Si, de esa “Propiedad Privada capitalista”, encubierta y cimentada por la “Legalidad burguesa”, se valen los burgueses para explotar la fuerza de trabajo de los trabajadores: opresión del “Trabajo” por el “Capital”. Lo cual abre paso a la más grande y ruin contradicción que presenta la sociedad capitalista: el carácter social de la producción vs. la apropiación privada de dicha Producción. A partir de que la sociedad capitalista (mas bien las relaciones de producción capitalistas, de carácter explotador, sobre las que se erige dicha sociedad) faculta a grupos o particulares a poseer, en calidad de “Propiedad Privada”, “los fundamentales medios de producción”. Consecuentemente, los trabajadores desprovistos de medios de producción, se ven obligados a vender su “fuerza de trabajo” (a los capitalistas, “propietarios” de dichos medios) para poder subsistir.
Ahora, ¿Cómo logran los burgueses consumar y perpetuar este fraude histórico? Camuflando “Forma” por “Contenido”: Legalidad por “Legitimidad”. Haciendo pasar al Derecho burgués como padre de la sociedad burguesa, cuando en realidad es hijo de ésta, de ella nació; el Derecho jamás podrá elevarse por encima de la sociedad que lo determina; está hecho a su imagen y semejanza. Pero estos especímenes, a fuerza de purísima retórica, otorgan al Derecho un poder omnímodo, por encima de la misma sociedad capitalista que lo parió. Y, ¿para qué? Para que el Derecho se erija infalible, como rey y amo de la sociedad capitalista. Cuando en realidad le está supeditado, repito, de ella nació.
Sin tal mistificación el Derecho burgués (o Legalidad burguesa) se tornaría ineficaz, estéril, para conjurar las innumerables rebeliones populares que de seguro se suscitarían. Y no podría cumplir, entonces, su cometido histórico: salvaguardar el orden capitalista vigente. Por ello lo sacralizan y mistifican; para obnubilar al pueblo y mantenerlo a raya…
De lo expuesto se infiere que, el derecho que faculta a los burgueses a ostentar los ‘fundamentales medios de producción” nace de la “legalidad burguesa”. Y dicha” legalidad burguesa”, por lo general, está reñida con la “Legitimidad”; desemboca casi siempre en la “legalidad de la injusticia”. Es esa –y no otra- la regla que rige la sociedad burguesa. He ahí otra de las grandes contradicciones que genera dicha sociedad: la riña permanente entre “Legitimidad y Legalidad”; insoluble en su propio seno. En síntesis: la “Propiedad Privada capitalista”, revestida de “Legalidad burguesa”, carece a todas luces de “Legitimidad”: es “Ilegitima”.
Quiere decir, entonces, que los capitalistas poseen de manera “Ilegítima”, “los fundamentales medios de producción”: las grandes extensiones de tierras, las grandes fábricas, los grandes consorcios, los grandes medios de “comunicación”… Solo que dicha “Ilegitimidad” se solapa, se encubre bajo el manto de la “Legalidad burguesa”. En cambio, nosotros los trabajadores, todo cuanto poseemos en propiedad: nuestra vivienda, nuestro vehículo…, lo poseemos “Legitima” y “Legalmente”. Y constituye nuestro único aliciente para sobrevivir a la sociedad capitalista.
Si concatenamos lo hasta aquí expuesto con nuestro anterior análisis: “ofensiva revolucionaria, y el tema de la Propiedad Privada”, donde ilustrábamos con el ejemplo de la “Propiedad Privada capitalista” detentada por los Mendoza sobre “consorcio polar” y el hogar detentado por el trabajador, concluiremos forzosamente que la “Propiedad” ostentada por los Mendoza, además de ser contraria a los intereses del pueblo, porque degenera en fuente de explotación del hombre por el hombre, es detentada por éstos (los Mendoza) de manera “Ilegitima”. Solo que encubierta, como toda propiedad capitalista, bajo el manto de la “Legalidad burguesa”. En cambio el hogar ostentado por el trabajador, devenido de su esfuerzo y trabajo, constituye “Propiedad Privada personal” de dicho trabajador. Y es detentada por él, “Legal” y Legítimamente”…
(*)Prof.
juanmanuelsivira@hotmail.com