Luis Aponte
Muy difícil imaginar que el “repentino” visitante a la reciente reunión de los presidentes Chávez y Santos (nos referimos al presidente de Honduras, Lobo) sea una jugarreta diplomática de Santos sorprendiendo a Chávez en su buena fe.
Tales cosas no ocurren en política internacional, y si ocurren pueden ser causa de consecuencias impredecibles, que en el caso de Santos y del sector de la oligarquía colombiana que lo apoya, no creemos estén dispuestos a correr semejante riesgo.
Y no se trata de un simple asunto de “creer” o “no creer”. Las mejoradas relaciones con Venezuela significan para Colombia una especie de tabla de salvación ante la imposibilidad de la economía estadounidense de apuntalar al capitalismo colombiano en el grado deseado por su oligarquía interna. Multiplicidad de factores objetivos se presentan maduros para el estallido de una crisis interna en la hermana república. Eso lo sabe su oligarquía, por lo menos su sector más lúcido, y a ello responde el “viraje” dado por el nuevo gobierno neogranadino con respecto al uribismo más rancio.
Para Venezuela esta relación -además de los aspectos puramente económicos donde sin tener cifras a la mano nos atrevemos a decir favorecen mayormente a Colombia- implica una ventaja estratégica que desactiva, por lo menos temporalmente, un importante flanco de ataque del imperialismo contra nuestra revolución.
Está claro que al imperialismo le favorece un clima de guerra y de tensiones pre-bélicas en la región. Lo están tratando de hacer con respecto al diferendo Costa Rica-Nicaragua. El gobierno de Costa Rica provoca al de Nicaragua con el aval de miles de marines yanquis estacionados en su suelo bajo el amparo de un régimen neoliberal y pro-imperialista, supuestamente “pacifista” y “desarmado”, entregado dócilmente a los dictámenes del norte.
Como siempre hemos señalado en nuestras opiniones, los factores externos actúan a través de los factores internos. Si no actuamos eficientemente sobre algunos problemas internos como por ejemplo, la acción conspiradora y separatista de los gobiernos regionales de Zulia y Táchira (habría que meterle la lupa al gobierno pepeteco de Amazonas), cualquier cambio en el escenario mundial o regional puede influir en la adopción de cambios políticos de tipo oportunistas. El caso de la agresión a Libia es un ejemplo emblemático de esta situación: de un buen amigo y socio de los gobernantes europeos, Gadafi y el gobierno libio pasaron a ser, de la noche a la mañana, enemigos a muerte. En realidad la derecha europea (y parte de su “izquierda”) jamás se tragaron a Gadafi y siempre lo tuvieron en la mira.
Es por ello que se impone fortalecer la posición interna de la revolución bolivariana como requisito en la consolidación de las ventajas estratégicas de esta relación Colombia-Venezuela. Son los riesgos de la política.
En este contexto debemos mirar lo ocurrido con la aparición de Lobo en la mencionada entrevista. Tal como lo vemos nosotros este hecho no es más que el reflejo de una nueva correlación de fuerzas en el ámbito regional donde cierta derecha busca pactar con la izquierda. Hace apenas una década esto hubiera sido impensable.
Es innegable que la situación interna de Honduras ha cambiado. El movimiento popular hondureño cuenta ahora con un instrumento organizativo y un programa de luchas con los que no contó nunca (ni siquiera durante el gobierno de Zelaya). Antes, las fuerzas progresistas se movían a lo interno de los partidos tradicionales y sus programas eran relativamente tímidos. La forma de lucha adoptada, es decir, la lucha de masas, ha puesto al gobierno hondureño a la defensiva. Esto denota un aprendizaje importante para el movimiento popular centroamericano: no dejarse tentar por el aventurerismo que en este momento y en esta situación concreta representa la lucha armada, dado un contexto regional donde fuerzas progresistas y de izquierda asumen un importante posicionamiento.
¡Como les gustaría a la oligarquía hondureña y al imperialismo que el movimiento popular pisara el peine de la provocación y fueran a las armas! Su vanguardia sería aislada de las masas y el movimiento popular seguramente derrotado. Las consecuencias políticas contra el ALBA-TCP serían irreparables.
En estos momentos el ingreso del líder Zelaya a tierra hondureña y su actuación “legal” es extremadamente importante, amén del respeto a los derechos humanos, civiles y políticos de la población hondureña (consignas esencialmente democráticas). Y eso es precisamente lo que se está negociando, siendo la participación de Lobo en la mencionada entrevista (con comunicación directa con Zelaya desde Caracas), un hito importante en ese proceso. Una negociación que responde a un nivel de la lucha política de los pueblos latinoamericanos y caribeños (y en especial del hondureño) y no a manipulaciones cupulares. Claro está, toda negociación implica dar y recibir, dependiendo en grado importante sus resultados incluso de la claridad de los negociadores.
A nosotros no nos extrañó esta presencia de Lobo, siendo precisamente el escenario colombiano el más indicado para dicha presencia. Tampoco nos asombra la posición de algunos compatriotas cuyos prejuicios pequeñoburgueses los lleva a estar a la caza de cualquier evento “dudoso” para gritar “traición” o proclamarse “decepcionados”. Quizás, lo decimos de manera autocrítica, se debería utilizar el sistema de medios públicos y otros medios y canales para debatir más sobre estos aspectos, al lado de la necesaria propaganda.
Mientras el cristal por donde miren esté lejos, pero muy lejos, del método marxista, las debilidades ideológicas de algunos militantes revolucionarios seguirán siendo nuestro principal talón de Aquiles.
PATRIA SOCIALISTA O MUERTE, VENCEREMOS