Tom Burghardt
Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

La primavera pasada, Antifascist Calling informó sobre el lanzamiento del secreto minitransbordador espacial X-37B, un vehículo orbital de ensayo sin tripulación (OTV, por sus siglas en inglés).

Construido por Boeing Corporation, el multimillonario proyecto fue la culminación de sueños decenales de los guerreros del espacio del Pentágono: colocar una nave espacial reutilizable que combine la agilidad de un aeroplano con los medios para viajar a 8 kilómetros por segundo en órbita.

Después del exitoso lanzamiento de la nave el 22 de abril desde la Estación de la Fuerza Aérea en Cape Canaveral en Florida, el Comando Espacial de la Fuerza Aérea (AFSPC) desmintió que X-37B fuera un prototipo para una plataforma de armas cercana a la tierra.

En 2005, sin embargo, The New York Times informó de que el general Lance W. Lord, entonces comandantes de AFSPC, dijo en una conferencia de la Fuerza Aérea que “la superioridad en el espacio no es nuestro patrimonio, pero es nuestro destino… La superioridad espacial es nuestra misión de todos los días. La supremacía espacial es nuestra visión del futuro”.

Y sin ningún debate público, nuevos programas de armas concebidos en las entrañas del universo paralelo del presupuesto oculto del Pentágono están entrando en servicio.

Sin embargo sabemos, que la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) la secreta satrapía del Departamento de Defensa que construye y hace volar la flota de satélites espías de EE.UU., está incrementando las operaciones para el “programa más agresivo de lanzamientos que esta organización haya emprendido en los últimos 25 años”; dijo el director de NRO Bruce Carlson en un discurso en el Simposio Espacial Nacional, según Aviation Week.

Entre las agencias estatales secretas de EE.UU. con más subcontratistas, NRO y su organización hermana, la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA) están preparando el “campo de batalla” para nuevas aventuras imperiales. El sitio web AllGov informó el viernes de que la NGA “asignó recientemente 7.300 millones de dólares en contratos para su programa de imaginería comercial Enhanced View, que se propone producir fotos de mayor resolución de objetivos terrestres que las que están actualmente a disposición de las fuerzas armadas”.

Los periodistas David Wallechinsky y Noel Brinkerhoff nos dicen que “DigitalGlobe opera tres satélites capaces de recolectar imágenes con resoluciones mejores que 1 metro, y GeoEye tiene dos satélites en órbita que pueden fotografiar objetos que sólo tienen un tamaño de medio metro”. Perfectas para apuntar directamente contra “fuerzas antigubernamentales” o tal vez disidentes molestos y denunciantes aquí en el interior de EE.UU.

Una breve publicidad en el sitio en la web de AFSPC saludando la inserción en órbita de la nave espacial contiene mucha palabrería general pero pocos detalles sobre el propósito de la misión.

La Fuerza Aérea nos informa de que “el X-37B… suministrará un entorno de ensayo de ‘laboratorio en órbita’ para probar nueva tecnología y componentes antes de que esas tecnologías sean dedicadas a programas satelitales operacionales”.

Nadie puede saber lo que podría producir ese “entorno de ensayo” y la Fuerza Aérea no lo revela.

Antes del lanzamiento, sin embargo, AFSPC se mostró menos recatada, y proclamó: “si estas tecnologías en el vehículo resultan ser tan buenas como estimamos, harán que nuestro acceso al espacio sea más rápido, tal vez menos costoso, y nos lleve a un vector hacia la capacidad de reaccionar a las necesidades del combatiente de un modo más rápido”.

Como para bombardear cualquier punto en la tierra en menos de una hora, como espera hacerlo el demencial programa Ataque Global Rápido, o, considerando el perfil diminuto del X-37B, para servir como un arma antisatelital que podría amenazar los recursos espaciales de otras naciones, particularmente las de China y Rusia.

Mientras la especulación en cuanto a cuáles son las capacidades de X-37B ha cubierto toda la gama desde un sistema de lanzamiento orbital para armas convencionales o nucleares, a un drone para destruir satélites, o un medio relativamente barato para colocar en órbita enjambres de minisatélites, es posible que las tres hipótesis sean plausibles.

