Fuentes de Cancillería confirmaron la persona que transportaba las armas en un vehículo BMW con patente diplomática no tenía el permiso de portación que exige la ley, y además no brindó a las autoridades argentinas su verdadero domicilio.
Según informa en su edición de hoy el diario Tiempo Argentino, el hecho se produjo el pasado miércoles 23 de marzo, cuando la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) secuestró de un auto con patente diplomática de Estados Unidos dos fusiles durante un chequeo de rutina en los ingresos del aeropuerto de San Fernando (cercano a la ciudad de Buenos Aires)
Los oficiales Giayetto y Orrico sabían que luego del intento frustrado de ingresar equipos de inteligencia y armas en el Aeropuerto de Ezeiza, el asunto debía manejarse con suma cautela. Entonces, se comunicaron por radio con el jefe de turno y esperaron nuevas órdenes. Los rayos X demostraron que las fundas tenían en su interior dos armas largas con mira telescópica. Un simple operativo de control de ingreso y egreso al aeropuerto se había transformado en un posible conflicto diplomático. La documentación de las armas no estaba.
Cerca de las 16:40, el secretario del juzgado Federal en lo Criminal y Correccional a cargo de Conrado Bergesio llegó al aeropuerto y ordenó que se tomen fotografías del BMW patente PA-6837 y de las armas. Además, se pidió informes al Registro Nacional de Armas de Fuego (RENAR) sobre los fusiles Browning calibre 325 y Tikka T3 calibre 300 secuestrados junto a dos cargadores y unas 30 balas.
Pero el incidente no pasó a mayores. El secretario del juzgado ordenó que se permitiera el ingreso y egreso de Hankins al aeropuerto de San Fernando. Sin embargo, quedó abierta una causa por violación del artículo 189 bis del Código Penal que prohíbe la tenencia de armas de fuego sin la documentación y los permisos necesarios. El delito de portación sin autorización está penado con prisión de uno a cuatro años. Un dato que llamó la atención fue que el secretario del juzgado de Bergesio, Fernando Goldaracena, no ordenara sacarle una fotografía al presunto mecánico de aviones (el acta de la PSA afirma que ese es su trabajo) que andaba felizmente con dos fusiles de caza mayor sin la documentación reglamentaria. Tal vez, la patente diplomática del BMW le brindaba la sensación de seguridad e impunidad. La realidad es que ni la PSA ni el juzgado cuentan con una imagen de la cara del empleado de la embajada.
Pero pasadas las 19 del miércoles, el teléfono de la delegación de San Fernando de la Policía de Seguridad Aeroporturia sonó. Del otro lado de la línea, un hombre se identificó como el teniente coronel Guy, de la embajada de los Estados Unidos y solicitó información sobre el altercado. El llamado se repitió con el secretario del juzgado de Bergesio. Si bien las armas fueron entregadas al juzgado y la causa sigue abierta, el magistrado dispuso que se devolvieran los fusiles a Hankins.
Según consta en los registros de la Dirección Nacional de Migraciones, el presunto mecánico de aeronaves ingresó al país el 20 de marzo de 2010 en un vuelo de Delta Airlines proveniente de Japón con pasaporte de los Estados Unidos. El acta de la PSA afirma que se hospedaría en el Alvear Palace Hotel del barrio porteño de Recoleta.
Fuentes de Cancillería confiaron a Tiempo Argentino que “la embajada no informó sobre el incidente”, sin embargo, siguen el tema con atención.
El artículo 125 del decreto reglamentario de la Ley Nacional de Armas y Explosivos ordena que el transporte “deberá efectuarse siempre por separado de sus municiones y dentro de la mayor reserva”. La norma dispone además que debe disimularse “la naturaleza” de la carga. Sin embargo, los dos fusiles fueron encontrados en el asiento trasero del vehículo, a la vista y las municiones no estaban separadas.
Las sospechas de que los Estados Unidos ingresan armas y equipos de inteligencia de manera ilegal a la Argentina se confirmaron el pasado 10 de febrero cuando un enorme avión C17 Globemaster III llegó al país con una “carga sensible” destinada a un curso de entrenamiento táctico. Pero los containers no sólo traían las toneladas de equipamiento declarado. Por orden de la presidenta Cristina Fernández, el propio canciller, Héctor Timerman, participó del operativo junto al secretario de Transportes de la Nación, Juan Pablo Schiavi. La noticia cayó como un baldazo de agua fría en los Estados Unidos. Nunca habían pensado que un país se atreviera a revisar los aviones que vuelan por los cielos del mundo casi sin controles y secuestrar su carga.
El ciudadano estadounidense implicado en el episodio se llama Matthew Steven Hawking, y según consta el acta labrada por la policía aeronáutica, su profesión sería «mecánico de aviones».
Según la base de datos de la Dirección Nacional de Migraciones, esta persona ingresó al país el 20 de marzo pasado y declaró que se alojaría en el hotel Alvear de la Recoleta.
Sin embargo, Tiempo Argentino se comunicó con ese hotel y desde allí negaron que alguien con esa identidad se haya hospedado en las últimas dos semanas.
Las sospechas de los investigadores argentinos es que se trataría de un posible francotirador y se estan investigando los motivos de su ingreso al país y su relación con la embajada estadounidense.