Fernando Buen Abad

 

Nada expresa mejor las ambiciones de poder, incubadas por los monopolios mediáticos burgueses, que “acomodar” en los cargos públicos a sus cachorros. Es ya un lugar común, en las ensoñaciones de protagonismo que abrazan los empresarios mediáticos, el convertirse en “políticos” capaces de reunir en sus oficinas (y rentablemente) lo que entienden ellos por gerencia de lo político y gerencia de la farándula. Anhelan gobernar una pasarela del poder que borre las fronteras entre lo público y lo privado para que todo sea negocio. Esa lógica gerencial neoliberal es, por ejemplo, la que reina en la empresa Editorial El Tiempo de Colombia (CEET) en la que sus dueños estarán de plácemes porque antes eran parte del gobierno y ahora el gobierno es parte de ellos.

Juan Manuel Santos es miembro de un grupo mediático que ha aumentado su fortuna varias veces gracias a sus vínculos con el gobierno de Colombia y ahora aumenta su poder político gracias a ser miembro de una empresa mediática servil a los negociados mutuos. El paraíso terrenal neoliberal.  Eso implica un negociado de dominación impune en la generación de opinión y la información involucrado en más de un episodio de autoritarismo, manipulación y engaño… usando medios y humillando a trabajadores… ahora su tendencia acelerada será la consolidación de un solo discurso que le sirva como negocio personal para reproducir la voz de sus jefes en Washington.

Es el feudalismo gerencial para quien los electores dejan de ser voluntad política para reducirse a “rating” que paga impuestos, aplaude, se resigna y adora su destino de esclavo.  Juan Manuel Santos estará feliz con la «mediatización» de la política, entre reflectores y micrófonos, y la lógica de la democracia como montaje espectacular de sueños bélicos. Ese anhelo de matrimonio mediático-gubernamental  no es exclusivo de Santos ya hemos conocido especímenes similares, como ejemplo concreto Santos y sus “falsos positivos”, defendidos por la pandilla mediática colombiana que los mira como su sueño realizado, comienza ahora a gerenciar su propia doble imagen como representante de una voluntad política y como comerciante de la guerra mediática. El “Plan Colombia” que es muchísimo dinero en juego.

No es casualidad el ascenso de la mancuerna mediático-política burguesa en Colombia por cuanto expresa con claridad el modo de comerciar con votos y conciencias al servicio del sometimiento perpetuo de los pueblos. Y toda esta maquinaria operará ahora como ejército “encubierto” contra Venezuela porque detrás del conflicto colombo-venezolano, agudizado por la irresponsabilidad financiada por Uribe, está el plan yanqui de dominación contra América Latina. Se trata de una codicia infernal por los hidrocarburos, los recursos naturales y la mano de obra barata… que quiere la oligarquía colombiana apropiarse, no importa si para eso deba ser útil a una carrera bélica permanente por el control de la re3gión y si eso implique muerte y desolación para millones de inocentes en todo el continente.

Los empresarios mediáticos burgueses devenidos en gobernantes, son ejemplares de una moral mercenaria absolutamente obscena y cínica que suelen ser esclavos del terrorismo y el narcotráfico y del sistema financiero del que también son cómplices. Santos profesa una amistad entrañable con el capitalismo más servil. Pondrá sus servicios gerenciales a la venta del mejor postor dispuesto a avanzar contra Venezuela y nadie puede ni debe ignorar que ese es el fin supremo de su mandato y que para eso, detrás de Santos, se agrupa un lista larga de mafias y odios dispuestos a ir contra Venezuela a toda costa y exhibiéndose en los medios como salvadores del mundo contra el comunismo. Macartismo a la vista.

Veremos cómo las pandillas mediáticas cómplices de Santos avanzaran con la provocación lanzada por Álvaro Uribe y la oligarquía y veremos cómo Santos hace lo imposible para un aumento de la tensión, se disfrace de lo que se disfrace. Son los planes contrarrevolucionarios de las oligarquías de Venezuela y de Colombia, alimentadas por el imperialismo que hoy no tienen condiciones favorables para lanzar una ofensiva frontal contra la revolución de Venezuela y no obstante se han  lanzado ya una ofensiva preparatoria como el sabotaje económico y la siembra el pánico decidido por los intereses pro-imperialistas y reaccionarios de USA-Colombia para introducir dudas y miedo a un posible conflicto militar que impida que la revolución se extienda. Santos y su pandilla mediática tienen planes para una intervención contra la revolución venezolana desde Colombia, esos planes del ejército y la oligarquía colombianos usan como pretexto los dichos de Uribe como elemento desestabilizador y ampliar la presencia de grupos paramilitares.

No dejarnos engañar ellos quieren ensuciar las elecciones del 26 de septiembre

Pero el interés de fondo es, también, ensuciar las elecciones del 26 de septiembre, provocar el miedo, el escepticismo y el desencanto. Tratan de transferir a Venezuela la crisis política colombiana utilizando elementos fascistas, asesinatos de luchadores obreros y populares e imponiendo la impunidad de los paramilitares, quieren imponer en Venezuela un parlamento servil a los intereses yanquis y servil al golpe de estado y al magnicidio. La escalada iniciada por la burguesía colombiana vendepatria, que se entrega a las siete bases militares del imperialismo, nos exige que preparemos nuestra mejor defensa del país y nos obliga a reforzar el poder militar pacifista. Especialmente nos obliga a fortalecer la lucha política que se expresara en las elecciones del 26 de septiembre y que constituirá una de las mejores defensas contra toda agresión venga de donde venga. Los votos serán uno de los mejores escudos.

 

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