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La campaña electoral por la Presidencia brasileña ingresó hoy en sus últimas dos semanas con una marcada preferencia por la candidatura de la oficialista Dilma Rousseff, según todas las encuestas, basada en la continuidad de la política de gobierno del mandatario, Luiz Lula da Silva, que dejará el gobierno con una popularidad inédita de 80%.
Nueve candidatos concurrirán el 3 de octubre a la competencia por la sucesión en el Palacio del Planalto, tras la campaña más cara de la historia democrática de Brasil, ya que se estima que el gasto proselitista superará los 250 millones de dólares, a pesar de que todos los espacios televisivos y radiales son gratuitos.

La competencia electoral no sólo permitirá elegir al presidente número 40 de Brasil, con una eventual segunda vuelta para el 31 de octubre, sino también gobernadores de los 27 estados federados, dos senadores por estado y 513 diputados federales, además legisladores estaduales y distritales.

El clima de estas dos semanas estará marcado por las denuncias del Partido de la Social Democracia (PSDB) sobre el gobierno de Lula y el comando de campaña del Partido de los Trabajadores (PT), que ya generó el jueves pasado una crisis de gobierno con la renuncia de la ministra de la Casa Civil (jefa de gabinete), Erenice Guerra.

Como ocurrió en la historia reciente del país, la polarización es la marca de estos comicios, en una disyuntiva que se le plantea a 135 millones de electores entre continuidad o cambio, que representan las alianzas de partidos que conformaron el oficialismo de centroizquierda y la oposición de centroderecha.

En ese esquema, el PT proclamó su fórmula Rousseff y Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el más grande del país y aliado clave de los dos gobiernos de Lula, en la coalición «Para que Brasil siga cambiando».

Junto al PT y el PMDB «que tiene la mayoría en el Senado y es la fuerza con mayor número de gobernaciones» se suman otros ocho aliados menores: Partido Democrático Trabajador (PDT), Partido Socialista Brasileño (PSB), Partido de la República (PR), Partido Comunista de Brasil (PC do B), Partido Republicano Brasileño (PRB), Partido de los Trabajadores Nacional (PTN), Partido Social Cristiano (PSC) y Partido de Trabajadores Cristianos (PTC).

La coalición opositora «Brasil puede más» lleva a los comicios la fórmula José Serra-Indio da Costa, que representa el acuerdo del PSDB con el partido Demócratas (Dem), el remozado nombre del viejo Partido Arena que resultó soporte de la última dictadura militar.

A las dos fuerzas se sumaron el Partido de Trabajadores Brasileño (PTB), el Partido Popular Socialista (PPS), el Partido de Movilización Nacional (PMN) y el Partido de Trabajadores de Brasil (PT do B).

La incógnita de estas dos semanas será de qué manera impactarán en la imagen de Rousseff las denuncias por espionaje político con la quiebra de secretos fiscales de allegados a la oposición, y la reciente maniobra de tráfico de influencia y pedido de coimas en la Casa Civil, corazón político del gobierno.

La última de las encuestas de intención de voto difundidas, realizada por la consultora Datafolha, relevó una ventaja de Rousseff con 51 por ciento sobre 27 por ciento de Serra, lo que le aseguraría un triunfo en primera vuelta.

La irrupción de la fórmula del Partido Verde, Marina Silva-Guilherme Leal, no alcanzó a romper la polarización pero permitió el surgimiento de una tercera fuerza que en las encuestas encontró su techo en 10 por ciento de intención de voto, basada en la figura de quien fuera militante del PC y ministra de Medio Ambiente de Lula.

Las restantes candidaturas que no alcanzan a uno por ciento de la intención de voto, según todas las encuestas, son las de Iván Pinheiro-Edmilson Costa, del Partido Comunista Brasileño (PCB), y José Maria Eymael-José Paulo, del Partido Social Demócrata Cristiano (PSDC).

También se inscribieron Levy Fidélix-Luiz Eduardo Ayres Duarte, del Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB); Rui Pimienta-Edson Dorta Silva, del Partido de la Causa Obrera (PCO); Zé María-Claudia Durans, del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), y Plínio Sampaio-Hamilton Assis, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL).

Según las cifras presentadas por los partidos al momento de realizar la inscripción de sus candidatos, la campaña proselitista para las elecciones generales del 3 de octubre ascenderá a 463,5 millones de reales, unos 257,5 millones de dólares.

La campaña más cara «de recursos que provienen de donantes privados» será la de Serra-Da Costa, con gastos previstos por 180 millones de reales, seguida por la de Rousseff-Temer, con 157 millones de reales, y la Silva-Leal, con 90 millones de reales.