Adel El Zabayar*


Todo enfrentamiento, todo conflicto, y toda crisis generada, no son espontáneos ni mucho menos casuales. En todo tiene que ver las entrañas del capitalismo, en especial cuando nos referimos a la pérdida de los espacios económicos, y la capacidad de mantener los monopolios tradicionales.

Es la escena del crecimiento de un chovinismo fascistoide conductor ante la falta de salidas, a encadenar una serie de episodios trágicos con suficientes bases hacia conflictos locales y controlados, pero que tenga suficientes efectos sobre el resto del mundo, como fueron la guerra de Yugoslavia, Irak, Afganistán. Otros con carácter de chantaje, como lo fueron los conflictos de la región caucásica dirigida claramente contra Rusia. Y si esto no les canaliza suficientes resultados para evitar el colapso del sistema, la posibilidad de una guerra de grandes dimensiones, es también parte fundamental de la filosofía capitalista.

Y acaso lo ocurrido en Seúl capital de Corea del Sur ¿no es un signo real de las inmensas contradicciones del capitalismo mundial, que ameritan un análisis minucioso de los acontecimientos, y que sirva de bases para una mayor comprensión y búsqueda de una verdadera unión del sur no solo en lo económico, sino en lo político?

En Seúl y En medio de fuertes acusaciones cruzadas, el Grupo de los 20 (G-20) desarrollo sus reuniones el 11 de noviembre, lo que seguramente fue la cumbre más tensa de los últimos años, por los desacuerdos entre los países sobre la política cambiaria y las desigualdades en el intercambio comercial mundial.

El objetivo fue encauzar una economía mundial que, dos años después de la quiebra de Lehman Brothers, continúa afectada por una enorme incertidumbre.

Pero la falta de acuerdo sobre temas como la «guerra de divisas», la expansión monetaria de Estados Unidos y la brecha que existe entre los superávits de los países emergentes y el déficit comercial de los desarrollados, dejo claro la existencia de una guerra latente en los próximos escenarios.

Las negociaciones previas a la cumbre fueron precedidas por una ola de críticas a Estados Unidos por el paquete de 600.000 millones de dólares lanzado por la Reserva Federal para intentar reactivar su alicaída economía. Las críticas hacia Estados Unidos son generalizadas en el G-20, en una situación por demás paradójica para una potencia acostumbrada a adoptar el papel de «sheriff» económico mundial.

El paquete del gobierno norteamericano se anunció en medio de las fuertes preocupaciones por la «guerra de divisas» (concepto acuñado por el ministro de Economía de Brasil, Guido Mantega), especialmente entre Estados Unidos y China, en virtud de que Washington está impulsando la caída del dólar para protegerse de la cotización artificialmente baja del yuan chino.

Estados Unidos se queja de que sus empresas no pueden aumentar sus exportaciones, por lo tanto, contratar más trabajadores, debido a la competencia desleal de China, que mantiene artificialmente baja la cotización de su moneda para ser más competitiva y mejorar sus ventas externas.

En tanto, China -quien también estuvo en el banquillo de los acusados en la cumbre del G-20 por su política cambiaria- acusa a Estados Unidos de ser poco coherente al inundar la economía con 600.000 millones de dólares, lo que provoca en realidad una devaluación del dólar.

Y en un intento de sacar a su país del ojo del huracán, el presidente del imperio norteamericano, Barack Obama, señaló en un comunicado que «Estados Unidos hará su parte para restaurar el crecimiento fuerte, reducir los desequilibrios económicos y calmar los mercados». También instó a los demás países del G-20 a «hacer su parte» y dejar de lado los enfrentamientos. «Cuando todos los países hacen su parte, tanto los emergentes como los desarrollados, los que tienen superávit y los deficitarios, todos nos beneficiamos de un mayor crecimiento», y como imperio, reiteró su argumento de que una economía fuerte es la contribución más importante que puede hacer Estados Unidos a la recuperación global.

La cumbre se desarrollo en un clima de gran renovada incertidumbre por la economía mundial, con fuertes bajas en las principales bolsas por la creciente desconfianza sobre la capacidad de Irlanda y Portugal de afrontar los pagos de su deuda.

Los Estados Unidos de Norteamérica seguramente tiene encaminado un agresivo plan y bien articulado entre sus laboratorios terroristas mundiales. Una crisis continua y permanente, es una necesidad estratégica en los planes de dominación. Lo orgánico del dólar esta en la imagen dominadora del imperio, y las bases militares son parte de ese juego monetario.

Queda claro que mas que mantener sus maquinas funcionando garantizándole combustible a cualquier precio, el imperio no permitiría que le arrebaten ese privilegio de ser amo y dueño de la moneda dominante y de todos. Mejor dicho, comprar la economía mundial con papel y tinta mejor conocido como el Dólar.

Nos preguntaríamos, ¿donde estallaría un próximo conflicto además de la península coreana y nuestros hermanos centro americanos? Realmente considero muy inteligente la orientación en calmar nuestra frontera con Colombia.

Los países del sur deben estar en alarma ante la agudización, confrontación y creciente crisis del capitalismo mundial. Y el llamado insistente del Comandante Chávez por la unión de los pueblos del sur tiene carácter de seguridad mundial y supervivencia.

Venezuela tiene ese liderazgo, y lo asumimos con honor y dignidad, y esto compromete cada día mas a los revolucionarios quienes analizamos con preocupación la magnitud de nuestras responsabilidades históricas, conduciéndonos a ser cada día, mas críticos ante las ineficiencias, los saboteadores y mercaderes de la política, para construir un solidó frente amplio interno, que permita el buen cumplimiento de esta gran tarea, bajo el liderazgo del comandante Chávez.

 

(*)Diputado a la Asamblea Nacional

Presidente de la Federación de Entidades Venezolano-Árabes