El Premio Rodolfo Walsh que otorga la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata no es un premio aséptico mucho menos neutral (tal y como lo sostuvo la Decana de la Facultad Dra. Florencia Saintout). Así como existe el Premio Milton Friedman por (algo que ellos llaman) La Libertad; esta Facultad reconoce el valor social y la obra política del Comandante Hugo Chávez en favor de los oprimidos de Venezuela y, por qué no, de Latinoamérica. Es innegable el impulso que han tenido los medios alternativos y comunitarios en Venezuela a partir de la Revolución Bolivariana. Pero no quisiera enfocar este texto sólo desde el plano mediático, por el contrario, quisiera exponer muy brevemente la dimensión político-comunicativa en Chávez y cómo éste ha sido el propiciador de una dinámica de discusión y debate como nunca antes existió en nuestro país. Si algo ha sucedido en Venezuela a lo largo de estos 12 años de Revolución es que el pueblo se reconoce como sujeto-agente de sus propias transformaciones; es decir, se ha politizado, ¡enhorabuena!
Un sujeto que es capaz de plantarse frente al Estado y reclamar por sus propias reivindicaciones sociales. Ello es un avance político sin precedentes. Ya no son unos pocos los que detenta el poder de decir y asumir como suyos la política, no. Ahora hay un pueblo que tiene voz y rostro que dice, asume posiciones, existe. Ya no es una cifra más en el marco invisibilizador de la mediática tradicional; es él o ella quien habla, sin (inter) medios por delante. La política dejó de ser un asunto de políticos para volver a ser un asunto de todos. Eso, a mi modo de ver, es lo que más reconoce el Premio Rodolfo Walsh en esta oportunidad. Los “heraldos negros” de la mediática argentina utilizaron toda clase de artilugios para depreciar no sólo la magnitud política del acto de entrega del premio al Presidente Chávez, sino que acudieron al siempre efectivo truco del experto: C5N llamó a Antonio Pasquali para que éste hiciera una reflexión respecto a la premiación; la cuestión es: ¿Por qué no llamaron a Luis Britto García o a Earle Herrera para que debatiera con uno de los opositores más furibundos al Gobierno como lo es Pasquali? Otra vez las engañifas, los reduccionismo al estilo Jorge Lanata; en definitiva, las mismas viejas lógicas retornan con otros ropajes y otros protagonistas. Chávez, sin dudas, ha sido el motor de esa dinámica insurgente y ello sí que no admite discusión.
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