Ante esta decepcionante votación, no podemos sino pensar que los países industrializados, o mejor dicho, sus oligarquías, han ido adelantando sus planes para subyugar nuevamente a la otra parte del mundo: América Latina, Africa, parte de Asia y Oceanía están siendo repartidas cual si de botín pirata se tratara, esta vez con nuevas armas y nuevas excusas. Los medios de comunicación y el amor a la democracia son los estandartes de las nuevas invasiones. Por casualidad, son los países exportadores de petróleo los más amenazados y más vigilados de cerca por una policía internacional autonombrada, los ejércitos «liberadores» y de naciones «cultas» contra los asesinos terroristas y bárbaros de los países mestizos, arabes o negros.
Si un país que posee algún recurso apetecido por las superpotencias tiene un gobierno marcadamente de derecha, así sea una dictadura, así masacre a su pueblo o a sus vecinos, es catalogado como «ejemplar» por los países «civilizados», pero si no sigue al pie de la letra los dictados imperiales, es colocado en la lista de «forajidos», y si no corrige su política, es mudado a la de «invadible» por un consejo de seguridad que más parece una asamblea de matones al más puro estilo de la mafia. La dictadura mundial se acerca a pasos agigantados. Lo que parecía un libreto de comiquitas infantiles o malas películas de espías se está convirtiendo en realidad. Eso sí, vale recordar, esta vez con toda propiedad, que el pequeño David pudo con el grande y soberbio Goliat.
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