONU -; presionan, condicionan y desprecian a los integrantes de la Asamblea General de la ONU impidiendo que a través de sus resoluciones se pueda hacer Justicia a los pueblos agredidos y oprimidos, limitando sus decisiones a meras declaraciones de principios sin mayor valor político y menos fuerza coactiva, incorporan al Consejo de Derechos Humanos para justificar el uso guerrerista de las intervencionistas doctrinas del Deber de Proteger y el Derecho de Protección, movilizan al Tribunal Penal Internacional (TPI), para judicializar a los líderes, gobiernos y movimientos de rebeldía antimperialista, mientras favorece la impunidad de los imperialistas y sus aliados, utiliza al Fondo Monetario Internacional, FMI, para poner de rodillas a los gobiernos – incluso de su propia periferia – para que apliquen sus recetas neoliberales que destruyen lo conquistado y construido por las luchas de los trabajadores y el pueblo en más de 150 años de historia de la Humanidad y, para reforzar su pretendida victoria sobre la Humanidad, unifican todo el poder de su mediática y su industria de cultural en favor de la legitimación de la acción criminal del imperialismo contra los pueblos.
Hoy; la celebrada propuesta de incorporar a países como Brasil, Suráfrica y la India al Consejo de Seguridad de la ONU y modificar su sistema de votación, es hoy insuficiente e, incluso, inconveniente, visto el vergonzoso papel jugado por sus gobiernos en la votación de la Resolución imperialista 1973 de guerra contra la República de Libia y la no menos vergonzosa decisión de la República Popular China y la Federación Rusa, de no ejercer su Derecho de Veto, que impidiera la criminal guerra terroristas contra el pueblo libio,; situación que obliga a trabajar aceleradamente por combinar la lucha por modificar la Carta de Naciones Unidas para darle el Poder de decisión y control sobre asuntos de la paz y la seguridad internacional a la Asamblea General y, fortalecer los mecanismos regionales – como la Unión Africana, UNASUR y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (en proceso de creación) – , en cuyos espacios, aunque las fuerzas imperialistas se expresan a través de algunos gobiernos cipayos, la ausencia directa del Imperialismo y sus aliados permite un mayor nivel de posibilidad de concertación política contra la guerra global promovida por los amos del capital mundial.
Como sostiene Fidel Castro Ruz, estamos obligados a ser optimista, por lo que se puede decir, todavía, que la Paz, aún es posible y, con ella, la salvación de la Humanidad y su hermoso planeta azul: la Tierra.
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