Tiempo Argentino
Tanto Clarín como La Nación propusieron ayer una mirada según la cual la hoja de ingresos y gastos del gobierno para 2011 se vincularía más a un insólito capricho de la presidenta que a una respuesta obligada frente al rechazo opositor. Pero además de eso, a la historia que cuentan le falta una parte. Desde aquí, dos discursos confrontados.

Fueron muchas las oportunidades en las que desde los medios opositores se ha afirmado que frente a diferentes temas “el gobierno quiere imponer su relato”. Y la verdad es que es muy atinada la observación, ya que un relato es –también– una forma de explicar la realidad, de hacerla entendible en un marco coherente y capaz de darle una lógica y un sentido. En otras palabras: lo preocupante sería, justamente, que el gobierno careciera de un relato.
Claro que luego habrá relatos y relatos, con lo cual cada quien podrá sentarse 15 minutos a reflexionar sobre su coherencia, bases y grado de apego a la realidad. Ahora bien: nadie puede negar que los medios opositores también intentan imponer un relato.
El caso de los diarios de ayer ofrece un buen ejemplo. La noticia del día fue, sin dudas, la decisión del gobierno de prorrogar mediante un decreto el Presupuesto del año pasado, sumándole además una serie de disposiciones complementarias para adaptarlo a las necesidades de 2011.
¿Cómo presentaron Clarín y La Nación la noticia? Enmarcándola en un relato según el cual la presidenta, dando una especie de volantazo delirante, sacó de la galera un decreto que le permitirá de ahora en más hacer lo que a ella se le dé gana, caprichosamente y sin ningún tipo de control, lo que de seguro traerá aparejado un tremendo daño para el país y lo que es peor, toda la trama estaría orientada a la consecución de un plan tan oscuro como macabro: ganar las elecciones 2011.
Además de lo corto, rudimentario y pavo, lo que también puede achacársele a este relato (muy orientado, por lo demás, a cautivar auditorios desinformados) es el hecho de que está dejando afuera unos cuantos datos que bien ayudarían a entender el desarrollo de la película completa.
Para empezar, la decisión presidencial no tuvo que ver con un capricho, sino con una necesidad y una respuesta obligada ya que el país –claramente– no puede funcionar sin presupuesto. En este sentido, cabe mencionar que ninguno de estos dos diarios destinó ayer demasiado espacio a recordar que el intento por sancionar el Presupuesto 2011 fue una de las luchas legislativas más sonantes de los últimos meses, ya que el oficialismo intentó en dos ocasiones llevar el tema al recinto pero la oposición no dio quórum. Ante esta situación, el artículo 27 de la Ley de Administración Financiera dispone que “de no encontrarse aprobado el presupuesto general, regirá el que tuvo vigencia el año anterior”, en este caso 2010, al que de todos modos debieron realizársele algunos ajustes. 
“Las modificaciones presupuestarias dispuestas en el decreto aseguran la continuidad y el comienzo de diferentes obras de infraestructura en todo el país”, se explicó ayer desde Tiempo Argentino, en una nota que agregó que en el anexo correspondiente a las obras de infraestructura para las cuales se autoriza la adquisición o contratación de bienes y servicios figura la continuidad del programa ‘Conectar Igualdad’. También –puntualizó– se contempla una variedad de obras de saneamiento y construcción de sistemas cloacales y de agua potable en diversas provincias, además de obras viales y el Archivo General del Poder Judicial.
Frente a ese panorama, La Nación instaló en su título principal de tapa que “Sancionó la Presidenta un presupuesto a su medida”. Es que aparentemente, y frente la falta de una propuesta alternativa, sólo resta la opción del camino argumental más pobre y mezquino: el de, sin reflexionar demasiado, tachar cualquier propuesta de electoralista.