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En medio de la euforia provocada por la muerte de Osama bin Laden entre los máximos protagonistas de la escena global, y la advertencia del Vaticano de que “un cristiano nunca se alegra ante la muerte”, el mundo empezó a serenarse anoche y a pensar en la conveniencia de extremar su seguridad ante la certeza de que Al Qaeda se tomará su tiempo, pero pronto ejecutará actos de represalia. En todas las grandes y pequeñas ciudades, los estadounidenses salieron a festejar en las calles, pero pronto volvieron a sus temores de siempre y saltaron las alarmas de las brigadas especiales y los bomberos de Nueva York. La causa: en Times Square había un envoltorio “sospechoso”. Pero nada pasó, ni allí, ni en al menos otros 20 puntos neurálgicos de Filadelfia, Los Ángeles y Boston.

Los dirigentes fueron los primeros en dar rienda suelta a su alegría. El presidente Barack Obama inició un acto militar señalando que “hoy es un buen día para todos” y que “ahora el mundo es un lugar mejor y más digno para vivir”. Los líderes occidentales no vacilaron en equipararse al estadounidense. De tal manera, los 15 miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobaron una declaración en una sesión extraordinaria que contó con la presencia del secretario general del organismo, Ban Ki-moon, quien se mostró “aliviado” y opinó que la muerte de Bin Laden “marca un hito que será imborrable”.
El peruano Alan García, a su turno, llegó a suponer que “la muerte de Bin Laden es una obra divina del beato Juan Pablo II” (el difunto Papa fue beatificado el mismo domingo del ataque contra el líder de Al Qaeda).
El Departamento de Estado estadounidense, en tanto, puso en alerta a todas sus misiones diplomáticas en el mundo, ante el temor de que se produzcan ataques violentos, y recomendó a sus ciudadanos en el exterior que extremen las precauciones. “Dada la volatilidad de la situación actual, recomendamos enfáticamente a los ciudadanos que están en áreas donde pueden producirse conatos violentos en contra de Estados Unidos que no salgan de sus casas y hoteles, y eviten reuniones públicas y manifestaciones”, señala la alerta de viaje emitida ayer.
A nivel interno, las autoridades reforzaron las dotaciones policiales y la vigilancia en sitios neurálgicos, como los puertos y aeropuertos que dan servicio a Nueva York. Otras grandes ciudades, como Filadelfia y Los Ángeles, también extremaron sus medidas de seguridad. A nivel global, la Organización Mundial de la Aviación Civil anunció que implementará un paquete de medidas orientado a multiplicar la seguridad en los aeropuertos y en vuelo.