Agencias

Martin Woods, el británico exdirector de la unidad contra el blanqueo de capitales del banco Wachovia en Londres, denuncia hoy en declaraciones al dominical The Observer el papel de los centros financieros de Londres y Nueva York en el lavado de dinero del narcotráfico.

Ambas ciudades son «los mayores lavaderos de dinero de origen criminal. Más que en las islas Caimán, la isla de Man o Jersey, el dinero se blanquea en la City de Londres y en Nueva York», denuncia Woods.

Según el británico, que denunció el papel del banco Wachovia, de EEUU, adquirido en 2008 por Wells Fargo, en el blanqueo de dinero del narcotráfico mexicano, después de lo ocurrido, ningún representante de las autoridades reguladores se sentó con él para ver qué se podía hacer para que aquello no se repitiese.

«No les interesa. Son la misma gente que por el contrario critica a quienes hacen ese tipo de denuncias. Es el consejo legal recibido por la Autoridad de Servicios Financieros (regulador británico): que hay que anteponer la confidencialidad de la banca y los banqueros a la ley sobre información pública», critica el exbanquero.

Woods, que dirige ahora una asesoría que advierte a los bancos del peligro de blanquear dinero de procedencia ilegal, afirma que «lo ocurrido con el Wachovia es sintomático del fracaso de todo el sistema de regulación financiera».

Por su parte, Antonio María Costa, que fue director ejecutivo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito desde mayo de 2002 hasta agosto de 2010, explicó al periódico que «las relaciones entre el crimen organizado y las instituciones financieras empezaron a finales de los setenta y comienzos de los ochenta cuando se globalizó la mafia».

A raíz de la crisis financiera de Rusia, tras la emergencia de la mafia rusa, y de las crisis financieras de 2003 y 2007-08, «le faltaba liquidez al sector bancario y los bancos quedaron expuestos a los sindicatos criminales, que disponían de mucho dinero en efectivo», explica Costa.

Costa se pregunta por el interés real de los gobiernos y los reguladores en perseguir esa corrupción a gran escala de la economía global.

Los reguladores demostraron que podían ser muy eficaces, explica, cuando en lugar de tratarse de dinero del narcotráfico se comenzó a perseguir el dinero que financiaba el terrorismo.

«A partir de ese momento, los reguladores se volvieron serios y cambiaron de actitud», señala.

Como recuerda The Observer, que ha llevado a cabo una minuciosa investigación de lo ocurrido, aunque el Wachovia fue investigado por no mantener un programa eficaz antiblanqueo, el caso nunca llegó a los tribunales.

Pagó a las autoridades norteamericanas una multa de 110 millones por haber permitido transacciones que se demostró que estaban relacionadas con el narcotráfico y otra de 50 millones por no haber impedido la utilización de dinero en efectivo para el transporte de 22 toneladas de cocaína.

El banco fue sancionado por no haber aplicado las reglas antiblanqueo a la transferencia de 378.400 millones de dólares, suma equivalente a un tercio del Producto Interior Bruto de México, a cuentas en dólares de las casas de cambio mexicanas, con las que hacía negocios.

Y pese a todo, critica The Observer, la multa total que pagó el Wachovia no llegó al 2 por ciento de los 12.300 millones de dólares de beneficios que obtuvo en 2009.