Edgardo Depetri (*)
Reafirmar el proyecto nacional con más distribución de la riqueza, más democracia y más soberanía nacional es el reto de la nueva etapa. Como nunca en la historia política, económica y social de la Argentina estamos discutiendo la rentabilidad del modelo de acumulación y distribución de la riqueza nacional.
Debemos avanzar en más regulación al mercado, porque paralelamente al comportamiento del estado social encontramos la perversión del sector privado al que sólo le interesa maximizar sus ganancias.

A la vez, sabemos que estamos asistiendo a la disputa cultural más grande que hayamos conocido. Los últimos conflictos dejaron al descubierto algo que también se constituye en desafío para 2011: nuestra enorme responsabilidad de no ser funcionales a la derecha.

Eso nos obliga a definir cómo nos vamos a parar en el año que comienza. No va a ser la primera ni la última vez que el poder avance, por eso tenemos que seguir organizando nuestro trabajo, no entrando en provocaciones, profundizando lo hecho, y sabiendo que el poder usa esas necesidades para decir: “el país crece pero no resuelve la desigualdad”.

Por eso, ante los avances del poder, es imperioso construir unidad y darle forma organizada a una fuerza política, social, sindical y cultural que le de sustento territorial al proyecto nacional que vino a refundar el país. En 2011 debemos militar y defender las políticas públicas que impulsa nuestro gobierno, y dar un gran debate nacional en la defensa del rol del Estado como garante del bien común y de los derechos de la comunidad.

Es tiempo de iniciar la discusión sobre una nueva Constitución que recupere los principios de aquella de 1949, parida por los trabajadores el 17 de octubre del ´45 y que consumaron Juan Perón y la compañera Evita.

Disputarnos la cabeza y el corazón es una estrategia del poder, ante la cual sólo nos queda reafirmar el proyecto nacional y profundizarlo, construyendo nuestros propios sentidos. Sabemos que la solución a la demanda social no va a venir de la mano de discursos xenófobos ni represivos, sino del diálogo y de la construcción política que es también una voluntad de construir una fuerza cultural.

El desarrollo de un plan nacional de tierras, proyectos de microcrédito, la puesta en marcha de mercados populares y de otras iniciativas de pequeños productores para abaratar los costos de la canasta básica, así como la construcción de viviendas populares a través de la acción cooperativa, son algunos de los puntos a incluir en la agenda del año que comienza.

Asimismo, debatir temas relativos al turismo social, la entrada en vigencia efectiva de la nueva Ley de Comunicación Audiovisual, la necesidad de discutir la democratización del sindicalismo argentino y de alcanzar una nueva ley de Salud.

El 2011 se presenta como un año en el que va a estar en disputa no ya un gobierno ni una administración, sino quién va a tener el poder en Argentina: si las corporaciones o el proyecto nacional y popular. Y la disyuntiva se traslada al plano cotidiano: todos convivimos con lo bueno y con lo malo. Porque todos los días llevamos adelante la lucha contra nuestro propio individualismo.

Esa es una pelea de fondo: la del individualismo que penetra fuertemente en cada uno de nosotros y en la sociedad.

La única posibilidad es reafirmarnos en lo que hemos hecho: en un proceso con y para el pueblo. Porque la felicidad del pueblo no se hace por decreto, se construye con protagonismo popular, con decisión colectiva y, sobre todo, con esperanza; y creyendo que a las cosas las podemos cambiar. Esta es la enseñanza que Néstor nos dejó para siempre.

(*)Edgardo Depetri es diputado nacional del Frente para la Victoria (FPV)