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El Gobierno japonés aseguró que lucha denodadamente por evitar una «explosión nuclear descontrolada», después de la que destruyó el edificio que contenía el armazón metálico que protege el reactor nuclear número uno de una de las dos centrales nucleares de Fukushima. El Ministerio de Relaciones Exteriores convocó de urgencia a todos los embajadores acreditados en Tokio para explicarles hoy la situación que atraviesa el país luego del terremoto del pasado viernes y, en especial, las medidas que se están adoptando para impedir la explosión de alguno de los cinco reactores nucleares cuyo sistema de refrigeración fue dañado por el sismo.

«El Gobierno ha hecho hincapié en que su prioridad es la seguridad», declaró uno de los asistentes a la reunión. Para Tokio, aunque la situación es «muy grave», según admitió el primer ministro Naoto Kan, hasta ahora la radiactividad desprendida está bajo control. Kan aseguró que el terremoto y el tsunami del viernes sumergieron a Japón en su peor crisis desde el final de la II Guerra Mundial. 

Las autoridades parecen asumir que se está produciendo una fusión del núcleo de los reactores, pero su gran preocupación no es esa, sino evitar «una explosión descontrolada» del sarcófago metálico que contiene el reactor, como pasó en 1986, en Chernobyl. Por esa razón se decidió refrigerar los reactores inyectándoles agua de mar, lo que facilita el enfriamiento, aunque «muy posiblemente» los deje inservibles.

Por ahora, no hay ninguna grieta en los sarcófagos, ni siquiera en el del reactor número uno, pese a la explosión del sábado. La causa de ésta fue la acumulación hidrógeno en el techo del edificio que guarda el reactor encerrado en su sarcófago y el contacto del hidrógeno con el oxígeno. Esa acumulación procedía de que al inyectarse agua marina se genera vapor y es necesario abrir las válvulas de hidrógeno. 

Hoy el reactor más complicado es el número dos, cuya temperatura es muy elevada y en su interior se está produciendo la fusión del núcleo. Los expertos están utilizando la misma técnica de enfriamiento por agua marina pero tratan de abrir una vía de escape mayor al vapor, para evitar otra explosión del edificio que lo contiene.