José Justiniano Lijerón
Seria mentiroso querer ocultar el desánimo que está cundiendo en varios sectores no sólo oficialistas, sino también en no oficialistas que apoyamos, con nuestros votos y en las calles, este proceso de cambios en Bolivia.
El gobierno por su salud y respeto a esas mayorías que lo ungieron a un segundo mandato presidencial, tendrá que reconocer que desde el inicio del segundo periodo presidencial, donde se logró copar con el voto mayoritario del pueblo boliviano, con los dos tercios de los votos la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional, ha habido un aflojamiento político organizativo, que se expresa en la poca y nada participación en las decisiones políticas de las bases del partido de gobierno, que con anterioridad a este hecho político, lograba participar y expresarse a través de los diferentes distritos, como células bases orgánicas del MAS, especialmente en las ciudades, (donde se encuentran la mayor parte de votantes inscritos en el padrón electoral) con deficiencias, pero funcionaban como la correa de trasmisión necesaria para que la alta dirigencia conozca y sepa el pulso de las bases organizadas del partido gobernante.
Es cierto, el gobierno convoca periódicamente “conclaves”, con sectores ya sean de Ministros, viceministros, directores, otras con asambleistas luego con diputados, y así sucesivamente, con gente del aparato de gobierno u organizaciones afines a ellos.
Es casi seguro que en este tipo de reuniones, el gobierno escucha preferentemente lo que desea oír y los asistentes, lo que el gobierno quiere escuchar, “que todo está de maravillas” que “ya tenemos 10.000 millones de dólares en reserva”, algunos ajustes de pegas en el gobierno o apoyos a algunos posibles ministros y etc.
Innegablemente que estas son reuniones importantes, pero no son las bases, ahí no se expresa genuinamente el criterio de esas mayorías que votamos en las elecciones y apoyamos este proceso, que somos y muchos no somos afines al partido de gobierno, pero nos interesa que este proceso continúe su marcha en la construcción de una nueva sociedad de iguales.
Así como se encuentran relajadas las posibilidades que las mismas bases del partido de gobierno logren hacer escuchar sus criterios políticos y sus inquietudes, que decir de esas amplias mayorías que no pertenecemos al partido de gobierno, que militan en otros partidos revolucionarios, sindicatos, asociaciones, corrientes partidarias, amas de casa y personalidades que generan opiniones políticas, que tampoco tienen la posibilidad de hacer escuchar a través de sus organizaciones sus planteamientos, sobre el momento político de la coyuntura y las perspectivas del proceso.
Para corroborar estas afirmaciones de falta de una verdadera consulta y discusión política en la que vive el país, está el fallido gasolinazo, que pretendía el gobierno en diciembre pasado. Una minima consulta con los sectores que enumeramos líneas arriba, ese hecho lamentable hubiera ocurrido de otra manera y no en la forma infantil o interesada en que ocurrió. Este desatino político, vino a aumentar el vaso del desánimo que ya comenzó por el triunfalismo desmedido de haber ganado las elecciones pasadas y creer ilusoriamente, que las mayorías podían o pueden soportar impunemente cualquier medida desatinada, al más crudo estilo de cualquier vulgar gobierno neoliberal.
Ese desaliento y desencanto de las bases, ha dado pie a la derecha boliviana, y más la incapacidad de gestión de varios entes del gobierno, a que en forma subterránea como siempre lo sabe hacer, despliegue su batería especuladora, como está ocurriendo con el azúcar y otros productos de la canasta familiar con la complicidad de los especuladores, medianos y chicos de los comerciantes. Está es una guerra económica de baja intensidad en contra el gobierno para chantajear precios especulativos sobre las espaldas del consumidor final.
Pese a todo, que no se llamen a engaño la derecha boliviana, sus amos del norte y los agoreros y oportunistas de siempre, que quisieran ver truncado este proceso de cambios, y el retorno al gobierno de la derecha, para volver a revender este país a la voracidad del capital.
El gobierno urgentemente debe escuchar en principio a sus propios partidarios desde las bases, reorganizando sus instancias partidarias, en diálogos esclarecedores, de ida y vuelta y no en directivas que impiden respuestas del sentir de las bases.
Es importante tomar en cuenta el criterio de los demás sectores que apoyan el proceso y que necesitan un canal de expresión política para hacer escuchar sus planeamientos. Una sugerencia seria que la Central Obrera Boliviana convoque en forma urgente y perentoria a una Asamblea Popular, con la sola restricción de los partidos derechistas, para que en un análisis político profundo con la presencia del partido de gobierno, sacar conclusiones vinculantes que aporten a la reorientación política del proceso de cambios, como una manera de salvar responsabilidades de todas las fuerzas políticas y sindicales, que queremos transitar hacia una nueva sociedad, el socialismo.
Todos quienes tenemos la necesidad de una Bolivia soberana e independiente del imperio norteamericano, tenemos la responsabilidad en este cometido. Hagamos cada uno la parte que nos toca. Las grandes mayorías aun siguen enamoradas de este proceso por que lo consideran su propiedad, no nos equivoquemos y que no se equivoquen con nosotros.
José Justiniano Lijerón es ex Dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB)