“No se puede evitar el cierre de esa planta atómica”, aseguró Kan durante un encuentro con el líder del Partido Comunista del país, Kazuo Shii.
El jefe de Gobierno nipón destacó la necesidad de “empezar de cero” en el desarrollo de la estrategia energética de Japón para los próximos años. El avance contempla la instalación de unos 14 nuevos reactores atómicos hasta 2030, nueve de ellos estarían en funcionamiento en 2020.
Del mismo modo, Kan indicó que el proyecto de expansión de plantas nucleares para generación eléctrica será sometido a revisión.
Después del terremoto de magnitud 9,0 y el tsunami cuatro reactores nucleares de la mencionada central comenzaron con problemas de refrigeración. Posteriormente, la principal empresa eléctrica del país, Tokyo Electric Power (Tepco), ha tenido esfuerzos inútiles.
Sin embargo, reconoció que «es difícil estabilizar los reactores en las próximas semanas», motivo por el cual pidió disculpas al país por los problemas que ha generado el accidente nuclear más grave de la historia de Japón.
El portavoz gubernamental, Yukio Edano, expresó que, antes de afrontar consecuencias sociales de alto riesgo y más hechos que lamentar, lo correcto es desmantelar todos los reactores de la central.
Edano afirmó que se necesitará un «tiempo considerable» para que la temperatura de las barras de combustible nuclear se enfríen y se estabilicen, paso fundamental para la desmantelación de las instalaciones.
El Gobierno se pronunció luego de detectar un nuevo aumento de radiación en el mar que rodea la central, hecho que paralizó los trabajos de tratamiento en la planta.
Las aguas al sur de la central registran un nivel de yodo radiactivo hasta 2 mil 255 veces sobre el límite legal, cuando el día sábado era de mil 850 veces.
“La alta concentración de material radiactivo en el mar y en los edificios de turbinas de los reactores indican que se está produciendo una fuga continuada desde el peligroso núcleo de los reactores, aunque la autoridades desconocen el origen de la filtración”, manfiesto Edano.
Para el Gabinete nipón, este hecho eleva las dudas sobre la capacidad de los ingenieros y trabajadores de Tepco para poner fin a las filtraciones de material radiactivo. Por tales motivos, rociarán con una resina especial los edificios de los reactores, con el fin de detener la propagación de sustancias radiactivas.
Igualmente, examinan la factibilidad de utilizar un barco petrolero para almacenar el agua radiactiva que se acumuló en la planta nuclear, y cualquier otra opción que permita minimizar la contaminación alrededor de la central y, por ende, resguardar la salud de los japoneses.
Por el momento, el Gobierno ya ordenó cambiar las normas de seguridad en las 15 centrales nucleares del país -que suman 44 reactores y generan 30 por ciento de la energía eléctrica- a los fines de evitar que se presenten problemas en los sistemas eléctricos que mantienen sus vitales sistemas de refrigeración en funcionamiento.
Entre las medidas destacan la instalación de generadores móviles en vehículos, que puedan reforzar los generadores de emergencia, y la organización de simulacros de accidentes.