Marcelo Colussi


Gracias a revelaciones que me hiciera un gran amigo, agente del contraespionaje que tenía por lenguas maternas tanto el inglés como el español y de quien por razones obvias no se podrá dar ningún otro dato personal, hoy me permito hacer público un documento que me confió dos semanas antes de su muerte. Entiendo que al enseñármelo, si bien no me lo pidió en forma explícita, estaba implícito el hecho que yo lo divulgaría. Nunca terminé de entender bien qué papel jugaba en términos políticos con su doble pertenencia (trabajaba para dos gobiernos); e igualmente oscuro me queda su perfil ideológico. Lo cierto es que estaba increíblemente informado, y me solía pasar datos espeluznantes en relación a los grandes factores del poder global, con los que convivía y para los que laboraba.

Por el motivo que fuera, quiso legar estas revelaciones, que considero importantísimas para conocer algo de lo que está pasando hoy a escala mundial, y en particular en América Latina. Ya en sus últimos días –murió de cáncer a los pulmones– me hizo conocer este escrito, indicándome que era “muy importante”. Tal como me lo dio, lo hago público ahora, sin agregar ni quitar una coma. Se trata, según me dijo, de la transcripción en español de parte de una reunión secreta de un “influyente grupo de poder” (deduzco que podría ser el Club Bilderberg) a inicios de los años 80 del siglo pasado. Las conversaciones fueron en inglés, y él las grabó en forma subrepticia. Por qué quiso hacerlas públicas ahora es un secreto que se llevó a la tumba.

Es verdaderamente aterrador constatar cómo los grandes poderes deciden la vida de los otros; pero ya no de unos cuantos, de unos millones incluso, sino ¡la vida de la humanidad completa! Sólo a título de pequeña introducción diré que, por lo que pude entender, se trata de un grupo de poderosos (supongo que habrá presidentes de Estados, presidentes de corporaciones transnacionales y algunos intelectuales orgánicos al sistema) que, hablando en inglés, le dan forma al escenario mundial para las próximas décadas. Lo que mi amigo me pasó trata básicamente de Latinoamérica, puesta en el escenario internacional donde las mismas estrategias, con las adecuaciones del caso, también sirven para otros países. La reunión tuvo lugar hacia inicios de 1980, y lo que allí se decidía (no me pasó la transcripción completa, por lo que no se pueden conocer las decisiones concretas en forma de planes de acción específicos) tiene absoluta vigencia hoy, 30 años después. Según me expresó mi amigo, eran sólo varones, y su número no superaba los 25. Eran todos civiles, muy elegantemente vestidos por cierto. Ningún militar ni ningún religioso, y la gran mayoría hablaba inglés como lengua materna. No indicó nombre alguno, por lo que sus cargos, con suerte, podrían deducirse.

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(….)

Personaje 1: Sin dudas fue importante, claro que sí. Sin ese trabajo que nos hicieron los militares hoy no podríamos estar planteándonos todo esto. Pero no olvidemos nunca, señores, que lo militar, que todo el ámbito militar, desde las guerras de baja intensidad hasta los misiles intercontinentales con poder de destrucción total, todo eso no tiene vida propia; todo eso está a nuestro servicio, no lo olvidemos. ¿O acaso un Pinochet, por ejemplo, o cualquiera de estos dictadorcillos latinoamericanos o africanos, gobiernan por sus propios méritos?

Personaje 2: Por supuesto que no, claro. Aunque creo que eso lo tenemos bajo control, bien manejado. Las escuelas militares que tenemos por ahí, toda la doctrina militar que circula por nuestro mundo libre, está bien trabajada. Por los informes que manejamos, más allá que en algunos países les permitamos llegar a ser presidentes, tienen bien claro que su misión es proteger la empresa privada. Y en eso no se equivocan. Es más: todos ellos, cuando pueden, también quieren ser empresarios. Son muy pocos, poquísimos, los militares que se nos han vuelto en contra y la emprenden contra la iniciativa privada. Pero ya sabemos cómo terminan esos exabruptos. ¿Para qué tenemos, si no, a nuestros buenos militares, los que nos protegen?

