Assange reveló sus intenciones a finales de noviembre en una entrevista en la revista Forbes. En octubre de 2009 ya había afirmado tener en su poder “el disco duro de uno de los ejecutivos de Bank of America” y asegurado que la única razón por la que no había “vaciado ya todo el contenido” en la web era para tener tiempo de clasificar la información y aumentar así su impacto.
Forbes publicaba hace unos días que la entidad bancaria, a la vista del tremendo impacto que han tenido las reciente filtraciones de los documentos confidenciales del Departamento de Estado, había comprado recientemente todos los dominios de internet relacionados con la entidad, o bien con su director ejecutivo Brian Moynihan y la cúpula del banco. El fin es evitar posibles ataques de hackers que pudieran dañar su imagen si llegaran a revelarse sus secretos.
A la espera de lo que debería ser una nueva oleada de revelaciones, The New York Times, uno de los diarios que publicó las filtraciones de Wikileaks, salió en defensa de la página de Assange y criticó la decisión del banco de suspender sus transacciones con el sitio, en un editorial publicado el pasado viernes.
“Wikileaks no ha sido condenado por ningún crimen. El Departamento de Justicia ni siquiera ha presentado cargos por difundir información confidencial del Departamento de Estado, y sin embargo la industria financiera está intentado cerrar” la página web, subrayaba el diario.
“Como es el caso con otras compañías, los bancos pueden elegir con quien hacen negocio”, decía el Times, “pero la posibilidad de bloquear pagos a una entidad legal plantea muchas cuestiones inquietantes. Un puñado de grandes bancos podría de esta manera impedir a cualquier organización que les disgustara el acceso al sistema de pagos aislándola de hecho del mundo económico”.
El 18 de diciembre, Bank of America, uno de los cinco mayores bancos de EEUU, decidió seguir los pasos de empresas como MasterCard, Visa, PayPal y Amazon que también rompieron vínculos con la web de Assange. El banco argumentó entonces que Wikileaks “podía estar involucrada en actividades que eran inconsistentes” con su “política interna de procesamiento de pagos”. En respuesta, Wikileaks pidió a sus seguidores en Twitter que colocaran sus depósitos en un lugar “más seguro”.
“La decisión” de Bank of America “intervino después de que Assange afirmara tener el disco duro de un ejecutivo del banco. “¿Qué pasaría”, se preguntaba el editorial de The New York Times, ” si un grupo de grandes bancos decidiera actuar contra un bloguero en particular y otra organización por considerarla peligrosa? ¿Qué pasaría si decidieran, una por una, bloquear el acceso financiero de periódicos que estuvieran a punto de revelar verdades incómodas sobre sus operaciones?”.