Alejandro Laso

elconfidencial.com

 

La  crisis económica, la «primavera árabe», la seguridad nuclear… Llama mucho la atención cómo en la reunión del G8 que tuvo lugar esta semana en Deauville (Francia), los máximos mandatarios del mundo incluyesen por primera vez en su agenda de temas importantes, uno tan poco urgente como la regulación de Internet.

Hasta ahora  la Red había pasado totalmente inadvertida para los jefes de los países más industrializados del mundo. Sin embargo, su avance arrollador y la capacidad de las redes sociales para   unir y movilizar a personas, están convirtiéndose en un rompecabezas para los políticos que quieren empezar a poner la soga al cuello de Internet antes de que se vuelva contra ellos. Y ahora es su momento. Hechos históricos como las revueltas árabes, que han llegado a desencadenar una guerra protagonizada por la OTAN en Libia, o el movimiento 15-M,  son ‘armas tecnológicas’ muy peligrosas para la clase política  que la ha pillado a pie cambiado y sin defensas.

Nicolas  Sarkozy dijo un día antes de la cumbre del G8 que Internet es  por sí una “verdadera revolución” y «a diferencia de otras del pasado gestadas en campos de batalla,  esta lo ha hecho en campus universitarios«. Esta frase tiene más contenido de lo que parece. Los gobiernos han dejado que Internet crezca durante muchos años sin apenas ponerle coto. Sin embargo, hoy en día hay suficientes pruebas que confirman que este nuevo agente puede suponer un ‘peligro’ para el orden mundial hasta ahora establecido.   Y si no¿por qué ponen a Internet como uno de los cuatro temas más destacados de la agenda del G8 con la que está cayendo en el mundo y cuando el negocio online tan sólo supone el 3,4% del  PIB de esos Estados?

Previa a la cumbre, se celebró otra reunión de pesos pesados; en este caso, los hombres más fuertes de Internet. Así pues,  Mark Zuckerberg(Facebook),  Eric Schmidt (Google),  Jimmy Wales (Wikipedia) o  Jeff Bezos(Amazon) fueron los principales protagonistas de un encuentro convocado por  Sarkozy, en  el que debatieron el estado en el que se encuentra Internet y realizaron una serie de propuestas que fueron analizadas durante el jueves y el viernes en Deauville.

Tras los dos días de reunión, los jefes del G8 lanzaron un  llamamiento a la libertad de Internet pero “bajo el control que deben imponer los Estados”. Uno de los puntos más polémicos es que  la Red debe favorecer el cobro de derechos de autor y respetar la propiedad intelectual, con el fin de que «la web no acabe con la creación». Algo muy loable, pero que de nuevo reabre el debate entre los intereses de los sectores que no se han sabido adaptar a Internet y el de los usuarios del ‘todo gratis’.

El último en tirar la piedra en esta polémica ha sido Estados Unidos que pretende aprobar el  ‘Protect IP’, un proyecto de censura donde las autoridades estarían facultadas para  bloquear y eliminar de buscadores –ojo a esta medida que tendría alcance trasnacional- a las páginas web que contengan información protegida  sin necesidad de autorización judicial.

Con esta ley se pretende defender la propiedad intelectual, al mismo tiempo que los estados se protegen de posibles filtraciones como Wikileaks. Dos en uno. Luego la justicia ya determinará si las autoridades actuaron correctamente.

Decía Sarkozy el miércoles que “el Internet libre marca hoy la diferencia entre una dictadura y una democracia”. Esas palabras van a tener que mirarse con una lupa cuando los estados empiecen a meter mano a Internet y comiencen a regular.