Como señala Miguel Martínez en el sitio web progresista ComeDonChisciotte, estas revelaciones, alentadas por los servicios secretos italianos, deben interpretarse como una muestra de rivalidad en el seno del capitalismo europeo.
Red Voltaire precisa que Francia y Reino Unido se asociaron en este proyecto de derrocamiento de Muammar Al Gaddafi.
Sin embargo, el plan fue modificado en el contexto de las revoluciones árabes y Estados Unidos tomó entonces el control del mismo imponiendo sus propios objetivos (contrarrevolución en el mundo árabe y desembarco del AfriCom en el continente negro).
La actual coalición que está llevando a cabo la intervención militar en Libia sería por lo tanto el resultado de ambiciones diversas, lo que explicaría las contradicciones internas existentes.
Según revela Bechis en sus escritos, el 20 de octubre de 2010 Nuri Mesmari, el entonces Jefe de Protocolo de la corte de Muammar Al Gaddafi, visita la capital de Túnez durante unas horas para establecer los contactos para preparar la rebelión en Libia, concretamente en la región de la Cirenaica.
Además, Mesmari prepara la estocada contra Gaddafi aliándose con Francia.
Precisamente un día después, el 21 de octubre, Mesmari llega a París con toda su familia argumentando que va a someterse a un tratamiento médico y probablemente a una intervención quirúrgica. Pero jamás verá a ningún médico. En cambio, si verá, y todos los días, a varios funcionarios de los servicios secretos franceses. Mesmari pide finalmente asilo político en Francia.
La reunión
Está comprobado que estrechos colaboradores del presidente francés fueron vistos a principios de noviembre mientras entraban en el hotel Concorde Lafayette de París, donde se hospeda Mesmari.
El 16 de noviembre, una hilera de autos azules se mantiene ante el hotel. Una larga y concurrida reunión tiene lugar en la suite de Mesmari.
Dos días después, una nutrida y extraña delegación francesa sale para Benghazi. La componen funcionarios del ministerio de Agricultura, dirigentes de France Export Céréales y de France Agrimer, dirigentes de Soufflet, de Louis Dreyfus, de Glencore, de Cani Céréales, Cargill y Conagra.
En los papeles, se trata de una delegación comercial encargada de obtener, precisamente en Benghazi, importantes pedidos libios. Pero el grupo incluye también varios militares franceses camuflados como hombres de negocios.
En Benghazi van a reunirse con un coronel de la aviación libia cuyo nombre les ha proporcionado Mesmari: Abdallah Gehani. El hombre está por encima de toda sospecha, pero el ex jefe de protocolo de Gaddafi ha revelado que Gehani está dispuesto a desertar y que tiene también buenos contactos con la disidencia tunecina.
La operación se desarrolla en el mayor secreto, pero algo se filtra y llega a oídos de los hombres más cercanos a Gaddafi. El coronel sospecha algo. El 28 de noviembre firma una orden internacional de arresto contra Mesmari.
La orden llega también a Francia a través de los canales protocolares. Alarmados, los franceses deciden acatar la orden de arresto de manera formal.
Cuatro días después, el 2 de diciembre, la noticia se filtra precisamente desde París. No se dan nombres, pero se revela que la policía francesa ha arrestado a uno de los principales colaboradores de Gaddafi.
Al principio, Libia se siente tranquila nuevamente. Hasta que se entera de que Mesmari está en realidad bajo arresto domiciliario en su suite del Hotel Concorde Lafayette. Gaddafi empieza a molestarse.
La cólera de Gaddafi
Cuando llega la noticia de que Mesmari ha solicitado oficialmente asilo político en Francia, estalla la cólera de Gaddafi, quien ordena el retiro de pasaportes, incluso al propio ministro de Relaciones Exteriores Mussa Kussa, acusado de ser responsable de la deserción de Mesmari.
Después trata de enviar a sus hombres a París, con mensajes para el traidor: «Regresa. Serás perdonado». El 16 de diciembre, es Abdallah Mansur, jefe de la televisión libia, quien trata de hacer llegar el mensaje. Los franceses lo detienen a la entrada del hotel. Otros libios llegan a París el 23 de diciembre. Son Farj Charrant, Fathi Bukhris y Alla Unes Mansuri.
Los conoceremos mejor después del 17 de febrero, porque son precisamente ellos quienes, junto a Al Hadji, dirigirán la revuelta de Benghazi contra las milicias del coronel.
Los franceses autorizan a estos tres personajes a salir a cenar con Mesmari en un elegante restaurante de los Campos Elíseos. También participan en la cena varios funcionarios de la presidencia de la República Francesa y algunos dirigentes de los servicios secretos franceses.
Entre la Navidad y el Día de Año Nuevo aparece en el boletín Maghreb Confidential la noticia de que Benghazi se encuentra en ebullición –cosa que nadie sabe todavía– y también aparecen varias indiscreciones sobre ciertas ayudas logísticas y militares que parecen haber llegado a la segunda ciudad libia, ayudas provenientes precisamente de Francia.
Ya está claro que Mesmari se ha convertido en un instrumento en manos de Sarkozy, quien trata de sacar a Gaddafi de Libia. El boletín confidencial sobre el norte de África comienza a filtrar los contenidos de esta colaboración.
Mesmari se gana el apodo de «Libyan Wikileak» porque revela uno tras otro los secretos de la defensa militar del coronel y cuenta todos los detalles sobre las alianzas diplomáticas y financieras, trazando incluso un verdadero mapa de la distribución de los sectores en desacuerdo y de las fuerzas que se encuentran en el terreno.
A mediados de enero, Francia tiene en mano todas las llaves para tratar de derrocar al coronel. Pero se produce una filtración. El 22 de enero, el jefe de los servicios secretos en la región de Cirenaica, fiel a Gaddafi, el general Audh Saaiti, arresta al coronel de aviación Gehani, quien trabaja en secreto para los franceses desde el 18 de noviembre.
El 24 de enero, Gehani es enviado a una prisión en Trípoli, acusado de haber creado en Cirenaica una red social que elogiaba la oposición tunecina contra Ben Ali. Pero es demasiado tarde. Gehani ya tenía preparada la revuelta de Benghazi, con los franceses.