Pocamadrenews
Me gustaría que esta división y surgimiento de un nuevo estado fuese para terminar las masacres de los últimos 20 años y que el optimismo de la gente del sur vea sus frutos en una mejor calidad de vida con las ganancias que obtengan de sus recursos naturales pero soy escéptico, los intereses extranjeros seguirán siendo los que controlen las riquezas (ver textos más abajo), ahora en 2 estados diferentes y posiblemente en un futuro en un tercer estado, Darfur.
[1] En 2005, Estados Unidos intervino para fabricar un tratado de paz donde el norte y el sur acordaron autonomía. Cinco años después, el presidente de Sudán, el notorio Omar Bashir, ha sido presentado con ofertas irrefutables por el gobierno de Obama. Si el norte se comporta con el sur y la región de Darfur, los estadunidenses removerán a Sudán de la lista negra de naciones que promueven terrorismo, intercambiarán embajadores, anularán las sanciones económicas y reducirán un porcentaje importante de la deuda externa. Estos incentivos parecen garantizar que este 9 de enero, cuando el sur vote por su independencia, se imprima en los calendarios como día festivo para Mayardit y toda la región del sur. [1]
Pero…
[2] El proceso post-referéndum no va a estar exento de dificultades. Tanto a nivel interno como de cara a las relaciones entre norte y sur, sin olvidar tampoco las reacciones que puedan darse entre los principales actores extranjeros, más pendientes de sus propios intereses que de los de las poblaciones locales.
En clave interna, los retos que deberá afrontar el nuevo estado de Sudán del Sur son muchos y muy importantes, algunos además dependen en buena medida de los acuerdos con el norte, sobre todo en la gestión y reparto de las riquezas petrolíferas que mayoritariamente se encuentran en el sur. Como señalan los líderes independentistas, el referéndum es el comienzo de un nuevo camino que deberemos asfaltar entre todos. Aspectos simbólicos (el nombre del país), las relaciones con el conjunto del continente africano, el desarrollo de sectores básicos como alimentación, educación e infraestructuras, serán algunos de los retos más inminentes.
(…)
También habrá que ver las negociaciones en torno al reparto y control de las riquezas petrolíferas (entre el 82 y 95% de los pozos se encuentran el sur, pero de momento la única vía de exportación pasa por el norte); la posición del nuevo estado del sur en torno a los acuerdos sobre el agua que tienen Sudán y Egipto; la división de la deuda que a día de hoy tienen Sudán (una amenaza que el norte utiliza para condicionar el futuro independiente del sur); los acuerdos que permitan la movilidad de los grupos de pastores; o temas como la moneda, los acuerdos internacionales y la seguridad y desmilitarización de algunas zonas.
La reacción de terceros actores también hay que tenerla en cuenta. Por un lado nos encontramos con el temor ya manifestado por algunos dirigentes africanos ante el precedente que se puede dar tras la independencia de Sudán del Sur. Ya en 1993, cuando Eritrea logro su independencia, se oyeron quejas similares, y es que muchos estados africanos no quieren no oír hablar de un cambio de las actuales fronteras en el continente, herencia de una disposición colonialista que en muchos casos ha sido uno de los motivos de guerras y enfrentamientos más crueles de las últimas décadas.
Esos líderes temen que las reivindicaciones nacionales de Somalilandia, del Sahara Occidental, de Casamance, Cabinda o Zanzíbar se reactiven o ganen aún más fuerza, y todo ello lleve a una alteración sustancial de las actuales fronteras africanas. Poco o nada dicen esos mismos líderes del derecho a la libre determinación de los pueblos anteriormente mencionados, ya que de aplicarse dicho derecho verían seriamente mermados sus privilegios actuales algunos de los estados afectados.
La actitud de la llamada comunidad internacional también tendrá su peso. Si bien es cierto que ésta ha impulsado el acuerdo de paz y el referéndum, habrá que ver la posición de cada uno de los principales actores a la hora de afrontar sus propios intereses. China, India, Rusia, EEUU y algunos estados europeos llevan tiempo “invirtiendo” en la industria del petróleo o en agricultura, y todo hace indicar que su posición se basará en ese balance hacia sus ganancias, aunque oficialmente no será nada fácil que alguno de ellos se oponga al resultado final.
En verde claro otras regiones que quieren separarse
Una posible “víctima colateral” la encontramos en Darfur. Las negociaciones de paz en esta zona han fracasado, tras la ausencia de los principales grupos rebeldes, y la situación se ha venido deteriorando en las últimas semanas. Enfrentamientos entre rebeldes y tropas de Jartum, se han visto acompañados de luchas entre partidarios y detractores del proceso de Doha en los campos de refugiados.
Desde Darfur algunas fuentes manifiestan su temor a que tras el referéndum, este conflicto pase a segundo plano, o se presente como una ?guerra de baja intensidad? asumible por la comunidad internacional. Otros apuntan que la creación de un nuevo estado puede dar impulso también a las demandas secesionistas de Darfur, con fuertes raíces históricas (fue incorporado a Sudán en 1916) y sociales (discriminación y opresión de las élites norteñas).
La historia de Sudán del Sur ha estado caracterizad en las últimas décadas por la colonización, la explotación, la marginación y el engaño con falsas promesas por parte de diferentes “poderes extranjeros”, primero los británicos, posteriormente las fuerzas anglo-egipcias y finalmente las élites del norte.[2]
Fuentes:
[1] http://www.jornada.unam.mx/2011/01/09/index.php?section=opinion&article=019a1mun
[2] http://www.gara.net/paperezkoa/20110108/241912/es/A-puertas-nacimiento–nuevo-Estado
—