El fuerte cruce diplomático con los Estados Unidos, a partir de un avión militar que aterrizó el jueves pasado con material no declarado previamente, subió ayer un nuevo escalón. Desde Washington, el vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley, dijo que su país está “perplejo y preocupado” por el “inusual registro” que llevó a las autoridades argentinas a secuestrar cerca de 1000 pies cúbicos de armas, drogas y equipamiento complejo. Y pidió la devolución de lo incautado. Más tarde, el funcionario Arturo Valenzuela, jefe de esa oficina para la región, se volvió a quejar por las “formas” pero admitió que pudo haber discrepancias entre los artículos documentados y los que, finalmente, trajo la nave.
El ministro Héctor Timerman, por la noche, en una entrevista con CNN, informó que la Argentina no va a devolver el cargamento secuestrado y le exigió al gobierno de Barack Obama un pedido de disculpas.
La justicia argentina, por si fuera poco, se hizo eco del escándalo. El juez en lo penal económico Ezequiel Berón de Astrada le pidió ayer a la Aduana “con carácter de urgente” datos precisos sobre el cargamento incautado durante el procedimiento en el aeropuerto de Ezeiza.
El secuestro de armas, drogas y otros equipos “con información calificada como secreta” no declarados en la documentación original, firmada por autoridades del gobierno argentino y de los Estados Unidos, ya había generado el anuncio de que la Casa Rosada protestaría ante Washington por el “material sensitivo” que fuera intervenido. La carta con la “enérgica protesta” se formalizó en las últimas horas de ayer. Allí, el canciller argentino Héctor Timerman le subraya a la embajada en Buenos Aires que ninguna de las respuestas que dio hasta el momento el gobierno de los Estados Unidos fue “satisfactoria”.
El encargado del Departamento de Estado para la región, Arturo Valenzuela, le concedió ayer una entrevista a la CNN para hablar del conflicto. En la nota, aseguró que “no se entendió mucho la reacción del gobierno argentino” y que “sorprendió que no se haya conversado de manera respetuosa”. Pero, al mismo tiempo, reconoció que pudo haber diferencias entre el material declarado por Washington y el que arribó a Ezeiza. “Si hubo alguna discrepancia, se debió haber conversado, sin pasar a estas acusaciones desmesuradas. No hubo ninguna intención de violar leyes argentinas”, se defendió Valenzuela. “Es bastante penoso ver esta situación”, se quejó.
El comunicado del vocero del Departamento de Estado fue en el mismo sentido. Philip Crowley reclamó la “devolución inmediata” de los artículos retenidos. Y se mostró sorprendido porque el gobierno argentino no abordó el incidente “a través de canales diplomáticos normales”. “Estamos perplejos y preocupados por las acciones de las autoridades argentinas”, dijo el portavoz. Pero, acto seguido, el funcionario admitió: “Tal vez un número de serie no fue declarado debidamente, pero esta era el tipo de cosas que pudo haberse resuelto fácilmente por funcionarios aduanales.”
El canciller argentino le respondió a Valenzuela por el mismo canal de noticias. En una entrevista con CNN, anunció que la Argentina no va a devolver el material secuestrado y le recomendó al Departamento de Estado que haga llegar un pedido de disculpas. “La Argentina está diciendo la verdad. Así como nuestro país cumple con la leyes de Estados Unidos, ellos deben cumplir con las leyes argentinas. Lo más correcto es que ese material sea retenido por la justicia argentina y por la Aduana, que es lo que haría cualquier país normal preocupado por la seguridad”, dijo. Por último, Timerman explicó a qué se refirió Valenzuela cuando protestó porque “amedrentaron al personal” norteamericano. “Dos soldados de los Estados Unidos se sentaron sobre una valija durante seis horas, y cuando se pudo abrir, adentro se encontró morfina, códigos secretos y manual de instrucción de equipamiento para interferir comunicaciones”, aclaró el ministro. El domingo, Valenzuela había llamado a Timerman para expresarle su “inquietud” durante una conversación en la que el funcionario estadounidense no brindó al canciller detalles sobre el material incautado. Ese mismo día, el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino había informado que “entre el material incautado, al que no hace referencia el Departamento de Estado, hay desde armas hasta diferentes drogas; entre otras, varias dosis de morfina”, y también “material para interceptar comunicaciones, varios GPS de una sofisticación reveladora de su potencia, elementos tecnológicos conteniendo códigos caratulados como secretos, así como un baúl completo con drogas medicinales vencidas.”
No es la primera vez que un curso similar plantea problemas entre ambos países. En agosto del pasado año, un avión de las Fuerzas Armadas no pudo descargar el material para un entrenamiento porque no había sido declarado previamente. Esa vez, la cancelación estuvo a cargo de la embajadora de Estados Unidos en Buenos Aires, Vilma Martínez.
Cronología
10 de febrero. El avión de carga más grande del mundo, un Boeing Globmaster III C17, de la Fuerza Aérea estadounidense aterrizó en Ezeiza. Traía material para un curso con el GEOF.
10 de febrero. Las autoridades argentinas chequearon las cajas que llevaban el sello de la 7ª Brigada de Paracaidistas del Ejército. Y encontraron material no declarado equivalente a 1000 pies cúbicos.
12 de febrero. La Cancillería da a conocer la noticia. Comunica que el material que no coincidía con la declaración fue secuestrado.
13 de febrero. La Cancillería informa que entre lo incautado hay armas, drogas, material para interceptar comunicaciones, elementos tecnológicos que contienen códigos caratulados como secretos y drogas medicinales vencidas.