ANSA
Dilma Rousseff, en su primera semana como presidenta de Brasil, mandó a retirar la Biblia y un crucifijo que estaban a la vista en el despacho que le dejó su predecesor Luiz Lula da Silva, según la prensa brasileña.

Dilma Rousseff se dedicó a realizar reuniones con sus ministros, a quienes no les perdonó atrasos en la agenda y tampoco aceptó expresiones del tipo “me parece…”, “yo creo que…”, sino que las conversaciones deben ser objetivas.

“Dilma quiere todo para ayer”, dijo un colaborador de la presidenta, según los diarios Folha de Sao Paulo y Estado de Sao Paulo.

Rousseff, economista de 63 años, ex guerrillera marxista, presa política durante tres años y víctima de torturas por parte de la dictadura militar, también mandó cambiar unos sillones color perla de la época de Getulio Vargas.

 

Además de retirar de la decoración la Biblia de una mesa y un crucifijo de una de las paredes del despacho presidencial, cambió un computador por una notebook pero todavía tiene una deuda pendiente con el protocolo.

Es que aún se mantienen en los despachos oficiales las fotografías de Lula como presidente, incluso en el despacho de Rousseff, que debe someterse, cuanto antes, dicen en el Planalto, a una sesión de fotografía para distribuir la imagen oficial a todas las dependencias.

La mandataria pasó este fin de semana en la Granja do Torto, residencia de descanso de los presidentes y fue fotografiada caminando con un perro color miel vestida con equipo de gimnasia negro y un gorro para protegerse del sol.

Dilma utiliza, según sus colaboradores, el sistema rígido que usó cuando era jefa de ministros de Lula, época en la que se ganó el apodo de “dura” o “dama de hierro”.