A pesar de afirmaciones contrarias del gobierno de Obama, la “superioridad espacial” que ambiciona la Fuerza Aérea incluye planes para armar el espacio, la “frontera en lo alto”. O, como diría el general Lord, la “libertad para atacar, así como la libertad contra ataque” en la órbita terrestre.

Cooperación internacional” y otros cuentos de hadas

Escribiendo en The Diplomat, el periodista David Axe informó el mes pasado de que durante la campaña presidencial de 2008 el candidato Barack Obama convirtió la oposición contra armas basadas en el espacio en “parte de su plataforma”.

Según el cambiante material de la campaña: “Él [Obama] cree que EE.UU. debe mostrar liderazgo involucrando a otras naciones en discusiones sobre cómo detener mejor el lento deslizamiento hacia un nuevo campo de batalla”.

“Sin embargo en sólo el segundo año de presidencia de Obama”, escribió Axe, “es obvio que esos nobles sentimientos no corresponden a las acciones de EE.UU.”

Brian Weeden, autor de un documento de información para el Pentágono y para la Secure World Foundation (SWF), conectada a la industria, afirma que el miniavión espacial “tiene factibilidad cero para el ataque de objetivos en tierra”.

Weeden sostiene que el compartimiento de carga útil del X-37B es demasiado pequeño para llevar un arma de lanzamiento especial efectiva, y que se mueve demasiado lento para realizar vuelos de bombardeo al reingresar a la atmósfera, a diferencia del vehículo de planeo hipersónico que es desarrollado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (DARPA) como parte del programa de “Ataque Global Inmediato” del Pentágono.

Conocedores de la política como Eric Sterner, analista en el Instituto Marshall, basado en Washington DC, un think tank derechista repleto de ex belicistas de la Guerra Fría, burócratas en retiro del Pentágono y correveidiles corporativos, dijo a Axe que “en teoría” el X-37B podría ser un arma o podría ser ideal para acercarse sigilosamente y examinar a fondo, capturar, o incluso destruir los satélites de un adversario.

“Se abre el compartimiento de carga y uno puede tener en él lo que quiera, como un hardpoint en un avión”, dijo Stener a The Diplomat. “Se pueden colocar sensores, o satélites. Se podrían colocar municiones, siempre que existan.”

Sterner debe saber de qué está hablando. Después de todo el Instituto Marshall presiona por el desarrollo acelerado de un sistema “robusto” de defensa de misiles de EE.UU.

El Instituto, junto con tramposos derechistas del Consejo Estadounidense de Política Exterior, del Instituto Claremont, la Free Congress Research and Education Foundation, la Heritage Foundation, High Frontier, el Institute of the North y un tropel de cuerpos de la defensa, constituyen el corazón oculto del Independent Working Group rumsfeldiano (IWG).

El año pasado, el IWG publicó uno más de una serie de escritos alarmistas instando a desplegar ese sistema de armas de primer ataque exquisitamente desestabilizador.

El informe del grupo para el año 2009: Defensa de Misiles, la Relación Espacial y el Siglo Veintiuno, nos informó de que “la defensa de misiles ha entrado a una nueva era. Con los primeros despliegues de la defensa de misiles, se resolvió el debate de décadas de duración sobre si proteger al pueblo estadounidense de la amenaza de un ataque con misiles balísticos, y fue resuelto inequívocamente a favor de la defensa de misiles.”

Aunque EE.UU. es miembro fundador del Comité de la ONU sobre los Usos Pacíficos del Espacio Exterior y es firmante del Tratado del Espacio Exterior de 1967 que prohíbe armas nucleares orbitales, los tratados y acuerdos internacionales no son más que trozos de papel que  se tiran cuando molestan al Imperio, como lo demostró ampliamente el gobierno anterior.

EE.UU. se retiró unilateralmente del tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) con Rusia y proclamó que produciría –y desplegaría– un sistema de defensa de misiles, gracias a la insistencia del secretario de Defensa Rumsfeld, mientras la familia criminal Bush tramaba en secreto los planes para invadir Iraq.