Personaje 3: Así es, señores. Además, tenemos que reconocerlo una vez más, no tiene sentido hacernos la guerra entre nosotros. La última experiencia, la segunda guerra mundial –yo era niño, pero aún la recuerdo– fue devastadora. Ya sabemos que por ahí no hay salida, menos aún con estos cohetecillos infernales que todos vamos teniendo, con poder atómico. ¿Se imaginan otra guerra entre nosotros con armas nucleares? Bueno, pero seamos optimistas, positivos: sabemos que ahora todos vamos por la misma ruta y entre nosotros no tiene sentido enfrentarnos. Además, eso de haber invertido mutuamente entre todos los grandes capitales nos protege como grupo. Aunque hablemos distintos idiomas, el idioma del dinero nos iguala a todos. En eso no nos equivocamos, caballeros. Lo que sí, estos últimos años, con todos estos alzamientos y protestas que tuvimos por todos lados, con estas guerrillas que se pusieron molestas, todo esto nos tiene que servir de ejemplo. Ahora que hemos dado unos buenos golpes para que vean que no estamos dispuestos a tolerar más nada de eso, ni un hippie ni un guerrillero, ni un sindicalista ni un militar rebelde, ahora es cuando podemos tomar la ofensiva. Como dijo ayer R., creo que magistralmente: “ahora que están a la baja es nuestra oportunidad, pues el que pega primero pega dos veces”. Y ahora, señores, todo esa chusma está a la baja. ¿Qué esperamos si no para volver a golpear? Yo estoy de acuerdo con lo que se planteaba ayer de continuar golpeando pero ya sin armas, aunque las sigamos teniendo siempre listas, por supuesto.

Personaje 1: Coincido plenamente. En el borrador que ayer comenzamos a discutir está claro: para que las masas no se dejen manipular por agitadores y se levanten contra el orden constituido, hay que mantenerlas continuamente a raya. Y para eso hay que combinar todo tipo de presiones: ahora, ya suficientemente golpeadas como están por nuestros amigos, los militares, es hora de disciplinarlas con estas nuevas recetas económicas. Además –y eso es lo novedoso de la propuesta– con esto combinamos orden de las masas con buenos negocios. El círculo cierra perfectamente. Y creo que nadie me dejará mentir que si algo nos interesa son los buenos negocios, ¿verdad?

Personaje 4: ¡Por supuesto, por supuesto mis amigos! En definitiva: ¿para qué nos reunimos aquí si no es para fomentar buenos negocios? La cuestión es que, para poder hacerlos tranquilamente, hay que tener el clima favorable. Y estos últimos años eso es lo que nos ha faltado. Con el perdón de los franceses que pueda haber aquí presente, si es que los hay, creo que desde el llamado mayo francés de 1968 las cosas vienen mal. O en todo caso, si bien no empieza todo allí, con esa revuelta es cuando toda la protesta empieza a tomar nombre y apellido. Los negritos del África que se empiezan a querer liberar, los sindicatos por todas partes que presionan y presionan, los hippies y toda esa jodedera contra la guerra de Vietnam, todo ese clima antiestadounidense y anticapitalista que se empezó a vivir para esos años, los chinos y su llamada revolución cultural, todo ese ánimo rebelde que se contagió por todo el mundo… señores: ¡sabíamos que estábamos mal e íbamos directo al abismo! Por eso fue necesario golpear. Es cierto que estos militares son un poco rudos y se les puede haber ido algo la mano pero, para citar de nuevo a los franceses: pour faire une omelette il faut crasser quelques œufs!, ¿verdad? Para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos…. ¿Cómo íbamos a poner en vereda a toda esa gentuza si no era con un poco de fuerza? Bueno, hecho eso, ahora vienen los planes de que hablábamos ayer.

Personaje 5: Yo, señores, sigo creyendo que con inteligencia podemos conseguir más cosas que con fuerza bruta. No niego la importancia de la mano dura, lo imprescindible que puede ser a veces. ¿Qué hacemos si un hijo se sale de la raya? Lo volvemos a encauzar, ¿no? Y si para eso hay que apelar a una nalgada, no nos tiembla el pulso para hacerlo…

Personaje 1: Bueno, lo que hicieron los militares en Latinoamérica fue algo más que una nalgada, no lo olvidemos. Necesaria, sin ningún lugar a dudas, pero tenemos que tener claro que fue algo fuerte, no sólo una nalgadita.

