El pasado lunes, las fuerzas policiales y militares marroquíes cercaron y procedieron al desalojo del campamento de protesta instalado en Gdaim Izik, en las afueras de El Aaiún, considera la capital de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD). El campamento había sido instalado por lo menos dos semanas atrás, y el Frente Polisario había advertido entonces a Naciones Unidas y a la comunidad internacional, sobre la situación de cerco y amenaza a los residentes en el campamento. El Frente Polisario reclamó una acción de Naciones Unidas ante lo que considera una amenaza de un posible desastre humanitario.
Unos días antes del desalojo, Marruecos dio una muestra de cómo pensaba actuar, quizás para marcar cual sería su posición ante el diálogo que iba a iniciar con el Frente Polisario, bajo auspicio de Naciones Unidas, en Estados Unidos, precisamente, el lunes pasado. En ese entonces, fuerzas policiales marroquíes dispararon contra un vehículo que pretendía ingresar al campamento saharaui, matando a uno de sus ocupantes, un adolescente de 14 años, e hiriendo a otras 3 personas. El brutal asesinato, y la desaparición, por varios días de los heridos, no provocaron ninguna condena ni alarma internacional.
Así, mientras en en Manhasset -en las afueras de Nueva York-, se preparaba la reunión auspiciada por la ONU, las fuerzas represivas de Marruecos, atacaron con extrema violencia el campamento sarahui. En la represión, y resistencia armada por un pequeño grupo de manifestantes, se produjeron al menos 19 muertos saharauis y 9 policías marroquíes. Al mismo tiempo que Marruecos atacaba el precario campamento, el gobierno del rey de Mohamed VI instaba a su población a “combatir” a los sarahuis en El Aaiún. Así, cientos de personas armadas se dedicaron a asaltar las casas de los sarahuis, golpearlos y desalojarlos de sus viviendas.
Pese al cerco informativo, Marruecos ha impedido el ingreso de periodistas a la zona, distintas fuentes –entre ellas cooperantes europeos- denuncian que el ataque marroquí ha provocado hasta ahora 19 muertos, 752 heridos y más de 150 desaparecidos, y que se siguen encontrando cadáveres arrojados en las calles, o enterrados apresuradamente en fosas comunes.
Voceros del Frente Polisario denuncian que las fuerzas marroquíes abandonan los cadáveres en las calles de la capital saharaui, para provocar el terror. El ministro saharaui de Exteriores, Mohamed Uld Salek, asegura que en los barrios con mayor presencia saharaui de la ciudad «están apareciendo cuerpos degollados y cadáveres con impactos de bala, algunos de ellos de niños» a los que «resulta muy difícil identificar».
El delegado del Frente Polisario en Andalucía, España, Abidin Bucharaya, ha advertido por su parte de que el gobierno marroquí está induciendo a los colonos marroquíes a que participen en una «batalla» contra los saharauis, por lo que, a su juicio, se corre el riesgo de que en las «próximas horas» el Sáhara se sumerja en una «guerra civil» entre marroquíes y saharauis.
Silencio y dudas cómplices
Pese a las denuncias de cooperantes y testigos de los incidentes, la prensa internacional y los gobiernos europeos principalmente, sostienen dudas sobre el alcance de la represión y el origen de los hechos, asegurando, como dice el gobierno de España, principal responsable por la indefinición de la situación colonial saharaui, que aún no se conoce que ha pasado ni quien ha iniciado el ataque.
La prohibición de Marruecos al ingreso de periodistas –ya ha expulsado a por lo menos tres equipos de la televisión española- agranda el cerco informativo, mientras Europa sigue sin condenar los hechos.
Es que Marruecos es el principal aliado de Europa en el norte de Africa, tanto para detener inmigrantes africanos camino al continente, como en la explotación de los recursos naturales del Sahara, es decir el fosfato, petróleo y principalmente, la riqueza pesquera de sus costas. El Sahara Occidental es un territorio rico en recursos naturales de alto valor en el mercado. Ya en 1974, el Banco Mundial definió al país norteafricano como el territorio más rico de todo el Magreb por contar con el banco pesquero más importante del mundo y las mayores reservas de fosfato encontradas hasta ese momento.
Según un informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Unión Europea aglutinó un 72,8% de las exportaciones de Marruecos en 2007. Marruecos ha firmado varios acuerdos –algunos secretos con España desde 1975- para la explotación pesquera en aguas territoriales del Sahara Occidental, y ha permitido además la instalación de empresas europeas en el Sahara para la explotación del fosfato, y petróleo.
