En su paranoia antiterrorista, la Casa Blanca afirma que el peligro persiste casi al cumplirse 10 años de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas, en Nueva York.
El gobierno de Estados Unidos ha impedido que más de 350 sospechosos de tener presuntos vínculos con al-Qaida y otros grupos afines, abordaran vuelos comerciales hacia su territorio desde finales del 2009, cuando se desarticuló un atentado contra un avión civil en Detroit.
Las estrictas normas de seguridad hacen además que quienes viajen, entre otras medidas, sean obligados a quitarse los zapatos, limiten la cantidad de champú en su equipaje de mano y soporten cacheos.
De esa manera cientos de individuos con supuestos vínculos con organizaciones terroristas no han podido abordar aviones bajo las nuevas reglas, precisa el sitio digital MSNBC.
Es paradójico que Estados Unidos busque por cualquier parte a terroristas, cuando los ampara y cobija dentro de su propio suelo.
Tal es el caso de Orlando Bosch, considerado como “un extranjero inadmisible” por la administración norteamericana, pero en en 1990 el presidente George Bush le otorgó el indulto.
Bosch y los comandos del CORU (Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas), tienen en su haber más 90 actos terroristas, atentados dinamiteros, secuestros y asesinatos, según divulgó el diario norteamericano The Globe.
Junto a Luis Posada Carriles, calificado por varios analistas de terrorista más peligroso del hemisferio occidental, fueron los autores de la explosión en pleno vuelo de un avión civil cubano que causó la muerte de 73 personas en 1976.
Sin embargo, a Posada Carriles nunca lo ha identificado Washington como terrorista. El 8 de abril un tribunal de El Paso, Texas, lo absolvió de cargos relacionados solo con fraude migratorio.
(Con información de Prensa Latina)