Steven Bermúdez Antúnez
Resulta casi repetitivo constatar a diario el proceso sesudo, sistemático y controlado de construcción y reforzamientos de marcos mentales desde los medios para los ciudadanos. Estos marcos mentales tienen como objetivo central proporcionar las categorías, conceptualizaciones y demás formas del pensamiento con las cuales “pensar” la realidad. De este modo, los “hechos” nos son “hechos”. Ellos dependen y están subordinados a cómo se piensan desde los encuadres que proporcionan estos marcos. El día 19-12-2010, el diario español El País volvió a dar muestra de su inagotable labor y colaboración en este sentido. En la actualidad, este diario español es el laboratorio mediático más indigno en contra de ciertos países latinoamericanos.

Si revisamos su portal web, lo primero que encontramos ese día es que en la sección dedicada a “Latinoamérica” publican nada menos que cuatro noticias sobre Venezuela. Eso sin desestimar el hecho de que a los otros pocos países (de los 27 que conforman este vasto territorio) que también  prestan atención, están Cuba y Ecuador. De estas cuatro noticias, todas construyen y refuerzan marcos mentales negativos sobre el gobierno venezolano. Comentaremos algunos aspectos para visibilizar cómo se produce esto.

La noticia mejor “situada” es la titulada “Misión Milagro: una operación de ojos a cambio de adoctrinamiento”. Está  redactada por Pablo Ordaz desde Madrid y tiene como antetítulo “Los papeles del Departamento de Estado”.  Para los que conserven memoria periodística, se darán cuenta de inmediato que la noticia es producto de los documentos del Departamento difundidos por Wikileaks. A muchos de estos documentos el diario español está sacándole un especial provecho. Lo más interesante es precisamente “el punto de vista” desde el cual han decidido situarlos y difundirlos.

Ya Eva Golinger nos ha advertido sobre muchos de estos contenidos. De modo muy inteligente, la abogada estadounidense-venezolana propuso una especie de tipología para su interpretación. Ella considera que Wikileaks difunde dos tipos de documentos: unos que podríamos denominar “subjetivos” y otros “instructivos”. De estos dos tipos de documentos, cobran especial valor los segundos. Los primeros (los “subjetivos”) son documentos que solo ofrecen opiniones, creencias particulares, personales y sesgadas de los funcionarios estadounidenses. La mayoría de ellos sin ningún tipo de fundamento, prueba o evidencia confirmatorias. Se limitan a ser opiniones que emiten basándose en datos al azar, prejuicios, prepotencia, desdén cultural, ceguera política, etc. Sin embargo, los “instructivos” ofrecen otro panorama. Este tipo de documentos, por lo general, ofrecen instrucciones de qué hacer en referencia a determinados casos con direccionalidad hacia específicos sucesos. Son “decisiones procedimentales” para generar prácticas sociales intervencionistas en nuestros países. Ellos, por tanto, traducen cómo y desde dónde nos piensan el gobierno estadounidense. El en el caso del artículo acá citado, precisamente la noticia está fundamentada en los documentos “subjetivos”.

Volvamos al titular. “Misión Milagro: una operación de ojos a cambio de adoctrinamiento”. El “periodista” (Pablo Ordaz) da como una certeza y un hecho lo que enuncia. Por eso lo elabora como una afirmación, una aseveración. Sin embargo, cuando uno se interna en el cuerpo de la información se consigue con otra realidad: “El Gobierno de Venezuela, con la ayuda de médicos cubanos, puso en marcha a finales de 2005 un proyecto llamado Misión Milagro. Su objetivo consistía en recoger por toda América Latina a personas de bajos recursos con problemas aculares, llevarlas en avión a Caracas y operarlas allí”. Hasta ahora el periodista se limita a condensar en una descripción desapasionada una labor que evidentemente se presenta como altruista. Por eso “se apresura” a bloquear este marco con su afirmación inmediata: “El problema, según se deduce de un telegrama elaborado por la Embajada de Estados Unidos en México, es que los pacientes regresaban a sus países de origen con un cierto sesgo bolivariano en la mirada”. Según el periodista, el centro focal no es el hecho del servicio ofrecido gratuitamente a personas pobres. No. Es el sesgo bolivariano. Pero más interesante es su afirmación de que esto se “deduce”, ¿quién lo deduce?, ¿cómo lo deduce? El asunto, por tanto, no es solo que el periodista elabore una “noticia” con documentos sobre creencias particulares, sino que además él mismo participa en la elaboración del hecho. Esto convierte la noticia en una re-reelaboración. En la noticia no hay ningún tipo de interés por informar sobre el proyecto que supone la Misión Milagro como labor de ayuda solidaria internacional (otro gallo canta cuando la “ayuda internacional” la proporciona la misma España). Existe un desinterés abierto por proporcionar ningún dato de relevancia al respecto. Todo se concentra en “deducciones” que conducen a “sospechar” sobre las malas intenciones del gobierno venezolano. Más abajo continúa: “Un informe de seguridad sensible sugiere que el Gobierno de México estaba preocupado porque los pacientes de la Misión Milagros recibían sesiones informativas pro-Venezuela y anti-EEUU…”. De nuevo ¿informe sensible?, ¿sugiere?

