Carlos J. Ron
Los sucesos acontecidos en Ecuador nos deben llamar a una profunda reflexión sobre cual es la verdadera magnitud del dominio, coloniaje e infiltración imperialista en las estructuras gubernamentales -en particular las fuerzas armadas y de seguridad- en nuestros países.
Las experiencias golpistas de Venezuela 2002, Brasil en 2005 (lo dijo Lula) Bolivia 2008, Honduras 2009 y ahora Ecuador junto con los hechos producidos en Argentina del 2008 donde el gobierno de Cristina estuvo al borde de la salida y el actual momento de Paraguay donde se pone a Lugo en estado de zozobra, nos hace pensar en un verdadero «golpe de Estado masivo» en Latinoamérica.
Las acciones coordinadas del Departamento de Estado, los medios de comunicación privados, los partidos apátridas de oposición y las ONGs compradas por el imperio parecieran adquirir una nueva hegemonía política en el espacio político latinoamericano.
Lamentablemente no todos l@s president@s asumen públicamente al enemigo principal como el verdadero enemigo, y prefieren expresar conceptos elípticos por motivos que a esta altura de los intentos de golpes y el fulminante golpe en Honduras, parecen poco explicables.
Solamente dos presidentes llamaron a las cosas por su nombre: el presidente Chávez dijo: «Debemos exigirle al gobierno de los Estados Unidos que no siga metiendo sus viejas manos imperiales en este continente«, al analizar la insurrección.
El jefe de Estado argumentó que la administración norteamericana actúa «financiando con millones y millones de dólares a movimientos de la extrema derecha, muchos de los cuales andan conspirando para desestabilizar a los gobiernos de los países de la Alianza Bolivariana», remarcó en declaraciones a la prensa después de participar de la reunión de urgencia de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en el Salón Libertador del Palacio San Martín en buenos Aires.
También el presidente de Bolivia, Evo Morales, apuntó contra el «departamento de Estado de los Estados Unidos de gestar la sublevación contra su par ecuatoriano Rafael Correa”.
«Saludamos la movilización del pueblo ecuatoriano para defender la democracia, defender a su presidente y, sobre todo, para defender la profunda transformación de Ecuador», continuó.
El globo de ensayo golpista en Ecuador mostro las debilidades y fortalezas del gobierno de Correa, el pueblo ecuatoriano y la UNASUR, y los eventos acaecidos parecen un primer acto de golpe suave contra el gobierno ecuatoriano, pero la concatenación de hechos y circunstancias entrelazadas configura una gran red golpista comandada por la CIA que opera a gran escala y que debe obligar a los presidentes dubitativos a asumir definitivamente a los sectores económicos, financieros y militares yanquis y sus lacayos, como el enemigo esencial a combatir.
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