Presentado en La Habana por Valter Pomar, integrante de la Dirección Nacional del PT, el libro «Brasil 2011-2014. Dos proyectos en conflicto»

Rebelión


En la mañana de este martes 30 de noviembre fue presentado en La Habana el libro Brasil 2011-2014. Dos proyectos en conflicto (Ocean Sur, 2010), que reúne ensayos de Emir Sader, presidente de CLACSO, de Marco Aurélio Garcia, asesor de política exterior de Lula, y una entrevista de ambos a la presidenta electa Dilma Rousseff.

Ante la presencia del miembro de la Dirección Nacional del Partido de los Trabajadores, Valter Pomar, y del politólogo y ensayista cubano Roberto Regalado, un público numeroso colmó la sede habanera de la OSPAAAL para acercarse a un volumen que aborda las conquistas sociales, económicas y políticas del Gobierno de Lula y el protagonismo internacional alcanzado por Brasil durante su mandato.

«Gracias a Valter por haber viajado a Cuba exclusivamente para hacer esta presentación», expresó Regalado e inmediatamente catalogó al brasileño como «artífice de la dirección que ha tomado el Foro de São Paulo —del cual Pomar es secretario ejecutivo—, el único espacio internacional donde confluyen todas las vertientes de la izquierda; un intelectual orgánico, compañero, amigo e impulsor de actividades en solidaridad con Cuba, en las cuales su contribución ha desempeñado un gran papel. Para mí es un honor y un placer que Valter haya venido a compartir ideas sobre este libro y sobre el proceso político que se vive en Brasil».

Brasil 2011-2014 sale a la luz tras las elecciones generales en esa nación sudamericana, donde el triunfo de Dilma Rousseff mantuvo al PT en el gobierno tras ocho años de mandato de Lula.

«Estamos contentos». Así comenzó Valter Pomar su intervención. «Estamos contentos porque vemos continuidad con el proceso que comenzó con la victoria de Lula en el año 2003, también estamos contentos porque quien gobernará Brasil en los próximos años será una mujer, y contentos, además, porque nuestro triunfo fue contra una derecha cavernícola: una derrota hubiera sido un desastre para nosotros, con serias implicaciones internacionales».

Aunque la reciente victoria fue inobjetable —Rousseff alcanzó el 56% de votos, la coalición vencedora obtuvo el 76% del senado y el 60% de la cámara de diputados, además de dieciséis gubernaturas de veintisiete en disputa—, el dirigente petista alertó que la «derrotada» derecha sigue teniendo «una fuerza tremenda».

Puso como ejemplo las victorias del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) en los estados de São Paulo y Minas Gerais, dos enclaves considerados vitales en el mapa político del país. «La derecha perdió la elección, pero no salió derrotada ideológicamente, sino envalentonada». Curioso resultó que al conocerse los resultados, la ganadora esbozó «un discurso tranquilo, sosegado; mientras que el de Serra —candidato del PSDB— fue muy combativo».

Según Pomar, estos dos partidos —PT y PSDB— «han polarizado la escena política brasileña durante cinco procesos electorales». Pero «existe una masa electoral suficiente para una tercera fuerza», si a los votos obtenidos por Marina Silva, exministra de Lula y candidata presidencial por el Partido Verde se les suman las personas que no votaron, o que votaron en blanco o nulo.

Aunque la candidatura de Rousseff se representó como «la continuidad del cambio» que comenzó con Lula, Valter se lamentó de que en los comicios «hablamos poco de los cambios». La contienda electoral «acabó siendo una disputa sobre el pasado, no sobre el futuro». Durante la campaña, dos proyectos antagónicos de país se propusieron a la sociedad: el de Lula y el de su antecesor Fernando Henrique Cardoso.

Esto, para Valter, «es un problema para el futuro, una vez que en la realidad el cambio ya se verifica». Explicó que las nuevas generaciones estarán cada vez más lejos de mandatos neoliberales pasados, como para tenerlos como referencia ante un escenario electoral futuro. Pero este no es el único riesgo.

«Durante ocho años hicimos lo máximo que podíamos hacer dentro del modelo existente, ahora para avanzar hacia la sociedad que soñamos tendremos que hacer cambios en el modelo redistributivo, así que los conflictos se acentuarán», vaticinó, antes de agregar que «la pelea redistributiva hará que se radicalice la pelea político-ideológica».

Ante este panorama, el dirigente brasileño adelantó tres desafíos estratégicos del PT. El partido, una vez en el Gobierno a partir del 2004, «adoptó una política económica dirigida a mejorar la vida de las clases más bajas, aunque sin tocar la riqueza de las clases altas. Esto provocó que las clases medias sintieran su estatus amenazado, por lo que desplegaron un discurso más reaccionario y más duro contra el Gobierno». El primer desafío sería entonces «cómo evitar que los sectores medios de la sociedad brasileña no se desplacen hacia la derecha».

El balance de Gobierno de Lula arroja que efectivamente, «hubo un cambio económico en la vida de las personas, pero no un equivalente cambio cultural, ni político. No mejoramos la calidad de lo que se enseña en las escuelas, no cambiamos la educación, la comunicación». Por lo tanto, Pomar cree que un segundo desafío sería rectificar «ese desfasaje entre la vida económica y la vida cultural y política de la sociedad brasileña».

El tercer desafío sería «la capacidad del PT de mantener su hegemonía durante el próximo período presidencial, aun cuando esa hegemonía está siendo enfrentada por la derecha, el centro, e incluso por la izquierda».

«Esta es una pelea muy difícil», sentenció Valter, antes de reconocer que «los problemas que enfrentamos en Brasil están mucho más allá de nuestra capacidad de resolverlos».

Sobre el libro Brasil 2011-2014. Dos proyectos en conflicto —del cual Pomar es prologuista— subrayó la entrevista a Dilma Rousseff que aparece en el volumen. «Dilma es una persona muy valiente, con una historia en la izquierda brasileña que la dota de credibilidad y prestigio». Además, «tiene tanta o más claridad que el propio Lula sobre el rol que Brasil tiene que jugar en la arena internacional».

Agregó que la lectura del libro nos alerta sobre la necesidad de «un análisis de las clases sociales en Brasil, así como de la relación entre el Estado y los intereses del capital», además de una aguda reflexión sobre la necesaria democratización de la sociedad: «si no la alcanzamos, llegará un momento en que nuestra capacidad de hacer cambios quedará estancada».

«Cambiamos el país, pero no la estructura política del país: la derecha sigue dominando en espacios políticos importantes», explicó. «No superamos aún la hegemonía del neoliberalismo sobre Brasil».

En el prólogo a Brasil 2011-2014, Valter Pomar recuerda que:

En 1989, tras una década de crisis del desarrollismo conservador vigente entre 1930 y 1980, el país escogió entre el proyecto neoliberal y el proyecto democrático-popular. En 1994, 1998 y 2002, el PT encabezó la oposición contra el neoliberalismo. Victorioso en 2002, el Gobierno Lula desencadenó una lenta transición del modelo, transición aún incompleta, pero que se ha acelerado después de la victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2006.

En la presentación del libro, el analista alertó que «podemos superar el neoliberalismo, pero debemos evitar que resurja aquel desarrollismo conservador que no hizo cambios estructurales y mantuvo al país con la más alta desigualdad imaginable». Optó por un «desarrollismo de nuevo tipo, que mire más a los desposeídos».

Y concluyó con una pregunta que ha dominado el espectro político latinoamericano en la última década: «¿Nos quedamos donde estamos o debemos avanzar hacia una sociedad poscapitalista?».