También se afirma que a los funcionarios norteamericanos les preocupaba el hecho de que Hugo Chávez tenía interés de difundir su ideología por la región. Y esto es importante ya que es otro marco que se activa, reproduce y difunde con mucha fuerza desde los medios corporativos: el hecho de que sólo los gobiernos de izquierda difunden e imponen ideologías a través de procesos de adoctrinamiento. Para estos medios de comunicación, la sociedad liberal-capitalista no difunde ni impone ideologías, mucho  menos adoctrina. El hombre en la sociedad liberal-capitalista vive en la absoluta libertad de la escogencia.  Nada de lo que posee o en lo que cree le fue impuesto. Él lo escogió entre las millones de opciones ofrecidas. Esta “imposición” ideológica, desde la visión acá defendida, el periodista intenta justificarla con las declaraciones de Rafael Bernal Cueva (Subsecretario para Sudamérica de la Secretaría de Exteriores mexicana). Según el cable del cual se elabora toda la noticia, los funcionarios norteamericanos se “entrevistaron” con Bernal Cueva. Y reafirmamos lo mismo: el cable es un compendio de “impresiones” personales, sin ninguna prueba o evidencia medianamente seria. Sin embargo, sirve al periodista como fuente informativa. Según el cable, “Bernal Cueva  hizo una discreta referencia (¿qué es esto?, ¿qué es una “discreta referencia?) a la preocupación de México sobre el componente ideológico del programa, y dijo que cuando menos los pacientes estaban volviendo a México con el mensaje de que el Gobierno de Venezuela les proporcionaba un servicio que su propio Gobierno no quería o no podía”. En toda la noticia, este párrafo pareciera ser la única evidencia o prueba para afirmar que el programa de solidaridad internacional es un programa de adoctrinamiento. Solo esto. Fijémonos en el enfatizador “cuando menos”. En corto: el hecho de que los pacientes beneficiados por este programa visibilicen su agradecimiento y a la vez critiquen el hecho de que en su país no se le brinde la misma atención e interés, anuncia un componente ideológico. Más ramplón el silogismo y el mundo se queda mudo.

En la noticia, entre muchas otras “suposiciones” convertidas en afirmaciones, están las declaraciones de un “recién licenciado de la UNAM, líder de un grupo de estudiantes”,  de quien no se sabe nada más. Sin otra identificación, el periodista lo toma como una fuente válida. El hecho de que aparezca en el mencionado cable no es de extrañar. Ya hemos advertido sobre cómo son estos documentos, según la clasificación arriba mencionada. No obstante, escandaliza cómo un periodista puede hacerse eco de ello sin el menor pudor posible. La guinda de la torta son las declaraciones del supuesto licenciado: “Un recién licenciado de la UNAM, líder de un grupo de estudiantes, confirmó al consejo político de la Embajada de Estados Unidos en México que la mayoría de los grupos de estudiantes pro-Venezuela operan desde el departamento de Ciencia Políticas y Filosofía, entre los que halagó a Lucía Morett, la estudiante  mexicana que sobrevivió al bombardeo del campamento ecuatoriano del líder de las FARC Raúl Reyes en marzo (2008)”. Este párrafo no tiene desperdicio desde el punto de vista mediático. No sólo lo ya comentado sobre el anonimato de la fuente, sino el hecho de poder vincular la Misión Milagros con la FARC de una manera tan sinuosa. Eso sin descontar la afirmación de bombardeo del campamento ecuatoriano. Ya está. Por la arte del discurso se construyó la ecuación perfecta: Misión Milagro, Venezuela, FARC, Terrorismo, Ecuador… Y para que esta ecuación, groseramente construida, no quedara abandonada, se procede a reforzar el marco: “Los servicios de inteligencia mexicanos, continúa el telegrama, “están buscando una relación estrecha Venezuela y los grupos más radicales y violentos de México”. Después de leer esta, al lector le queda un ronroneo en la cabeza debido a la constante aparición de construcción verbales como se deduce, se sospecha, se cree, parece… o el prolífico según la o el

Las otras tres noticias no tienen menos desperdicio. El diario “El País” dedicó su mejor esfuerzo a reforzar las marcos con los cuales quiere se siga “pensándose” al gobierno venezolano. Esta labor ya es descaradamente visible. Y lo más preocupante es que desde el gobierno venezolano y desde nuestro país, todavía no se consigue ni se estructura un equipo multidisciplinar con que hacerle el contrapeso. Esto no es una labor para periodista. Nuestros periodistas, aquí y en todas partes, apenas saben algo de cómo elaborar noticias y hacer una que otra aceptable entrevista. Esto supone un equipo que posea los más amplios conocimientos teóricos-metodológicos para enfrentarlo y los más humildes, solidarios y transparentes discursos para comunicarlos.

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