Claudio Mardones
Hay una imagen que fue captada el jueves en Villa Soldati y que conmueve a todo el país desde las 19.45 del 9 de diciembre, cuando un grupo de presuntos vecinos de la zona, irrumpió en el Parque Indoamericano a los tiros y con el torso desnudo. La aparición sucedió 24 horas después del fracaso del operativo que pidió el gobierno porteño para desalojar el predio tomado y abrió uno de los capítulos más negros de la zona sur porteña. Desde que apareció esa patota, la lista de muertos, al cierre de esta edición, sumó una víctima de 19 años y siete heridos de bala. Por la medianoche, Mauricio Macri, junto a sus ministros Guillermo Montenegro (Seguridad) y María Eugenia Vidal (Desarrollo Social) permanecían en la Casa Rosada en una dura negociación con el jefe de Gabinete de la Nación Aníbal Fernández, el titular de la cartera de Interior Florencio Randazzo y con Diosnel  Pérez, del Frente Darío Santillán y con Carlos Alderete de la CCC.
El joven que cayó ayer, después de las 21, es el cuarto muerto. Su deceso ocurrió un día después del asesinato de Juan Castañeta Quispe, el ciudadano boliviano que recibió un disparo en el pecho el jueves, pocas horas después de que un hombre con bermudas rojas y sin remera, apareciera en el Parque y abriera fuego a mansalva. Su nombre es Julio Capella, un barrabrava de Huracán. Jugó al fútbol en primera división del fútbol de ascenso para el Club Español entre 1998 y 2000 y luego lo hizo para Tristán Suárez hasta 2001. Sin embargo, esos laureles deportivos, sólo sirvieron para identificarlo y descubrir que el hombre que apareció delante de las cámaras con una pistola en la mano, actualmente trabaja en la obra social de los trabajadores del gobierno de la ciudad y, según confió su abogado a Tiempo Argentino, integró la junta electoral del gremio de municipales porteños encabezado por los incombustibles Amadeo Genta, Patricio Datarmini y Genaro Trovato, actual tesorero del gremio que nuclea a los 140 mil empleados de planta del estado porteño. Fuentes del propio sindicato agregaron que Capella, estaría a cargo de la seguridad del encargado de las finanzas sindicales, es decir, que además de sus laureles futboleros, Capella también trabaja como “culata” de Trovato, un hombre que no es ajeno a la trama de negocios inmobiliarios, punteriles y políticos que el macrismo ha desarrollado en los barrios de Lugano y Soldati. El ojo de esa tormenta gira en torno al Parque Indoamericano y a las torres ubicadas en Castañares al 4200 y 4300, dos edificios de 168 departamentos, dos de los pocos que fueron financiados por el gobierno de la ciudad a través de la Ley 341, la norma que establecía créditos para la construcción de viviendas populares.
En la actualidad, hay 50 cooperativas que tienen los proyectos aprobados a erigir sus viviendas, pero jamás recibieron el financiamiento. Las pocas excepciones son algunos poquísimos complejos. Entre ellos, están las torres de Castañares, construidas por la Mutual 23 de Mayo, una organización que funciona en el noveno piso de la Legislatura Porteña y que es controlada por el propio Trovato. Cuando la toma se concretó frente a esos edificios, uno de los pedidos de auxilio para repeler la movilización provino del propio sindicato de municipales y de dos amigos de Capella también habrían pedido su ayuda. El barrabrava – hijo de uno de los masajistas de Boca- no tardó en llegar.
Su fuerza se sumó a otras patotas que llegaron en respuesta de otro pedido, proveniente de la Corporación Buenos Aires Sur , que financió la obra de la mutual y cuya ex directora, Esther “Niti” Iglesias hizo una convocatoria a municipales porteños para sumarse a la movilización que debería mostrarse como un grupo de vecinos enfurecidos con los ocupantes. El llamado fue acompañado por Eva Ferraro, jefa del Centro de Gestión y Participación 8, que actuó bajo el acompañamiento del diputado macrista Cristian Ritondo, presidente del bloque PRO en la Legislatura Porteña y que mantiene aceitados contactos con los comisarios de la zona.
Sin embargo, el macrismo no sólo estuvo detrás de la marcha. También hay uno de sus hombres detrás del chispazo que desató la toma. Su nombre es Miguel Ángel “El Turco” Rodríguez, “El Comandante”. Hoy es un puntero de la zona que trabaja dentro de la Corporación Buenos Aires Sur. En los 90 fue director de Tránsito de la gestión de Carlos Grosso y pasó cuatro años preso por cobrar coimas para entregar licencias para taxis. Su presente es más sofisticado que su prehistoria: luego de salir de prisión fue contratado para coordinar la política del Instituto de la Vivienda, pero tuvo que abandonar el cargo luego de que el legislador Facundo DiFilippo lo denunciara por sus antecedentes penales. Luego de caer en desgracia, fue rescatado por Karina Leguizamón, esposa del legislador PRO Enzo Pagani, uno de los diputados que, junto a Cristian Ritondo, presentaron un proyecto de ley para escriturar los terrenos de algunos vecinos de las villas porteñas. La noticia que transformó a las villas en un polvorín. El turco fue uno de los encargados de repartir esa pólvora hace dos semanas entre los vecinos de las villas de la zona sur. Su foja de servicios confirma su íntima relación con el macrismo, donde varios de sus funcionarios lo vinculan con el ministro de Educación Esteban Bullrich, socio de Pagani y quien contrató a sus cooperativas para refaccionar las escuelas deterioradas. Entre los clientes de Rodriguez también está la Corporación, conducida por Humberto Schiavoni, jefe de campaña de Macri para las próximas presidenciales. Todo un negocio redondo. Todo muy PRO