Por ejemplo, en 2001, Marruecos concedió la extracción de reservas de gas y petróleo de la costa saharaui a las multinacionales Total Fina Elf (francesa) y Kerr- Mcgee (norteamericana). En mayo de 2006 la Unión Europea firmó un acuerdo de pesca con Marruecos que incluía las aguas del ocupado Sahara Occidental. Suecia fue el único país que votó en contra, mientras que Finlandia, Irlanda y los Países Bajos dieron su apoyo condicionado al acuerdo adjuntando declaraciones relativas a la inclusión de las aguas del Sahara Occidental. Aún así, el acuerdo obtuvo 409 votos a favor, 167 en contra y 66 abstenciones a pesar de que el Grupo Interparlamentario se opuso al acuerdo pesquero, que definía directamente la zona de pesca como » las aguas bajo soberanía o jurisdicción del Reino de Marruecos”. Paradójicamente, España, nombrada por la ONU como país ex colonizador responsable de la independencia del Sahara, fue el Estado miembro más beneficiado, puesto que obtuvo 100 de las 119 licencias de pesca , así como la autorización para capturar 400 toneladas al año de especies pelágicas –sardina, caballa y jurel– de las 60.000 que se repartieron los socios europeos.
Por otra parte Marruecos se ha apropiado de las reservas de fosfato del Sahara, para lo que ha contado con la complicidad de España. La empresa marroquí Office Cherifien des Phosphates (OCP) compró l mayoría de las acciones de la española Fosfatos de Bu-Crá S.A. y por lo tanto la propiedad de los yacimientos de Bu-Drá en El Aaiún, capital del Sahara Occidental, y considerado como el mayor yacimiento del mundo.
Actualmente Marruecos, mediante la OCP, es el primer exportador mundial de fosfatos y propietario de las tres cuartas partes de las reservas mundiales de este mineral, de vital importancia para la agricultura, la industria de fertilizantes y la industria química. Según Western Sahara Resource Watch en la cadena de obtención y distribución de fosfatos también participan empresas españolas. Concretamente, denuncia la actividad de la naviera ERSHIP, S. A., que transporta los fosfatos que la OCP obtiene hasta España, y de los almacenes de FMC Foret, donde se descarga y se compacta el mineral en sacos para volver a mandarlos de nuevo a Marruecos.
Además Marruecos hace el trabajo de policía de inmigración europeo al detener en sus costas el tránsito de inmigrantes subsaharianos hacia Europa.
El rey Mohamed VI ha sido también hábil en explotar los sentimientos colonialistas españoles, al amenazar indirectamente los enclaves de ese país en su territorio, las ciudades de Ceuta y Melilla. Cada vez que Marruecos quiero obtener alguna concesión de España, el rey Mohamed VI permite que un grupo de nacionalistas organicen protestas en esas ciudades para reclamar el retiro de España y la devolución de sus territorios a Marruecos.
Otro elemento importante en la complacencia de Europa con el reino marroquí es la necesaria participación de ese país en la “Unión del Mediterráneo” un espacio de libre comercio que se pretende construir –bajo la premisa del liberalismo- entre países de la Unión Europea y las demás naciones que tienen costa con el Mediterráneo, incluyendo Israel.
Precisamente en el próximo mes debería efectuarse una reunión de ese organismo de integración, que tiene su sede en Barcelona, y que no termina de cuajar en la espera de que mejoren la relación árabes-israelí.
No menos interesados en mantener el status quo están las bandas internacionales del tráfico de drogas, que utilizan esa especial relación de Marruecos con Europa para sus propósitos.
Línea dura en la interna marroquí
Para el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago y experto en el Sáhara Carlos Ruiz Miguel –citado por el diario Público de España- Marruecos ha optado por la línea dura en sus relaciones con los saharauis. Dar prioridad a la violencia frente a la negociación, tiene más ventajas que inconvenientes para Rabat: «El beneficio para Marruecos es muy claro. Ha acabado con una resistencia que empezaba a ser preocupante, pues se estaba vertebrando una oposición interna en el Sáhara. ¿Y los costes? ¿Es que esto va a tener alguna consecuencia negativa para Marruecos? Ni España ni la UE han dicho nada. No ha habido condena». Ruiz Miguel cree que «Marruecos aspira a crear un escenario israelí en el Sáhara»; el de un país que utiliza de manera totalmente impune la represión para mantener la anexión ilegal de un territorio.
Según una nota de Trinidad Deiros del diario Público, algunos analistas consideran que el ataque al campamento Dignidad es producto de la imposición en la interna marroquí de una línea dura en la cúpula militar que no acepta ni siquiera la propuesta de autonomía limitada que ha presentado el rey Mohamed VI. Según estos especialistas españoles en el Sahara, en la la sombra se insinúa la figura de dos generales siniestros: Hosni Benslimane y Hamidu Laanigri, que dirigen respectivamente la Gendarmería Real y las Fuerzas Auxiliares: los dos cuerpos de seguridad militarizados que arrasaron el campamento cercano a El Aaiún.
