
Novena manifestación del año
Sin embargo, el aeropuerto parisino de Roissy, que el sábado contaba con una raquítica reserva de combustible que hipotecaba su funcionamiento a partir del lunes, vuelve a contar con suministro suficiente. Así lo confirmó hoy el secretario de Estado de Transportes, Dominique Bussereau. Eso sí: el oleoducto que le bombea gasolina funciona extrayendo queroseno de los depósitos de reserva, ya que las refinerías llevan casi una semana paradas. Además, en el puerto petrolero de Marsella-Fos se cumplen 22 días de bloqueo, impidiendo la descarga de crudo, en una huelga que arrancó antes que la de la reforma de las pensiones por un problema laboral local que el paro nacional ha amplificado y reforzado.
En la educación, hay cerca de 260 institutos cerrados que apoyan la huelga y en el liceo de Joliot-Crurie, en Nanterre, la policía se enfrentó a un grupo numeroso de jóvenes que, después de bloquear el instituto, cortaron el tráfico, quemaron un coche y rompieron los cristales de algunos otros, según la agencia France Press. Los trabajadores ferroviarios, que se sumaron al paro desde el principio, esto es, desde el martes pasado sin demasiada presencia, han asegurado que a partir del hoy endurecerán su participación en la protesta. De momento, funcionan la mitad de los trenes de medio y largo recorrido.
Mañana martes, una nueva jornada de protesta que se prevé multitudinaria sacará a los trabajadores en la calle un día antes de que el Senado vote el proyecto de ley de la reforma de las pensiones, detonante de todo el movimiento. Será la novena del año, la quinta del otoño. Ante esta situación, las autoridades aeroporturarias han pedido a las aerolíneas que reduzcan sus vuelos nacionales y extranjeros al 50%, pero los sindicatos quieren causar paros mayores para dejar notar su presión sobre el Gobierno. Entre el lunes y el martes se juegan todo, ya que hay ya dos sindicatos (de los ocho que forman la unión sindicato de esta protesta) que han sugerido que, después de la votación del miércoles, no tiene mucho sentido seguir batiéndose a contrapelo por la retirada de una ley recién aprobada.
Mientras tanto, el Gobierno sigue sin ceder, esperando a que la ley se apruebe pasado mañana en el Senado y el movimiento de protesta se debilite. El primer ministro, François Fillon, aseguró anoche en una entrevista televisada que no va a permitir que se «bloquee el país y que se amenace a su economía». También dejó claro que la reforma de las jubilaciones seguirá sus trámites parlamentarios «hasta el final». Fillon advirtió además de que bajo ningún concepto se va a producir un «desabastecimiento» de combustible en Francia. Bussereau, que se ha convertido en un habitual de las entrevistas matinales de radio encaminadas a tranquilizar a la población, también ha asegurado esta mañana que no habrá escasez de gasolina de ninguna manera y que solo 200 estaciones de servicio han cerrado por quedarse a cero.
Jean-Louis Schilansky, el presidente de la Asociación Francesa de Industrias Petroleras sostiene que hay gasolina para, al menos, dos semanas y que el suministro a las estaciones de servicio se ha normalizado después de que el viernes las fuerzas antidisturbios se hicieran cargo de algunos depósitos estratégicos de combustible bloqueados por los sindicatos. Pero conviene no menospreciar la fuerza de los sindicalistas franceses: Charles Foulard, de la CGT, trabajador del grupo petrolero Total, avisaba este domingo de que seguramente, a partir del lunes, los sindicatos y la policía van a comenzar «a jugar al ratón y al gato a la hora de bloquear depósitos». Sarkozy, mientras tanto, viaja mañana a Deauville, en Normandía, donde tiene previsto celebrar una cumbre política con Rusia y Alemania.
