Dos demandantes individuales tenían previsto presentar este lunes ante el Fiscal General de Ginebra una acusación firme contra el ex presidente estadounidense.
La incriminación se basa en la extensa argumentación legal de tres prestigiosas organizaciones de Derechos Humanos y tiene el apoyo de otras 22 entidades e individuos, entre los que se encuentran varios Premios Nobel de la Paz.
Bush no pisará territorio suizo y, por lo tanto, la Justicia helvética no podrá actuar al no estar el demandado dentro de su jurisdicción territorial. Sin embargo, las organizaciones ya han anunciado que “los cargos contra el ex presidente le estarán esperando vaya donde vaya“.
En efecto, la acusación preparada en principio para Suiza podrá utilizarse en el futuro, casi como si de una plantilla se tratara, para denunciar al ex presidente en cualquiera de los países que visite y que haya ratificado la Convención contra la Tortura y el Maltrato de Naciones Unidas.
Según dicho tratado, un total de 147 Estados están obligados a investigarle y enjuiciarle si se demuestra que hay evidencias suficientes contra él.
Sin inmunidad procesal
Según el Centro para los Derechos Constitucionales de Estados Unidos, su homólogo en Alemania y la Federación Internacional para los Derechos Humanos de París, pruebas contra Bush sobran.
Aseguran que “ostenta la responsabilidad individual por los actos de tortura […] contra los detenidos bajo custodia estadounidense, puesto que ordenó, autorizó, aprobó, planificó o asistió e indujo por otros medios a estos actos, o dejó de evitar o castigar a sus subordinados por la comisión de dichos actos”.
El informe realizado por estas tres organizaciones internacionales se ha basado en 2.500 páginas de memorandos oficiales dictados por Bush o por subordinados de su cadena de mando, así como en informes del propio Gobierno estadounidense, Cruz Roja y la ONU.
Entre los actos de tortura de los que se le hace responsable, el documento cita la autorización del presidente a la CIA para capturar y retener a presuntos terroristas en centros de detención secretos, en los que se les sometería a “técnicas de interrogatorio reforzadas”, tales como la asfixia simulada, las posturas estresantes, la privación del sueño, la manipulación de los alimentos y la temperatura.
A estas prácticas, cabe sumar la falta de asistencia letrada de los detenidos retenidos en Guantánamo, y su sometimiento a tratos equivalentes a la tortura .
Todas estas acusaciones se sustentan, además, en las declaraciones del propio Bush en su libro de memorias, ‘Decision Points’, en el que reconoce que autorizó la tortura.