Hosni Benslimane, general mayor de las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos, condecorado en 2005 con la Gran Cruz de Isabel la Católica por el Gobierno español, figura en la querella sobre el Sáhara en la Audiencia Nacional que instruyó el juez Baltasar Garzón como «el superior que ordenó y dirigió presuntamente la campaña de detenciones y posteriores desapariciones en Esmara en el año 1976». Además, Benslimane, es buscado por el juez francés Patrick Ramaël para interrogarlo por la desaparición en París del líder izquierdista marroquí Mehdi Ben Barka, en 1965. Los expertos consultados por la periodista coinciden en que la situación en el Sáhara no cambiará si Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados como España, EE.UU y Francia no presionan a Marruecos.
Décadas de lucha y de traiciones
El Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Polisario)es la continuación de la lucha por la independencia de la corona española, iniciada en la década del 60 del siglo pasado por Mohamed Sidi Brahim Basir, más conocido como como Basiri, desaparecido en 1970 por la dictadura de Francisco Franco.
En 1973, se constituye el Frente Polisario, liderado por El Uali Mustafa Sayyid, y de inmediato inicia la lucha armada para obtener la independencia. Ese año coincide con el debilitamiento del general Franco en España, que aunque se mantiene como jefe de Estado, cede la jefatura de gobierno. El Frente Polisario inicia la lucha de guerrillas en el desierto y a gran escala, logrando importantes éxitos militares.
El 24 de agosto de 1974, el gobierno español anuncia que realizará un plebiscito en los territorios ocupados para resolver la independencia del Sahara. Un año más tarde, el todavía príncipe de España, Juan Carlos, ya en funciones de jefe de Estado ante la enfermedad del dictador Francisco Franco, visita El Aaiún el 2 de noviembre, apenas pocos días antes de la muerte de Franco, y asegura que «España cumplirá sus compromisos y respetará el derecho de los saharauis a ser libres».
Casi al mismo tiempo, España decide retirarse unilateralmente del Sahara, sin cumplir su promesa y su obligación como poder colonial, de traspasar la administración de los territorios a la población saharauí.
El entonces rey de Marruecos, Hassan II, al conocer la intención de los españoles de retirarse del Sahara, y siguiendo los consejos de Estados Unidos que querían impedir un gobierno del Frente Polisario, aliado de Argelia y otros países antiimperialistas, organiza la llamada “marcha verde” que consistió en la invasión de 350.000 marroquíes para instalarse en el Sahara. El 14 de noviembre, en la agonía de Franco (que muere el 20), España cede la administración de la parte norte de su antigua provincia a Marruecos y a Mauritania la parte sur, en virtud de los Acuerdos de Madrid, considerados ilegales a la luz de la doctrina de la ONU. El convenio incluía unos anexos secretos con importantes contrapartidas pesqueras para España.
Desde 1975, El Frente Polisario se estaciona en Tinduf, territorio argelino. El mismo año las Naciones Unidas reconocen al movimiento. El 26 de febrero de 1976, el último soldado español abandona la que había sido la provincia 58 de España. Muchos saharauis, aterrados, emprenden la huida por el desierto hacia Argelia, para no quedar bajo el régimen de Marruecos. Un día después, el 27 febrero de 1976 el Polisario proclama la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) desde Tifariti, en la parte del territorio no controlado por Marruecos, considerándose por muchos países un gobierno en el exilio
La lucha por la independencia continúa con fuerza, y el 5 de agosto de 1979, Mauritania decide abandonar la ocupación y cede la administración de la parte sur del Sahara Occidental al Polisario, pero esto no es reconocido por Marruecos, que se anexiona esa zona.
El Frente Polisario intensifica su lucha y Marruecos construye un muro de arena para detener las incursiones militares de los independentistas. Los combates siguen hasta el 6 de septiembre de 1991, día en el que se acuerda un alto el fuego. La MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental) es el organismo encargado de velar por el alto el fuego y preparar un referéndum, cuya celebración se preveía para 1992, y que todavía no se ha celebrado.
Marruecos ha ignorado hasta ahora la convocatoria a un plebiscito, y lo único que acepta es conceder una autonomía limitada a los territorios saharuis. Por su parte el gobierno de la RASD y el Frente Polisario, insisten en los compromisos de Naciones Unidas para la descolonización y reclaman el plebiscito.
España, que tenía el compromiso inicial como potencia ocupante, de convocar al plebiscito, se excusa en los planes de Naciones Unidas y proclama su neutralidad. En las actuales circunstancias sostiene que su relación con Marruecos es prioritaria para la seguridad del país.
Desde entonces se han presentado varias “planes de paz” pero todos encuentran la resistencia de Marruecos a ceder, según dice, la soberanía sobre esos territorios de la ex colonia española. Para ello ha contado siempre con la complicidad de los diferentes gobiernos españoles, el apoyo de Estados Unidos y de Francia, dos países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
ernestotamara@gmail.com