La revelación vino de dos diplomáticos diferentes, un europeo y un miembro del grupo BRIC (formado por Brasil, Rusia, India y China), y fueron hechas separadamente a un académico de EE.UU. y a Asia Times Online. Según el protocolo diplomático, sus nombres no pueden ser revelados. Uno de los diplomáticos dijo, “Esta es la razón por la que no pudimos apoyar la resolución 1973. Estuvimos argumentando que Libia, Bahrain y Yemen eran casos similares, e hicimos un llamado para una misión de investigación. Nosotros mantenemos nuestra posición oficial de que la resolución no es clara, y puede ser interpretada de una manera beligerante”.
Solo 9 de los 22 miembros de la Liga Árabe votaron por una zona de exclusión aérea. El voto esencialmente fue una operación dirigida por la Familia Real saudí, con el Secretario General de la Liga Árabe Amr Moussa dispuesto a pulir su curriculum ante Washington con la mira a convertirse en el próximo presidente de Egipto.
Por lo tanto, en principio, estaba la gran revuelta árabe 2011. Entonces, inexorablemente, llegó la contra-revolución EEUU-Saudí.
Los especuladores se regocijan
Imperialistas humanitarios defenderán a la Familia Real, diciendo que actuaron para aplastar la subversión iraní en el Golfo; obviamente la “responsabilidad de proteger” no aplica al pueblo de Bahrain. Los imperialistas promoverán fuertemente una Libia post-Gaddafi como una nueva Mecca de petróleo y derechos humanos, completa con activos de inteligencia estadounidenses, operaciones clandestinas, fuerzas especiales y contratistas poco fiables.
Digan lo que digan no alterará los hechos sobre el terreno – los resultados gráficos del sucio baile de EE.UU-Arabia Saudita. Asia Time Online informó quiénes se benefician de la intervención extranjera en Libia. Los jugadores son el Pentágon (via Africom), la OTAN, Arabia Saudita, el Secretario General de la Liga Árabe Amr Moussa y Qatar. Hay que añadir a la lista la dinastía de Al-Khalifa de Bahrain, varios contratistas de armas y los habituales neoliberales sospechosos deseosos de privatizar todo lo que esta a la vista en la nueva Libia, hasta el agua.Y ni siquiera estamos hablando de los buitres occidentales que se ciernen sobre el petróleo y la industria de gas libio.
Expuesta, sobre todo, está la asombrosa hipocresía de la administración Obama, vendiendo un burdo geopolítico golpe de estado, involucrando al norte de África y al Golfo Pérsico, como una operación humanitaria. En cuanto al hecho de otra guerra de EE.UU. en una nación islámica, eso es sólo una “acción militar cinética”.
Ha habido gran especulación en los EE.UU. y en todo el Oriente Medio que teniendo en cuenta el estancamiento militar, Washington, Londres y París puedan conformar el control del este de Libia; una versión norafricana de un Emirato del Golfo rico en petróleo. Gaddafi se quedaría con una hambrienta Trípoli al estilo Corea del Norte.
Pero considerando las últimas deserciones en el gobierno libio, más el deseo final de Obama de que “Gaddafi debe irse”, Washington, Londres, París y Riyadh no se conformarán con nada más que todo el kebab. Incluyendo una base estratégica para Africom y la OTAN.