Felipe Gutierrez P.
La Guerra biológica ha llegado a Haití: el uso de microorganismos nocivos como virus o bacterias contra civiles no es nuevo para los Estados Unidos. Los organismos que se utilizan pueden trabajar produciendo venenos perjudiciales o toxinas, ya sea antes o después de que se envíen. Algunos tipos de agentes mortales tienen el potencial para matar incluso millones de personas solo por la liberación de sólo trazas.
En 1969 en los Estados Unidos, el ex Presidente Richard M. Nixon declaró que el país ya no utilizaría la guerra biológica contra otros países. Este tipo de lucha fue prohibida a través de un tratado internacional en 1975, y también incluye la posesión y la producción de armas biológicas, sin embargo, el Pentágono tiene en cuenta el uso ilegal de armas biológicas.
Como antecedentes nos podemos retrotraer al siglo VI antes de Cristo cuando los asirios envenenaban los pozos enemigos con cornezuelo, un hongo que infecta cereales como el centeno por ejemplo.
En 1346 d.C durante el asedio de Caffa (Fedosia, Crimea), los tártaros sufrieron un brote de peste en sus campamentos. Ante tal coyuntura decidieron deshacerse de los cadáveres lanzándolos con catapultas dentro de la plaza sitiada para infectar a los resistentes genoveses y así conseguir la rendición.
En 1710, las tropas rusas usarían, supuestamente, la misma técnica. Es decir, con sus cadáveres infectados de peste tratarían de contagiar a las tropas suecas.
Entre 1754 y 1767, el ejército británico comandado por Sir Jefferey Amherst, en su lucha contra los indios norteamericanos leales a los franceses, repartió entre las tribus enemigas mantas de afectados de viruela que estaban siendo atendidos en Fort Pitt. La treta dio sus frutos pues los indios murieron en gran número mientras defendían Fort Carrillon, ya que tenían una nula resistencia a este virus desconocido.
En 1797, Napoleón, en su campaña de Italia, parece que intentó contagiar de paludismo a los habitantes de Mantua24.
Entrando en el siglo XX, continuaremos con nuestra cronología de una manera más precisa analizando de manera comparada el fenómeno de las armas biológicas.
En la Primera Guerra Mundial, aunque los datos no están exhaustivamente contrastados, parece que espías alemanes usaron, entre 1916 y 1918, bacillus anthracis (que origina el carbunco) y coxiella burnetii (origina la fiebre Q) para infectar caballos, ganado y alimentos justo antes de ser mandados al frente. Pudieron ser enviados espías alemanes al menos a cinco países: Rumania, España, Noruega, Estados Unidos y Argentina, con cultivos microbianos causantes del carbunco y el muermo.
Para que un arma biológica ser eficaz, debe ser capaz de viajar rápidamente y sobre una amplia área. También debe de ser difícil remediarse. Por ejemplo, si se trata de una enfermedad, la vacuna debe ser difíciles de conseguir o inexistentes. El carbunco es un tipo de guerra biológica que, si se produce correctamente, podría propagarse por aire en un área amplia e infectar su destino bastante rápidamente.
Otros agentes que se han utilizado o maquinado como guerra biológica contra personas incluyen el cólera, la viruela y la fiebre amarilla.
¿Quién dio la orden de enviar al contingente militar nepalés -causante de la epidemia de cólera- a Haití?