Utilizando la coartada de que el sistema se basaría en Europa Central para “proteger” a los aliados de la OTAN contra una inexistente “amenaza iraní”, Washington cree que tiene derecho a amenazar y a embaucar a otras naciones por ser la “única superpotencia” del mundo.

Mikhail Barabanov, editor de la revista Arms Export, cree que la “verdadera motivación para el multimillonario emprendimiento es el deseo de expandir las capacidades militares y estratégicas de EE.UU. y limitar las de otros Estados que tienen misiles nucleares, sobre todo Rusia y China”, informó UPI.

Barabanov argumentó que “incluso un sistema de defensa de misiles limitado inyecta un alto grado de indeterminación en los planes estratégicos de otros países y debilita el principio de la disuasión nuclear mutua”.

“Como Rusia sigue reduciendo significativamente su arsenal nuclear y China mantiene un bajo potencial de misiles”, Barabanov dice que “la capacidad de los estadounidenses de derribar incluso unas pocas docenas de ojivas podría privar al otro lado de una capacidad garantizada de causar a EE.UU. un daño inaceptable en una guerra nuclear.”

Como reacción a la amenaza estadounidense, Barabanov escribió que “la única manera de impedir un lento crecimiento de la ventaja estratégica estadounidense es un aumento significativo en la compra de nuevos misiles balísticos por Rusia”.

El impulso de EE.UU. para lograr una superioridad nuclear y espacial excluye todo intento de limitar el despliegue de nuevos sistemas de armas por doquier, incluyendo el espacio. Mientras Bush y sus seguidores han desaparecido de los titulares, los militaristas en Washington han vuelto a sus viejos trucos –y juegos de salón semánticos– re-etiquetados como “cambio”.

En junio, The New York Times informó de que el gobierno “considerará proposiciones y conceptos para medidas de control de armas si son equitativas, efectivamente verificables, y realzan la seguridad nacional de EE.UU. y sus aliados”.

Como en todo lo que tiene que ver con Obama, sin embargo, el mantra de la “nueva política espacial” del gobierno tiene que ver más con bombo de relaciones públicas que sustancia.

Peter Marquez, director de política espacial en el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) dijo al Times que Washington se “opondrá al desarrollo de nuevos regímenes legales u otras restricciones que traten de prohibir o limitar el acceso o uso del espacio por EE.UU.”

Eso, claro está, es un intento de distracción ya que ninguna otra nación ha tratado de “prohibir” el “acceso o uso del espacio” por EE.UU. con fines pacíficos. Como medio para obviar la perspectiva de negociar un nuevo tratado de control de armas para el espacio, a pesar del respaldo internacional por China, Rusia y los aliados de EE.UU. de la OTAN, las amonestaciones y distorsiones del NSC destruyen la posibilidad de llegar a acuerdos.

“Esas son las puertas”, dijo Marquez al Times, “que las propuestas de control de armas tienen que atravesar antes de que las consideremos.” En otras palabras, el padrino global ha hablado, así que olvídenlo.

Si EE.UU., como declaró el candidato Obama, está verdaderamente interesado en detener “el lento deslizamiento hacia un nuevo campo de batalla”, ¿por qué se ha lanzado el Pentágono a un programa acelerado para presentar una nueva generación de armas orbitales?

La falta de transparencia de Washington cuando se trata del potencial de X-37B para comprometer los sistemas satelitales de otras naciones revela que la promesa de Obama de fortalecer la “cooperación internacional” para desescalar conflictos en el espacio, como su promesa de cerrar el gulag de Guantánamo, terminar con la tortura y detener el espionaje secreto del Estado en el interior del país no es otra cosa que un montón de mentiras cínicas.

Percepción situacional del espacio: Preparando el campo de batalla orbital

Con el inminente lanzamiento del primero de una serie de satélites espías llamada Sistema de Vigilancia Basado en el Espacio (SBSS por sus siglas en inglés) por AESPC, podemos esperar más en el departamento de los trucos sucios orbitales.

