Editorial de Matrizur


Las imágenes observadas por millones de latinoamericanos a través de las mayores cadenas televisivas del continente, excluyen de todo comentario sobre el feroz golpe fascista lanzado por la Casa Blanca, los gerentes Clinton y los dueños del complejo militar-industrial USA.

El intento de erosionar al gobierno de Correa (si hubieran querido, lo hubieran logrado como en Honduras) fue solamente una demostración de poder hacia todos los gobiernos de la región que pretenden construir un modelo económico con una menor injerencia estadounidense.

En verdad, los verdaderos protagonistas del rescate del presidente Correa fueron las organizaciones políticas y sociales que construyeron un contragolpe popular contundente hacia las hordas fascistas policiales que, infiltradas por los servicios de inteligencia norteamericanos, arremetieron contra el orden constitucional y la persona de Rafael Correa.

El pueblo hondureño a pesar de su inmensa voluntad y movilización, no pudo torcer (por ahora) el brazo del imperio instalado en tierras de Morazán, tras una conspiración hábilmente fraguada por el imperio yanqui y sus lacayos latinoamericanos, quienes dieron un golpe directo al ALBA eliminando temporalmente a uno de sus integrantes más recientes de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América, Manuel Zelaya.

Ecuador en plena presidencia Pro Témpore de Correa, era el país blanco ideal para golpear a Sudamérica luego de entronar a Néstor Kirchner como secretario general de la UNASUR, enviando así la oligarquía latinoamericana, un nuevo mensaje mafioso hacia los gobiernos populares de la región.

 

Una instancia participativa de UNION SUDAMERICANA de PUEBLOS del SUR debiera ser el nuevo “Anexo” del tratado constitutivo de UNASUR a crear el próximo 26 de Noviembre en la reunión de presidentes del bloque sudamericano en Guyana: el 13 de abril de 2002 y el 30 de septiembre de 2010, la presión popular restituyó a los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa desde sus cautiverios hacia sus lugares de trabajo en los que fueron designados por sus PUEBLOS.

No aprender de estos dos ejemplos que nos ha dado la historia sería crear las condiciones para un nuevo golpe fascista en alguno de nuestros países.