Cubadebate

Buenos Aires, abril 3 – El Premio Cervantes de Poesía 2007, el argentino Juan Gelman, ha conquistado la Justicia por la que tanto batalló durante las últimas tres décadas: los cuatro verdugos que asesinaron a su hijo, Marcelo Ariel, de 20 años, han sido condenados.

El Tribunal Oral Federal 1 de Buenos Aires castigó con penas de reclusión perpetua al ex general Eduardo Cabanillas, 25 años a los agentes civiles de la ‘guerra sucia’ de la dictadura argentina Honorio Martínez Ruiz, alias ‘Pájaro’ y Eduardo Alfredo Ruffo, alias ‘Zapato’ o ‘Capitán’, y 20 años para Raúl Guglielminetti, alias ‘Mayor Guastavino’.

Ruffo ya cumplió condena por la apropiación de la niña Carla Rutilo Artés, secuestrada el 2 de abril de 1976 en Bolivia junto a su madre. El padre, en tanto, fue asesinado. Recién en 1985 y merced a la búsqueda de su abuela, Matilde Artés Company, la niña pudo librarse de Ruffo y ambas viajaron a Madrid, donde todavía viven.

Al hijo de Gelman, militante de la Juventud Peronista afin a la guerrilla montonera, lo secuestraron en su casa el 24 de agosto de 1976, cuando su padre ya se había marchado al exilio. Lo trasladaron al campo de torturas Automotores Orletti donde fue vejado y asesinado entre el 4 y el 9 de octubre de 1976.

Le dispararon un tiro en la nuca, metieron su cadáver en un barril de petróleo vacío que rellenaron de cemento y lo arrojaron al un canal del Río de la Plata. De allí fue rescatado recién a fines de los años 80 y, finalmente, en 1990 la familia pudo hacer el velatorio en el sindicato de periodistas de Buenos Aires e inhumarlo.

Todavía hoy, Gelman da la pelea por encontrar a su nuera, María Claudia Iruretagoyena García, secuestrada con Marcelo Ariel y desaparecida, a los 19 años, embarazada de ocho meses.

En Automotores Orletti había también cubanos -Crescencio Galañega Hernández, de 26 años, y Jesús Cejas Arias, de 22, ambos secuestrados el 9 de agosto de 1976 frente al parque Belgrano, cerca de la Embajada de Cuba, luego del intento de asesinato del Embajador cubano en Buenos Aires, Emilio Aragonés.

Había uruguayos secuestrados y represores de varios países del Cono Sur, gracias al plan criminal Operación Cóndor con que Videla, Pinochet y otros dictadores militares de América Latina coordinaban la persecución, intercambio, y eliminación de opositores políticos.

Acaso por una extraña devolución de favores, los represores argentinos dejaron a sus pares de Uruguay llevarse a ese país a dos prisioneras embarazadas: una era María Claudia, que voló a Montevideo acompañada por los oficiales José Gavazzo y Manuel Cordero.

“Los militares uruguayos trasladaron como un envase a mi nuera, embarazada de ocho meses y medio, de Buenos Aires a Montevideo, esperaron el nacimiento de la niña y, dos meses después, se la arrebataron, asesinando a María Claudia en Uruguay”, dijo Gelman.

No se sabe aún dónde escondieron el cadáver. Presumiblemente, fue dentro de un cuartel castrense en Montevideo. Sí se supo, en cambio, que por el asesinato está acusado el policía militar Ricardo Conejo Medina, quien habría entregado al bebé, María Macarena, a su tío, el comisario Angel Tauriño, como un obsequio porque su esposa sufría de esterilidad.

Años atrás el Premio de Poesía Cervantes reencontró a su nieta María Macarena en Montevideo y le obsequió su identidad, igual que hacen las Abuelas de la Plaza de Mayo argentinas.