Personaje 5: Claro, por supuesto. Quizá no me expresé muy correctamente. Estamos todos totalmente de acuerdo con que lo que hicieron en estos años los generales fue una brutalidad…., pero necesaria en definitiva. Además, nosotros se lo pedimos, ¿no? Sin eso no podríamos ahora plantearnos los planes a largo plazo de los que estamos hablando. Pero creo que, a partir de eso –espero que no me malinterpreten– es posible avanzar con el nuevo plan que ahora proponemos. Al menos en Latinoamérica eso es así. Para Europa, donde también lo vamos a desarrollar, las cosas son distintas, claro. Ahí hay que tener más tacto, ser más diplomáticos. Pero sean cien, mil o cincuenta mil los muertos, los torturados y los desaparecidos, para nosotros, los que seguimos defendiendo nuestros negocios, todo eso no es sino una nalgada, un poco más o un poco menos brutal, no importa. Dada la nalgada, o el bombardeo con napalm o la desaparición de miles de comunistas, a nosotros, los que podemos dejar mil dólares de propina en el lugar donde comemos, ustedes me entienden, ¿verdad?, bueno, a nosotros no nos importa mucho la intensidad de la llamada de atención. Lo importante es que la nalgada ya se dio, y ahora caballeros, repito: es mejor un plan inteligente que seguir apoyando estos monstruos con las manos manchadas de sangre. Estos tipos, al final, no son buen negocio. Miren las revoluciones que ya tuvimos en América Latina y el Caribe: ¿de dónde surgieron? En los dos casos, de países donde había dictadores sanguinarios: Cuba y Nicaragua. Por eso comparto plenamente estos planes de largo alcance de los que empezamos a hablar: no hay mejor forma de mantener a raya a alguien que tocándole el bolsillo. Para eso no necesitamos dictadorzuelos molestos; con manipular bien los sueldos los podemos doblegar mucho más.

Personaje 6: Yo comparto lo que nos dice M. Estas dictaduras sangrientas que tuvimos por décadas en Latinoamérica y en África ya son suficientes. Creo, incluso –bueno, no sólo lo creo: los números fríos nos lo dicen– que podemos hacer muchos mejores negocios con climas democráticos que con estados de sitio. Aunque parezca mentira, disciplina más a un asalariado saber que pueden perder su trabajo y no conseguir otro que una patrulla militar que lo pueda secuestrar. Aunque aparentemente estos climas dictatoriales nos favorecen, a la larga nos es más ventajosa una democracia. Y no seamos ingenuos, mis amigos: ya sabemos qué queremos decir con esto de “democracia”: no vamos a ponernos ahora a discurrir sobre esto; no venimos aquí para hacer filosofía, sino negocios. Democracia es hacer creer a la gente común que elige algo. Y punto. Con las dictaduras las masas sienten que hay algo que les molesta, que les oprime, que tienen un peso encima. Con las democracias la gente produce y consume más alegremente. Si los sabemos manejar, hasta la defienden a capa y espada. La gente, ya lo sabemos señores, hace lo que el guía dice. Por eso hay que decirles claramente que son ellos los que deciden sus asuntos, hacerles creer que eligen. Y así, todos ordenaditos, no andan protestando como se había puesto de moda estos últimos años.

Personaje 1: Estoy de acuerdo que con estos climas llamados democráticos, la gente se disciplina más, trabaja más y consume más, que es lo que nos interesa. Lo que empezamos a ver en Chile, nuestro primer laboratorio en la región, nos lo evidencia. Ya la gente está empezando a creer que es una potencia y que pronto van a entrar al Primer Mundo. Esas cosas impresionan mucho, por supuesto. Pero me queda la duda de si realmente con tanto empobrecimiento como se viene, la gente, a la larga, no se va a poner más protestona todavía.

