Diario CoLatino

 

Las 14 familias poderosas del país allá por los años 70 del siglo pasado ya son historia. Ahora, después de la privatización y la invasión de las transnacionales, luego de los 20 años de gobierno de ARENA, el poder económico y político se concentran en ocho grupos, una argolla “burguesa y capitalista pura en sus relaciones sociales”.

Así lo demuestra el ex diputado y miembro del FMLN, Salvador Arias, en su libro denominado “Atlas de la pobreza y la opulencia en El Salvador”, en el que detalla que las referidas argollas manejan 722 empresas, las cuales, se apoderan del 60% del excedente de la riqueza producida en el país.

En el libro que se presentará hoy en el centro cultural Nuestra América, el también doctor en economía plantea la realidad de la voracidad de estos grupos, debido a que las 700 empresas más grandes tienen un excedente promedio que captan más de $5 millones de dólares mensuales; y, las más de 160 mil micros y pequeñas empresas tienen $504 dólares mensuales de ingresos.

 

Este dato indica que el micro empresariado no alcanza a cubrir la canasta de mercado, algo que para el ex parlamentario es “una cosa demasiado abismal”.

Dentro de los ocho grupos se encuentran familias árabes, judías, no judías, palestinos, entre otros, quienes utilizaron once mecanismos para enriquecerse a costa del Estado y la sociedad salvadoreña.

En primer lugar utilizaron la privatización, luego, la evasión de impuestos. Como tercer mecanismo obligaron al endeudamiento público; también, promovieron la falta de transparencia, corrupción e impunidad gubernamental.

El quinto radicó en la explotación del trabajo en el mercado laboral del país; un sexto mecanismo fue y es mantener los altos niveles de desempleo y sub empleo.

El séptimo trata de los “salarios mínimos de hambre” y el alto costo de la vida; un octavo elemento es los altos impuestos que pagan la mayoría de la población.

Un noveno mecanismo es la “política de expulsión” de personas que migran hacia Estados Unidos para luego enviar remesas. Según Arias, esta dinámica ayuda a financiar el modelo de acumulación neoliberal en el país.

El décimo estriba en la protección brindada por el Estado salvadoreño a los intereses de la “burguesía oligárquica”, y, un décimo primer mecanismo es la apertura a las transnacionales.

Arias explica que como resultado del neoliberalismo se originan grupos con grandes capitales que resultan de la privatización; luego, se conforman en conglomerados financieros que, posteriormente, invierten en el extranjero y se llevan su capital a Centroamérica y al Caribe; y, después de este proceso, se asociación con las transnacionales.

“El peso de las transnacionales en el país es tal que son más dueñas de la economía que los mismos salvadoreños”, aseguró el economista.

Muestra de ello es que en el libro se indican que los activos de 48 empresas transnacionales instaladas en el país ascienden a $18 mil millones de dólares, equivalentes a los casi $20 mil millones de dólares del Producto Interno Bruto (PIB) salvadoreño de 2007.

“Es decir, que el capital transnacional en su conjunto es quizás el capital más importante que mueve a la economía salvadoreña y, por lo tanto, sus dinámicas y reglas de funcionamiento definen en gran medida las posibilidades de desarrollo del país”, reza parte del libro.

Evasión fiscal

El poder de los ocho grupos es tal que anualmente evaden impuestos equivalentes a un mil 500 millones de dólares. Muestras de esto es que el economista, valiéndose de informes del Ministerio de Hacienda y del Centro Nacional de Registros, indica que sólo en 2006, el Banco Cuscatlán (ahora CITI), evadió $47 millones 500 mil 328 de dólares del impuesto sobre la renta; mientras que el Banco Agrícola evadió $59 millones 392 mil 441 dólares.

En ese año, los dos bancos se apropiaron ilícitamente de $106 millones 892 mil 770 dólares del impuesto sobre la renta. El libro indica que “la concentración y el poder de la burguesía oligárquica se ha venido incrementando en los últimos años con el saqueo de la economía, a través de la corrupción pública”.

Los cálculos indican que los montos de defraudación fiscal de los referidos grupos por año pasaron de $1.3 miles de millones de dólares en 2004 a $1.9 miles de millones de dólares en 2007.

“Aquí no hay información inventada, sino que leída correctamente”, subrayó Arias.

La pobreza

La desigualdad en el país es preocupante. Un reducido grupo de la sociedad tiene fortunas que rondan los $800 millones de dólares o los un mil 500 millones de dólares, mientras que el 85.4% de los hogares salvadoreños viven en diferente situación de pobreza.

El libro de Arias estudia también la situación de la pobreza de El Salvador y demuestra que el departamento más pobre del país es Morazán, ya que el 94% de las familias de ese departamento están en diferentes niveles de esa condición social.

Y el departamento que registra menos familias pobres es San Salvador: el 87% padece de algún tipo de pobreza.

Es decir, que El Salvador no es un país de renta media como lo vendió el anterior gobierno de Antonio Saca, porque a razón de los porcentajes es un país de pobres.

Para ponerle fin a esta desigualdad social, el economista propone el cambio del modelo económico y pasar a una democracia socialista porque “se debe romper con el Neoliberalismo y tener un período de transición, para generar un nuevo modelo de acumulación, donde la propiedad social, la propiedad estatal y la propiedad individual jueguen un papel, pero, donde no sea ya predominante la cúpula oligárquica gran captadora del excedente económico”.

Arias quiere que con su libro número 14, la sociedad salvadoreña reflexione sobre esta problemática que es la que acaba al país, debido al poder de las transnacionales.

A lo largo de 20 años de gobiernos de ARENA, el economista y asesor de la bancada del FMLN en la Asamblea Legislativa, asegura que los ocho grupos construyeron sus emporios económicos y, como consecuencia, dejaron una deuda al país de más de $11 mil millones de dólares, una suma que difícilmente varias generaciones de salvadoreños y salvadoreñas subsanarán si siguen los mismos niveles de corrupción, evasión y elusión fiscal.