Según esta investigación, los empleadores suelen confiscar de forma rutinaria sus pasaportes para que no puedan escapar, les obligan a dormir en el suelo y les prohíben abandonar la casa. La Policía indica que, a menudo, no puede investigar a los diplomáticos extranjeros, o a los miembros de algunas familias reales que cuentan con numerosos miembros y que están maltratando a sus trabajadores, ya que tienen inmunidad y los trabajadores que traen al país no tienen protección en virtud de la ley británica.
Los niños están entre los que son obligados a trabajar numerosas horas por un salario escaso, y la Policía está tan preocupada por esta tendencia inquietante que han creado una unidad especial para luchar contra el trabajo forzoso, recoge el diario ‘The Telegraph’.
El superintendente jefe, Richard Martin, que dirige la unidad, señaló que «algunas de las experiencias de las víctimas es que están literalmente encadenados en la cocina, trabajan 20 horas al día, siete días a la semana por un salario escaso o directamente sin sueldo».
«Hemos tenido a personas a quienes sólo se les permite comer los restos de la mesa una vez que los niños han terminado, así que ni siquiera se alimentan bien. Y hay que añadir los ataques y abusos que sufren por parte de las familias. Hemos tenido a mujeres que están siendo violadas», indicó.
También añadió que una serie de casos implica a sospechosos con inmunidad diplomática. Unos 15.000 trabajadores extranjeros son traídos hasta Reino Unido por parte de familias extranjeras cada año, y cientos huyen después de sufrir maltratos.
Una portavoz de la organización Kalayaan, que se encarga de ayudar a los inmigrantes, afirmó que la organización ha tenido casos «de personas que ha sido quemada con hierros por sus empleadores, que han sido amenazadas con cuchillos, a quienes se les ha arrojado agua hirviendo». «Dos tercios de los trabajadores domésticos informan de que han sufrido abusos psicológicos, lo que significa que han sido amenazados, humillados, que se les ha gritado e insultado», añadió.
Una antigua trabajadora doméstica de África Occidental, identificada como Patience, indicó que fue retenida por una abogada británicca que era consejero de una serie de organizaciones caritativas londinenses. Aseguró que la había obligado a trabajar 120 horas a la semana durante tres años y que sufrió palizas regulares.
«No se me permitía salir ni hacer amigos ni cosas sin permiso. No tenía a nadie con quien hablar», aseguró. Patience escapó después de que un vecino indicara que la ayudaría. Desde entonces, ha ganado una sentencia del tribunal laboral contra su antigua empleadora, que ha sido condenada por agresión.