Apolo Martín

La votación del Consejo de Seguridad (o inSeguridad) de la ONU deja ver claramente que las superpotencias económicas y militares no tienen ideología, sino intereses, y como pocos estados corresponden verdaderamente a los de todos sus ciudadanos, sino a una élite, éstas son las que impulsan a sus gobernantes a apoderarse por cualquier medio de los recursos que deberían ser para toda la humanidad. El gobierno «socialista» de China, y el de la otrora comunista Rusia, con su abstención, pretenden lavarse las manos en el asunto libio, mientras por debajo de cuerda tratan de extraer jugosos beneficios de su traición a los pueblos progresistas. ¿Cuál será el premio? ¿La promesa del acceso permanente al petróleo del país con las reservas más grandes del planeta?

Ante esta decepcionante votación, no podemos sino pensar que los países industrializados, o mejor dicho, sus oligarquías, han ido adelantando sus planes para subyugar nuevamente a la otra parte del mundo: América Latina, Africa, parte de Asia y Oceanía están siendo repartidas cual si de botín pirata se tratara, esta vez con nuevas armas y nuevas excusas. Los medios de comunicación y el amor a la democracia son los estandartes de las nuevas invasiones. Por casualidad, son los países exportadores de petróleo los más amenazados y más vigilados de cerca por una policía internacional autonombrada, los ejércitos «liberadores» y de naciones «cultas» contra los asesinos terroristas y bárbaros de los países mestizos, arabes o negros.

Si un país que posee algún recurso apetecido por las superpotencias tiene un gobierno marcadamente de derecha, así sea una dictadura, así masacre a su pueblo o a sus vecinos, es catalogado como «ejemplar» por los países «civilizados», pero si no sigue al pie de la letra los dictados imperiales, es colocado en la lista de «forajidos», y si no corrige su política, es mudado a la de «invadible» por un consejo de seguridad que más parece una asamblea de matones al más puro estilo de la mafia. La dictadura mundial se acerca a pasos agigantados. Lo que parecía un libreto de comiquitas infantiles o malas películas de espías se está convirtiendo en realidad. Eso sí, vale recordar, esta vez con toda propiedad, que el pequeño David pudo con el grande y soberbio Goliat.

apolomartin@hotmail.com