Personaje 5: Según todos los cálculos que hemos hecho, no. Señores: tengámonos confianza, creamos en lo que nosotros mismos estamos proponiendo.

Personaje 1: No es que no crea. Simplemente se me abre la duda si la gente va a dejar tan tranquilamente que le recortemos los sueldos, que le quitemos sus conquistas sindicales de años atrás, que los forcemos a trabajar con contratos precarios y siempre bajo amenaza de quedar desempleados, que le destruyamos el Estado benefactor que se fue generando por años. No digo que no tengamos que hacerlo: simplemente me planteo si las reacciones no serán aún más viscerales que contra una dictadura y nos encontremos con más protestas que antes.

Personaje 6: Todo indica que no. Es más, yo creo que lo importante, al menos para esta región del mundo, es una sabia combinación de ambos modelos: de la represión que ya tuvo lugar más las nuevas políticas de achicamiento del pastel para las mayorías. Hoy por hoy, ustedes no me dejarán mentir, la gente quedó aterrorizada con lo que pasó estos años. Por toda la región el sólo mencionar militares ya da miedo, por eso, a partir de esa plataforma, podemos permitirnos ahora jugar con las nuevas democracias. Yo me atrevo a decir que los nuevos presidentes que vendrán serán más eficaces aún que los peores dictadores para hacernos ganar plata.

Personaje 4: Eso es cierto. Estos mecanismos de endeudar ficticiamente a los países pobres y destruirles los pocos mecanismos de colchón que tenían, es decir: privatizarles sus Estados y todo esto que contienen los planes mencionados, va a servir perfectamente para las dos cosas: para seguir ganando nosotros nuestros centavitos, y para mantener alejada la posibilidad de revueltas por parte de sus poblaciones. Cuando uno tiene una deuda y sabe que lo pueden ejecutar, se porta bien, tranquilito. Se amansa, dicho en otros términos. No se envalentona, sino que acepta humildemente, agacha la cabeza, se resigna. Estos países subecuatoriales endeudados por varias generaciones, con deudas que son impagables técnicamente, porque nunca jamás en la vida podrán juntar tanto dinero para cancelar, estas deudas, digo, ¿no piensan que son la mejor manera de tener agarrados a buena parte de la humanidad por cincuenta años? Es decir: los tenemos amansados por un largo tiempo, y nos da la posibilidad de ampliar los negocios, caballeros. Ya hay más de algún país que está pensando en pagar sus deudas con bienes concretos: dándonos su petróleo, por ejemplo, o cediéndonos parte de su territorio. O permitiéndonos entrar a explotar el agua dulce. Y esto, ya lo sabemos, va a ser el negocio del futuro. Quienes manejemos las reservas de agua dulce manejaremos buena parte del mundo.

Personaje 5: Los detractores de los planes, que por supuesto no faltan y seguramente seguirán jodiendo por ahí hablando de las injusticias del sistema y bla, bla, bla, ya están criticando estos primeros pasos que hemos comenzado a dar. Y hay algo que me alegra: lo critican –muy fuertemente, por cierto– como planes económicos. Eso me alegra. Son planes económicos, sin dudas; planes que nos ayudarán a desentrampar un poco los negocios y estos traspiés que venimos dando desde que los de la OPEP quisieron empezar a manejar el petróleo y subieron los precios. Pero lo que aquí estamos cocinando, queridos señores, es mucho más que un plan económico: es un plan político que le dará aire al sistema por varias generaciones. Que critiquen por ahí, ¡que lo hagan!…. Eso no nos molesta mucho. Y que lo tomen como un mecanismo comercial, como una estrategia para hacer plata. ¡Está bien! Con eso se invisibiliza lo que verdaderamente queremos: mantener silenciada la protesta por varias generaciones. Esa es, señores, la esencia misma del plan. Por eso me parece que hay que apoyarlo. Y si alguno de nosotros todavía sale con romanticismos patrióticos, con nostalgias por su país… ¡no, caballeros! Ahora ya no nos deben importar los países: ahora el sistema es mundial. Aunque cantemos los himnos nacionales de uno o de otro país, las inversiones son globales.

Personaje 2: ¡Los mejores y más seguros países son los paraísos fiscales!

