Umberto Martins
Vermelho

El domingo (3) por la noche a medida que se consolidaba la certidumbre de que la contienda presidencial, a despecho de lo que anticipaban algunas encuestas, no se resolvería en la primera vuelta, la alegría resplandecía en los rostros de los presentadores y comentaristas de la Red de Televisión O Globo. Parecía que la familia Marinho tendría un buen motivo para festejar.

El resultado de la contienda no dejó de ser una demostración del poder de los monopolios que controlan los grandes medios de comunicación en Brasil. Ellos no ahorraron finalmente munición en la verdadera guerra que desencadenaron contra Dilma y el gobierno para impedir la victoria en la primera vuelta.

Manipulación

La cobertura de los hechos del domingo fue también para José Serra una especie de espacio gratuito que aprovechó para realizar su primera convocatoria. Tampoco faltaron en O Globo halagos y un espacio generoso para la candidata del PV, Marina Silva cuyo desempeño, inflado por los medios, fue fundamental para lograr que la elección se definiera en una segunda vuelta. Ha sido un ensayo de lo que sucederá en la batalla final por la presidencia, de lo que tenemos que esperar en los próximos días.

No es la primera vez que vemos situaciones de este tipo. Las organizaciones Globo aliadas con otros organismos conocidos como PIG (Partido de la Prensa Golpista) entre los que se destaca la revista Veja, intentaron, a través del fraude electrónico en el conteo (el conocido caso Proconsul), revertir la victoria de Brizola como gobernador de Rio en 1982 ; se llevaron por delante la ética periodística para manipular de manera inescrupulosa el debate entre Lula y Collor en 1989: contribuyeron para que el secuestro de Abilio Diniz (en 1989) fuera atribuído a líderes del PT; usaron imagénes que incluían dinero asociado al episodio de los “chiflados” en vísperas de las elecciones de 2006 para impedir la victoria de Lula en primera vuelta, entre otros muchos episodios.

Fuerza de la derecha

En esta campaña los medios hegemónicos radicalizaron su ofensiva en contra de Dilma cuando se dieron cuenta del peligro de que la derecha fuera ya derrotada en la primera vuelta y percibida como un verdadero desastre. Impulsada por la desesperación disparó acusaciones de última hora contra los miembros del primer y segundo rango del gobierno de Lula, procurando involucrar a la candidata, creó factoides, acusó al gobierno de Lula de ser enemigo de la libertad de prensa y pautó los últimos días de la campaña mediante la sustitución del debate de ideas y programas por la ruidosa repercusión de escándalos ficticios o reales. De este modo construyó la agenda de la elección Y no se puede decir que no haya tenido éxito.

A pesar de los reveses sufridos en los últimos años y en la actual contienda, la derecha neoliberal todavía exhibe fuerza, especialmente en San Pablo y en Minas Gerais. Lo que en gran medida se debe al poder mediático. No conviene subestimarlo, en los días que nos separan de la segunda vuelta (el 31 de octubre). El desafío futuro es intensificar la campaña mediante una efectiva democratización de los medios de comunicación y luchar para que se concreten las medidas formuladas en la primera Conferencia Nacional de la Comunicación (Confecom).

Fuente original: http://www.vermelho.org.br/noticia.php?id_noticia=138606&id_secao=6