Tiempo Argentino
Dijo que va a contribuir a cerrar la ecuación energética. “No hay que caer en las trampas de los enfrentamientos y las divisiones”, advirtió.
Cristina participó de la Cumbre del Mercosur con un discurso con dos ejes nítidos. De un lado, la defensa de las empresas argentinas de la construcción, que conforman un amplio abanico de actividades con gran peso en la economía y la sustentabilidad del mercado interno, y del otro, el impulso al ingreso de Venezuela al bloque, ahora a la espera de una decisión de Paraguay. Cristina inició su presentación tras las palabras del canciller de Brasil, Celso Amorim, quien hizo un balance de lo actuado en las dos jornadas previas, en las que se firmaron más de 30 acuerdos comerciales, políticos y sociales; y del presidente Lula, que destacó el valor del Mercosur como proyecto de integración democrático sin problemas de racismo y armamentismo. Las primeras palabras de Cristina fueron dedicadas a destacar “el símbolo de la elección que hemos hecho, de pertenencia e identidad con América del Sur, que no significa desconocer la globalización. Queremos incorporarnos, pero desde nuestro propio proyecto y visión.”
La mirada presidencial sobre el valor de la integración regional sobrevoló los datos de la Cepal, que marcan un “fuerte crecimiento económico” basado –subrayó la presidenta– “no en una entelequia sino en el sustento que de el mercado interno de nuestros países. Y fue la existencia de este fuerte mercado interno lo que nos permitió superar la crisis global más importante desde la década de 1930.”

Con el énfasis puesto, entonces, en la defensa de los “logros” alcanzados por el Mercosur y advirtiendo contra “los señalamientos que marcan a otros procesos de integración como perfectos contraponiéndolos al nuestro”, Cristina marcó una línea que parte en la anterior cumbre de San Juan, de agosto pasado, y considerada por Lula como la más productiva de la historia del bloque común, pasa por la presidencia pro tempore de Lula y seguirá –confirmó– en la del nuevo presidente pro témpore y mandatario de Paraguay, Fernando Lugo. En ese sentido, remarcó que como esta es “una asociación estratégica entre los países”, en la que no hay lugar para “la política de los donativos a los que son tan afectos los países grandes respecto de los chicos”, se debe materializar, por lo tanto, “en obras de infraestructura clave, las que servirán para apuntalar el desarrollo de nuestras empresas de construcción, y de las que producen insumos básicos y son sus proveedoras. Su desarrollo aportará mucho al crecimiento del empleo y la sustentabilidad del mercado interno.
” En ese orden, abogó por la unidad y el fin de las divisiones dentro del Mercosur. “El enfrentamiento entre Brasil y la Argentina, no ideológico sino práctico, fue impulsado por sectores que no querían un desarrollo autónomo de la región. Debemos ser inteligentes para no volver a caer en ninguna de las trampas en las que nuestros países cayeron, de enfrentamientos y divisiones. El divide y reinarás sigue funcionando”, advirtió. “Debe ser suplantado por unir y gobernar”, dijo.  La presidenta planteó la incorporación plena de Venezuela al bloque en base a dos consideraciones. La primera, porque con esa incorporación, el Mercosur podrá “cerrar la ecuación energética. Su ingreso ayudará a consolidarnos en uno de los frentes más importantes del siglo que estamos viviendo, que es el de la energía.” La segunda razón por la que Venezuela se debe incorporar al Mercosur, explicó, es porque se trata de “un país que ha sido generoso con los demás países de la región”, y porque configura un acto de “solidaridad y hermandad”.