Personaje 5: Exacto, mis amigos. Nuestros negocios se hacen en el mundo, no en las fronteras nacionales. Entramos en una nueva fase. Y como dice nuestro amigo: los paraísos sin patria, sin himno nacional, los paraísos que son sólo un banco donde no se piden papeles y donde lo que importa son los billetes que se llevan, ¡esa es la estructura nueva del mundo!

Personaje 7: Veo que sí, que eso es la mejor solución. Pero da un poco de… no sé cómo decirlo… de nostalgia quizá. Uno que siempre pensó en “su” país, que defendía “su” bandera, “su” himno nacional, ahora que lo empezamos a ver de otra manera…. Bueno, no es fácil, pero definitivamente veo que es la mejor salida.

Personaje 3: Sí, sí: hay que dejarse de añoranzas. Eso es quedarse atado a la historia, y hoy, ante los peligros reales que los negocios afrontan con esas protestas que se volvieron tan molestas… ¡y no sólo molestas, sino peligrosas! Miren por ejemplo los sandinistas en Nicaragua, o los musulmanes en Irán, con todo el petróleo que tienen…. Bueno, como decía: ante esos peligros, viendo que la mano dura tiene sus límites, ajustar los bolsillos va a servirnos mucho más.

Personaje 5: Yo me atrevo a decir que estos planes van a ser lo más efectivo: con el recuerdo de las palizas recibidas estos años, pero más aún: con el endurecimiento de las condiciones de vida, viendo que buscar trabajo, y más aún: ¡conservarlo!, van a ser cosas tan dramáticas, viendo que si no aceptan las condiciones que les ponemos, hay detrás de cada trabajador precarizado una lista de cien, o de mil desempleados dispuestos a hacer lo que sea por un mísero plato de comida, aprovechándonos de eso, señores, tenemos ante nosotros la oportunidad política de manejarlos como nunca antes lo habíamos podido lograr.

Personaje 3: Definitivamente, señores. Vean lo que ya hemos logrado con los sindicatos: los tenemos todos de nuestra parte. Y la gente cada vez los odia más, no los respeta, los elude. ¡Esas son buenas noticias! Tomemos las “diabólicas” deudas externas: por supuesto que nunca las van a poder pagar. Pero de eso se trata; es como con las tarjetas de crédito: todo el mundo está endeudado de por vida, al menos en nuestros países del Norte, pero así logramos que pasen toda su vida alimentando el sistema, comprando y pagando. La gente, en general, paga; por algún moroso que se nos escapa, la más amplia mayoría paga. Así también pasa con los países: al final, todos pagan. Y si alguno quiere hacerse el gallito, se les recuerda que más efectiva que una invasión militar es manejarles su Banco Central. El que maneja la economía, el que abre y cierra el grifo de los billetes, ése es el que manda, señores. Con todo el respeto por los presidentes aquí presentes, sabemos que el que decide es el dinero. Ni los presidentes ni los militares, con todas sus caras de muchachos rudos, ponen las reglas. Por eso digo que estos planes basados en mecanismos enteramente económicos, a la larga van a servirnos más.

Personaje 8: Además, lo cual no debe nunca olvidarse, estos planes son muy buenos desde el punto de vista enteramente comercial: nos van a permitir ganar mucho más de lo que hubiéramos imaginado. ¿Se imaginan lo que es elegir el país más barato para buscar la mano de obra sin que eso interrumpa la producción? Por supuesto: ganamos más que antes trabajando menos, y con menos riesgo. Yo lo apoyo por las dos cosas: porque desmoviliza, porque desmotiva la protesta social –importantísimo, sin dudas– y porque es un negocio fabuloso.

Personaje 5: Es más: con esto de fomentar las democracias manejando los propios bancos centrales desde dentro nos aseguramos una disciplina de los países menos afortunados…

Personaje 2: ¡Países pobres! Dígalo claramente, J.

