Esteban Morales
UNEAC

Cuando escuchamos hablar a la Sra. Secretaria Hilary Clinton acerca de algunos acontecimientos recientes de la relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y de sus intentos subversivos, con sus más recientes discursos, nos quedamos estupefactos.

Hay pocas alternativas: o la Sra. Clinton carece de toda sutileza para el análisis político, o no es nada sofisticada para ser la Secretaria de Estado de un país como Estados Unidos, o es realmente una tonta, que llega a creerse que los demás deben aceptarle los cuentecitos y los llamados a la subversión que hace.

La prepotencia hace lucir tontas a la gente, porque una de las manifestaciones más importantes del prepotente es que, por alguna razón, los demás tienen que aceptarle lo que el dice, pues están imbuidos de una filosofía en que la “verdad es lo conveniente”. El pragmatismo es la filosofía en que se fundamentan las formulaciones que hacen. No es que una dosis de pragmatismo en política no sea buena, pero hay, que de manera inteligente, combinarla con otras cosas.

Tales formulaciones, como las ahora realizadas por la Clinton, hacen de la verdad algo distinto a lo que desde nuestras posiciones, desde una ética revolucionaria, pudiéramos imaginar. Para esta vertiente reaccionaria del pensamiento político, que es donde se fundamentan los discursos de la Hilary sobre Cuba, “lo verdadero es lo útil a sus propósitos”. No les importa si existe correspondencia o no entre lo que se dice y la realidad; sino que la verdad para ellos, “es lo que sirve a los propósitos que se persiguen”. Tampoco se detienen a comprobar si lo que están diciendo se corresponde con la realidad o no; no les hace falta, porque sus formulaciones se apoyan en la fuerza para imponer sus visiones de los acontecimientos y en los poderosos medios de comunicación de que disponen, que no tienen porque mostrar la verdad, sino un recorte de la realidad o la realidad que ellos trata de construir.

La verdad, entonces, se maneja dentro de un juego entre pragmatismo del lenguaje y medios de comunicación. Porque en definitiva, lo importante para los pragmáticos, como la Hilary, es hacer creer a los demás lo que le conviene. Poco le importa a esta gente si afuera está lloviendo o no, lo importante es hacer creer que lo que ellos dicen, no sólo es la realidad, sino hasta capaz de modificarla.

Veamos ahora cual es el “jueguito” de la Sra. Secretaria. Resulta que el “contratista” que esta preso en Cuba (sólo Cuba sabe hasta cuando) pobrecito, está preso por haber realizado la humanitaria labor de repartir recursos y tecnología entre los “pobres disidentes”, que lo que hacen es trabajar por el bien de los cubanos, bajo las ordenes de Estados Unidos.

La Sra. Clinton , en recientes declaraciones, ha pretendido restarle importancia al incidente del Sr. Allan Gross. Pero seria interesante poner a Estados Unidos ante un espejo, para ver cómo reacciona ante los propios actos a que somete a los demás; país este último imbuido de ese mesianismo enfermizo, que se cree tiene el derecho a decirles a los otros, lo que es bueno para ellos, y como si fuera poco, enviar como especie de “arcángeles” para que cumplan su divina misión dentro de un territorio que no les pertenece.

Según la Secretaria de Estado, durante el mandato de su marido William Clinton, éste había buscado acercamiento con Cuba, que la Isla rechazo, repitiendo una y otra vez, el ya gastado slogan, de que Cuba no quiere un acercamiento ni una eliminación del “embargo”, porque ello le quitaría las justificaciones para continuar controlando las relaciones de un régimen político interno sin democracia ni posibilidades de apertura. En realidad, las cosas no son tan simples como la Sra. Secretaria pretende verlas, aunque lo único que haga sea repetir lo mismo que se viene diciendo hace casi cuarenta años.

Es Estados Unidos, quien pretende y ha pretendido siempre condicionar todo acercamiento con Cuba a la aceptación por ésta de condiciones que nada tienen que ver con una real voluntad de acercamiento entre ambos países. Estados Unidos debiera saber, hace mucho tiempo, que Cuba no va a aceptar ningún tipo de condicionamiento para tener buenas relaciones con él. Siempre ha sido así y eso no va a cambiar, a menos que Estados Unidos decida imponerlo por la fuerza, y que Cuba acepte la rendición. Su prepotencia, mesianismo e intenciones imperiales, que no le abandonan, impiden a Estados Unidos valorar a fondo la realidad de que ya Cuba alcanzó su independencia, luchada durante mas de dos siglos, y que no va a aceptarle , a la misma potencia que la pretendió conquistar, desde principios del siglo XIX, que la regrese a su área de influencia.

Si por demás, esta administración -de Barack Obama- según las palabras de la Sra. Clinton, cree seriamente que el bloqueo es una plataforma política de justificación para Cuba, que lo compruebe y le quite la justificación a Cuba, levantando el bloqueo. De lo contrario ese planteamiento de la Administración no es serio, como no lo ha sido nunca, porque además no es nuevo, y porque la real justificación para mantener el “embargo” está del otro lado y no del lado de Cuba. Si desde que Estados Unidos esgrime ese argumento, ya hubiera levantado el bloqueo, para comprobar su hipótesis, creo que hubiéramos avanzado bastante. Mientras Estados Unidos pretenda adaptar el régimen político de Cuba a su conveniencia, o no se conforme con vivir teniendo frente al territorio de Estados Unidos un país independiente y soberano, el asunto no tendrá solución.

Cuba, por su parte, no condiciona sus relaciones con Estados Unidos a un cambio del régimen político norteamericano: no lo necesita. Puede entenderse con Estados Unidos, aun y cuando éste continúe con sus pretensiones imperiales, siempre que no pretenda imponérselas a Cuba y su política exterior. Pero la tragedia de Estados Unidos, es que no está maduro, políticamente, para entenderse con los que no se le someten. Es Estados Unidos el inmaduro políticamente, no Cuba, por lo que Cuba pudiera ser un excelente laboratorio para que Estados Unidos llegase a comprender el por qué de la bancarrota de su política en América Latina.

No van tan mal las cosas ahora entre Cuba y Estados Unidos: se vuelve a conversar sobre migración, hay conversaciones en el territorio de la Base Naval de Guantánamo, hay negociaciones serias para una colaboración médica en Haití y pudiera seguirse adelante con otros temas, sobre los cuales parece haber voluntad de dialogo. El presidente levanta las restricciones impuestas por Bush. Más allá de sus intenciones, todos esos gestos han sido aceptados por Cuba, porque ciertamente ninguno compromete la soberanía cubana. Buena lección, para que la Sra. Clinton compruebe cómo es que hay que negociar con Cuba. Sin condicionamientos ni imposiciones .Porque parece que es a la Señora a la que le corresponde, dentro de la división del trabajo con el Presidente, hacer el papel de “Golum”, cuando de las relaciones con Cuba se trata.

Ya lo dije en mi anterior artículo. A esta Sra. Secretaria de Estado no se le puede permitir que vaya repartiendo sus “mentiritas” por donde se le antoje. Hay que hacerla chocar con las “bobadas” de su lenguaje pragmático imperial, impedir que se trague lo de Honduras como una brillantez de su derechismo y enseñarle que después de las puertas del Departamento de Estado existe un mundo al que hay que rendir cuentas.