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La crisis mundial de 2008 desenmascaró las debilidades económicas de los países. Una de ellas son las ciudades fantasma que emergieron en España con el agravamiento de la situación financiera.
Una estación de trenes en la que casi no hay trenes. Una carretera por la que no pasa ningún coche. Una población en la que apenas hay gente. Esta es la situación de Valdeluz, una ciudad inaugurada en 2006 y situada entre Madrid y Guadalajara.
Esta ciudad fantasma representa una urbe que, como tantas otras, fue construida en tiempos de la bonanza económica española. Con la llegada de la crisis todas estas edificaciones se detuvieron, dejándolas con menos habitantes de los previstos y muy pocos servicios. Es por ello que a estas nuevas poblaciones, construidas al amparo del ‘boom’ inmobiliario, se las conoce como ciudades fantasma.
La urbanización de la ciudad estaba estructurada en cuatro fases en las que se preveía construir viviendas para unas 30.000 personas y una amplia red de servicios. Pero la realidad es bien distinta.
Apenas hay 1.700 habitantes, solo se construyó la primera fase y falta mucho por vender. El proyecto se encuentra totalmente paralizado. Un piso que hace cuatro años costaba 240.000 euros, ahora se vende por la mitad.
Además, el desarrollo de servicios públicos y otras infraestructuras tampoco ha llegado. Valdeluz solo cuenta con un centro provisional de salud, un colegio privado todavía en obras, un supermercado y un par de cafeterías. De esta situación se quejan los vecinos, que siguen esperando los servicios prometidos.
«Dicen que no hay suficientes habitantes. Si no pones los servicios nunca va a haber los suficientes habitantes. Yo creo que los servicios sirven de atracción», dijo Joaquín Ormazábal, presidente de la Asociación Vecinos Valdeluz.
Valdeluz es solo uno de los muchos ejemplos de las ciudades fantasma que hoy en día pueden encontrarse por toda la geografía española. Un fiel reflejo de la crisis económica que vive el país y que afecta, sobre todo, al sector inmobiliario. Pese a este panorama desolador, los vecinos esperan que cuando la crisis pase y la economía del país se recupere, el proyecto urbano que les prometieron se realice. «Yo creo que con paciencia las cosas van a acabar saliendo, pero bueno. De aquí a unos añitos esto va a ser muy diferente, estoy segura», indicó Lidia Martínez, residente de Valdeluz.
Y es posible que dentro de unos años la situación en Valdeluz cambie y deje de ser conocida como ciudad fantasma. Ese es el sueño de Lidia y de todas las personas que habitan en este sitio. Familias enteras que en su día buscaron un buen lugar para residir y ahora tratan de dar vida a una localidad desierta.
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