Personaje 5: Bueno, sí. Es que no quería ser tan cortante. Pero, no importando cómo le digamos, esta nueva arquitectura del mundo nos va a permitir invertir y ganar más, con menos riesgo y en menos tiempo, y además –yo le pongo especial énfasis a esto– logrando un manejo de las cabezas de la gente como nunca antes habíamos logrado. Con la llegada de los medios masivos, con la televisión fundamentalmente, dimos pasos de gigante en eso. Nunca antes en la historia, ningún poder, por enorme que fuera, había logrado tanto control sobre las cabezas como el que la televisión nos dio. Y a eso agreguemos Hollywood. Pero ahora, con estas recetas que proponemos, vamos a manejar mucho más, porque vamos a lograr que el policía, que el militar, que el hiper control lo tenga cada ciudadano dentro de él. Mantener a alguien endeudado, obligándolo a disciplinarse para seguir comiendo todos los días, eso hace que se vaya olvidando de organizarse para protestar. Lograr, gracias a buenas campañas mediáticas, que entronice el consumo y la salida individual va a ir logrando que la plebe se olvide esas malas palabras como sindicato, organización, huelga, política incluso. Hay que lograr que todo lo que suene a Estado sea mala palabra, ligándolo siempre a ineficiencia, corrupción, cosa de mal gusto. Hay que entronizar lo privado como modelo exitoso. Si sabemos pasar bien el mensaje, la gente se lo cree. ¡Vean, si no, lo que se ha logrado con la propaganda y la Coca-Cola, por ejemplo! Todos la consumen, y ni siquiera es porque les gusta. Lo mismo tenemos que lograr con la democracia. Tenemos que llegar al punto que la gente se vea forzada a elegir por el candidato menos malo, pero tomando eso como lo mejor que le puede pasar, porque la otra opción es el retorno a la bota militar. Y en Latinoamérica eso es muy fácil de manejar. O sea: hacer aparecer gobiernos con lenguaje democrático pero que no cuestionen nada en verdad como propuestas de avanzada. En otros términos: tenerlos maniatados, pero con tal sutileza que no lo puedan ver. Total: hablar de la democracia, y si ustedes quieren: ¡hasta de los derechos humanos!, no cuestiona nada de fondo. Con eso tenemos tranquilos a más de uno por un buen tiempo.

Personaje 4: ¿Y qué va a pasar con los grupos de izquierda?

Personaje 6: Buena pregunta, mi estimado. Creo que con el golpe que recibió ahora ya va a tener para un buen rato. Además –y ahí viene lo genial de estos planes, por eso los apoyo con tanta energía– con este achicamiento de los bolsillos también la gente que milita en la izquierda va a sentirse resentida. Y como de algo hay que vivir, ahí está este interesante invento de las o ene gés, las organizaciones no gubernamentales. Con algunos centavitos que se les pase, ahí tenemos a toda la izquierda maniatada. La del Sur, buscando locamente algún proyectito para sobrevivir –proyectos que les dejaremos hacer a nuestra conveniencia, por supuesto, quizá de derechos humanos y todas esas cosas “políticamente correctas”, como se dice ahora–; y la izquierda que tenemos en casa, buscando locamente cómo irse al Sur a sentirse haciendo la revolución que no puede hacer en el Norte. Hasta incluso, ¡miren lo que les voy a decir!, hasta incluso más de algunos de la izquierda empezarán a ver las democracias –estas democracias a nuestra medida, por supuesto– como una salida válida. ¿Qué me dicen?

Personaje 1: Señores: creo que el asunto es perfecto. Nos asegura más y mejores negocios para los próximos años, y desmoviliza por varias generaciones toda la protesta social. Hay que apoyar estos planes, caballeros…

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Por supuesto, todo esto es ficticio. Es, como se ha dado en llamar últimamente, una producción de “docuficción”, es decir: una mezcla de datos reales debidamente documentados con historias ficcionales que los dramatizan.

No existe esta grabación secreta dada por mi amigo. Pero, fuera de esa supuesta cinta… todo lo que se dice en este diálogo perfectamente podría ser cierto. Más aún: es muy probable que los grandes factores de poder que deciden nuestros destinos lo hayan dicho en más de alguna oportunidad, tal como lo recrea este supuesto encuentro, o de forma mas descarada aún.

mmcolussi@gmail.com