Construido por los sospechosos habituales Boeing y Northrop Grumman para la Fuerza Aérea de EE.UU., The Register nos dice que el SBSS “tiene el propósito de facilitar considerablemente las cosas para el Ala de Superioridad Espacial de la Fuerza Aérea, que trata de monitorear los ‘activos espaciales’ militares de todas demás naciones”.

En abril, Defense Systems informó de que el AFSPC ha “identificado cuatro pilares” de la percepción situacional del espacio: “caracterización de la inteligencia, integración y explotación de datos, advertencia de amenaza e información de ataque”.

Para encarar esos “pilares”, están preparando tres nuevos programas de hardware: “el vehículo espacial Vigilancia Espacial Basada en el Espacio (SBSS), Cerco Espacial y Telescopio de Vigilancia Espacial (SST)”.

SBSS es vista por los guerreros galácticos del Pentágono como una plataforma espía ideal porque “ofrece una capacidad resistente basada en el espacio que no puede ser afectada por el clima. No tiene problemas relacionados con bases en el extranjero. Y provee tasas de re-visita más oportunas para objetos de alto interés en la órbita geosincrónica”.

O, de modo más realista, considerando las tendencias del Pentágono de disparar primero y analizar después, provee imitadores baratos de una policía espacial con objetivos en tiempo real para derribarlos eficientemente.

Aunque la interferencia deliberada con los satélites de otras naciones está estrictamente prohibida por los tratados internacionales, The Register nos informa de que “es posible que el propio EE.UU. sea capaz de un poco de mala conducta orbital no atribuible en algún punto en el futuro”.

Por cierto, “mala conducta orbital no atribuible” es el nombre del juego. La semana pasada The Register informó de que los nuevos enjambres “fraccionados” de satélites del Pentágono –en los cuales grupos de pequeños módulos en órbita vinculados por radio reemplazarán las actuales grandes naves espaciales– serán capaces de dispersarse para evitar ataques enemigos y luego volver a formarse en grupos operacionales.”

Según un comunicado de prensa de DARPA: “El programa de demostración System G6 (Futuras Naves Espaciales, Rápidas, Flexibles, Fraccionadas en Vuelo Libre) colocará el acento en el desarrollo de una arquitectura espacial abierta y omnipresente y de un conjunto asociado de estándares abiertos. El concepto de naves espaciales fraccionadas reemplaza grandes activos espaciales monolíticos por grupos de módulos más pequeños, interconectados por radio que comparten recursos para crear, en efecto, un ‘satélite virtual’.”

En otras palabras, enjambres de satélites en constante comunicación con sus amos del Pentágono en tierra.

Con énfasis en “el compartimiento en tiempo real de recursos tolerantes de errores por vínculos inalámbricos; algoritmos para un vuelo seguro y ágil de multi-cuerpos en grupo; comunicaciones persistentes por banda ancha entre naves espaciales de órbita a baja altura (LEO) y la tierra; y una arquitectura que garantice información sólida y ampliable de varios niveles,” DARPA considera que el programa F6 “posibilitará múltiples cargas útiles suministradas por diferentes agencias, servicios o incluso países para compartir una infraestructura común a múltiples niveles de seguridad”.

Los DARPócratas dicen que el proyecto “explotaría beneficios de democratización de la innovación” y encontrará mejores maneras de matar gente al hacerlo. ¡Qué sensacional innovación!

Tom Burghardt es investigador y activista basado en el área de la Bahía de San Francisco. Aparte de publicar en Covert Action Quarterly, y Global Research, un grupo independiente de investigación y medios de escritores, expertos, periodistas y activistas basado en Montreal, sus artículos aparecen en Dissident Voice, The Intelligence Daily, Pacific Free Press, Uncommon Thought Journal, y el sitio en la Red Wikileaks. Es editor de “Police State America: U.S. Military «Civil Disturbance» Planning,” distribuido por AK Press.

© Copyright Tom Burghardt, Antifascist Calling…, 2010

Antifascist Calling… – 22-08-2010

Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=20739