Santiago O’Donnell

pagina12

 

Un cable filtrado por Wikileaks al que tuvo acceso Página/12 revela jugosos detalles de la trastienda en la Embajada de Estados Unidos y por qué la esperanza era Obama.

 

La relación entre la Embajada de los Estados Unidos, sus mecanismos de información interna y los medios argentinos llegó a ponerse tan complicada que en diciembre de 2008 Earl Anthony Wayne debió encomendarse a Barack Obama y cambiar su estrategia de difusión pública.

Wayne parecía buscar un equilibrio para no pelearse inútilmente con el gobierno argentino a pesar de algunas críticas hacia gestos de los Estados Unidos por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del ex presidente Néstor Kirchner.

“No faltaron enemigos políticos, reales o imaginarios en las palabras de Néstor Kirchner”, dice un cable filtrado por Wikileaks al que tuvo acceso exclusivo Página/12. Y continúa: “Durante su presidencia y llegando a la de su esposa criticó a los medios por descarrilar la agenda kirchnerista, y ahora ha agregado al vicepresidente Cobos y a Elisa Carrió a su lista negra”.

Agrega Wayne que antes “las críticas de Kirchner hacia Estados unidos habían sido más indirectas, pero en meses recientes tanto él como CFK fueron más puntuales en sus críticas”. Con un agregado: “La prensa argentina también ha sido más creativa en su uso de los dichos del embajador para describir más conflictos de los que realmente existen, por ejemplo en el tema de lavado de dinero, y el manejo esta semana de las Notas de Archivo”.

El embajador resumió, entonces, sus objetivos: “Buscando preservar los intereses de largo plazo de los Estados Unidos en este país grande, hemos buscado dejar pasar sus provocaciones enfatizando los aspectos positivos de la relación…”. Para eso, Wayne se prometía a sí mismo “seguir trabajando duro” para combinar “una política de libertad de prensa” con la “honestidad periodística, mientras mantiene una buena relación de trabajo con el gobierno de Argentina”.

Según el despacho enviado entonces al Departamento de Estado, “la buena noticia es que según observadores bien informados, será difícil para los Kirchner seguir usando a Estados Unidos como bolsa de boxeo (punching bag, en el original), una vez que asuma Obama”.

En diciembre de 2008 la asunción era inminente: Barack Obama se haría cargo de la Casa Blanca el 20 de enero de 2009 en reemplazo de George W. Bush.

El cable permite acceder a la trastienda de las decisiones de la Embajada de los Estados Unidos en su trato diario con el Gobierno y con medios de comunicación y periodistas.

El caso que despertó las reflexiones y el plan interno de Wayne surgió a partir de un título de tapa de Clarín, a su entender falso, que hablaba de tensiones entre los gobiernos de Argentina y Estados Unidos. Según el cable, si se atendía a esa tapa el gobierno argentino había recibido un “fuerte reclamo” de Washington cuando en realidad, para la embajada, se trataba de frases sueltas extraídas de un informe anual mundial del Departamento de Estado. El despacho indica que el informe es tan rutinario que se llama Notas para el Archivo, o “Background Notes”. Más aún, muy lejos del tono de reproche, el informe sobre Argentina en general había sido positivo y destacaba varios logros del Gobierno, empezando por el fuerte crecimiento económico.

En páginas interiores, Clarín publicó un artículo de su corresponsal en Washington, Ana Barón. Señalaba que era un “informe anual” escrito por “una mano diplomática” y marcaba algunas “advertencias” que aparecerían en el capítulo económico.

“Aunque el informe destacó la naturaleza positiva de la relación entre Estados Unidos y la Argentina y señaló el crecimiento continuado de la Argentina, el diario de mayor circulación, Clarín, caracterizó el informe como una ‘dura advertencia’ al gobierno de Argentina y agregó una columna editorial afirmando que las Notas de Archivo desnudaron las tensiones latentes en la relación”, escribió el embajador.

La obsesión de Wayne –parecía ser– era quedar al margen, al menos, de conflictos que él no buscara. “La edición de la mañana del 18 de diciembre, por ejemplo, llevó un título en letras de molde rojo debajo de la historia principal: ‘Fuerte reclamo de Estados Unidos por tarifas, bonistas y empresas’. Tales titulares de Clarín, muchas veces injustificados, como en este caso, provocan en los Kirchner una reacción pública, que castiga a los Estados Unidos”.

Como justo habría una recepción anual para periodistas por el fin de año, la embajada hizo lo más sencillo en estos casos: informar.

“El embajador revisó el discurso que había preparado para la recepción anual de periodistas por las fiestas (que para mayor conveniencia justo estaba convocada para el mismo día en que salió la historia de Clarín) para incluir frases afirmando que ‘ciertos medios’ habían ‘inventado tensiones’ de las Notas de Archivo, y presentó ejemplos de cómo el informe sobre la economía argentina había sido positivo”, dice el cable. “El embajador Wayne subrayó que la relación bilateral es estable y balanceada pese a los desacuerdos sobre temas específicos que pueden aparecer cada tanto. Dio un fuerte mensaje sobre la importancia de la prensa libre para la democracia. La sección de Asuntos Públicos distribuyó copias de las Notas de Archivo a los periodistas presentes en la recepción, así como un ayudamemoria que describe los elementos positivos del informe, así como su neutralidad.”

Con cien periodistas presentes la noticia se difundió rápido. Pero eso no fue todo. “Funcionarios de prensa de la embajada también llamaron y entregaron en mano el discurso, el ayudamemoria y las Notas de Archivo a voceros de la Casa Rosada y el Ministerio de Relaciones Exteriores, muchos de los cuales estaban acompañando a CFK en Brasil. Prensa de la embajada le mandó el mismo paquete al editor jefe de Clarín, quien en una llamada telefónica para acusar recibo del paquete, preguntó tímidamente si la relación del diario con la embajada seguía intacta. El diario cubrió la declaración del embajador a toda página en la mañana del 17 de diciembre, pero el editor en jefe escribió un editorial defendiendo el artículo del día previo, sugiriendo que la diferencia era más bien semántica: lo que la embajada llama ‘desafíos’ el diario llama ‘tensiones’.”

Al día siguiente del título de Clarín, Kirchner habló en un acto del Frente para la Victoria. En su discurso criticó a Cobos, a Lilita Carrió y a la llamada prensa opositora. Pero no a la embajada. “Kirchner reconoció que había querido criticar el informe, pero dijo que ‘estaba muy enojado con el Departamento de Estado, iba a dedicarle un párrafo entero (de mi discurso a este tema). Pero, embajador, quería ser leal. Sus rápidos reflejos, me ganó de mano, como usted dijo, todo esto fue una fabricación de la prensa”, transcribió, satisfecho, Wayne.

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