Agencias Argentinas
La economista Dilma Rousseff, de 63 años, se convirtió en la primera mujer presidente de Brasil, tras prestar juramento en el Congreso para desempeñar el cargo hasta el 31 de diciembre de 2014; el mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, dejó el poder luego de ocho años de gestión con una popularidad sin precedentes.
Bajo una intensa lluvia y en medio de un imponenete desfile, Rousseff llegó al Congreso, donde dará su primer discurso como jefa del Estado .
Ex integrante de la resistencia armada a la dictadura militar, por lo que pagó con torturas y tres años de cárcel, y pieza fundamental durante el gobierno de Lula en dos ministerios, Rousseff asumirá el mando de la octava economía del mundo con la tarea de mantenerla en la ruta de crecimiento.
Pocas horas después de ser declarada vencedora de las elecciones presidenciales de octubre, Rousseff ya había adelantado el eje central de su gobierno: «Reitero mi compromiso fundamental: la erradicación de la pobreza. No podremos descansar mientras haya brasileños con hambre».
Menos la menos la presidenta Cristina Fernández docena de líderes latinoamericanos y mandatarios extranjeros confirmaron su presencia en las ceremonias de poco más de cuatro horas, que incluye el juramento sobre la Constitución en el Congreso y el traspaso de la banda presidencial en el Palacio de Planalto.
En Brasilia, donde la Fuerza Aérea bloqueó el espacio aéreo, Rousseff participará de una misa solemne en la Catedral y luego iniciará un desfile hasta el Congreso, en un lujoso Rolls-Royce convertible. Después de asumir el compromiso de defender la Constitución, Rousseff continuará su desfile hasta el Palacio de Planalto.
En todo ese trayecto, en una señal del nuevo tiempo que se abre para Brasil, el automóvil de Rousseff será protegido por agentes femeninas de la Policía Federal, un homenaje que esa institución decidió rendir a la nueva mandataria.
Rousseff pasará a ocupar el despacho principal del Palacio do Planalto en un momento de expansión sostenida de la economía, con una previsión de crecimiento de 7,6% del Producto Interno Bruto en 2011 y una tasa de desempleo de 5,7% en noviembre, un mínimo histórico.
No obstante, la supervalorización de la moneda local, que permitió la acumulación de un nivel récord de reservas internacionales, ya afectó seriamente la balanza comercial y el desempeño del segmento industrial orientado a la exportación. Al mismo tiempo, la inflación cierra el año por encima de la meta oficial de 4,5% al año e inicia 2011 con tendencia al alza, haciendo encenderse algunas señales de alerta.
Bajo el gobierno de Lula 29 millones de personas salieron de la miseria, según cifras oficiales, pero casi la mitad de la población sigue sin tener saneamiento y la tasa de analfabetismo roza el 10%.
Para intentar cumplir su promesa de eliminar la miseria de Brasil, Rousseff contará con parte del equipo de gobierno de Lula, de forma de continuar impulsando los planes sociales, y los programas de modernización de infraestructura que demandan los sectores productivos. Ocho ministros de 25 del actual equipo de gobierno fueron reconfirmados en sus cargos y otros tres se mantendrán en el gabinete pero ocupando una función diferente.
Lula, quien deja el poder con una popularidad récord de 87% después de ocho años de gobierno, pasará el mando a su protegida política e inmediatamente abandonará Brasilia rumbo a su residencia en Sao Bernardo do Campo, un suburbio obrero industrial, próximo de Sao Paulo, en donde gestó su liderazgo sindical en los años 70. Allí, junto a su esposa, visitará al saliente vicepresidente, José Alencar, quien está internado en medio de una lucha incesante contra un cáncer que padece desde hace varios años.